Navarra

Desde Egües y Corella a la Amazonía: tras la pista de la gran anaconda verde

Enrique y Fernando, en la ciudad peruana de Iquitos antes de adentrarse en la selva.
Enrique y Fernando, en la ciudad peruana de Iquitos antes de adentrarse en la selva.

Fernando Gómez es un rastreador profesional afincado en Egüés. De crío ya buscaba bichos, entre ellos víboras y culebras. Sabía que en primavera les encantaba salir a tomar los primeros rayos de sol, cerca de matorrales o árboles. Años más tarde esa ilusión se convirtió en algo más ambicioso: rastrear anacondas gigantes. Como rastreador profesional y director del Servicio de Rastreo Forestal (SERAFO) con sede en Navarra, en los últimos 10 años ha viajado a 30 países por el mundo rastreando pumas, osos, linces, lobos, cocodrilos, cascabeles, víboras del Sáhara... y hasta furtivos. Pero seguía soñando con anacondas.

Hace unas semanas, junto con el guarda rural de Corella Enrique Pérez, se embarcó en una expedición que le llevó a la Cuenca del Amazonas peruano, la selva lluviosa tropical. "Navegamos hasta llegar a los rincones más remotos de la Reserva Nacional Matsé, un área poco explorada, corazón del territorio de la anaconda verde".

Fernando y Enrique, con la gran anaconda verde.

Esta especie, la Eunectes murinus, una de las cuatro anacondas que habitan en Sudamérica, está considerada la más pesada del mundo y la segunda más larga tras la pitón reticulada. "De cuerpo robusto, color verde oliva y adornada de manchas negras ovaladas en el dorso y manchas ocre en los costados como los jaguares resulta inconfundible. Pero a pesar de su tamaño no es fácil de localizar ya que vive en un territorio remoto, enorme y de difícil acceso, de densa selva, donde se mueve por zonas inundadas, pequeñas lagunas en el interior de la selva, en aguajales y escondiéndose en grandes troncos", explica.

¿Se puede localizar un animal así de críptico en un territorio de millones de hectáreas sin el uso de tecnología? "Sí, pero sólo empleando la gran herramienta que supone el rastreo", argumenta.

"Cuando uno habla de rastreo de fauna, se tiende a pensar en huellas o en otros indicios que la fauna deja en su día a día. Pero ese sistema aquí no era el adecuado. Aquí hay que tirar del rastreo especulativo, por el que, aun no viendo indicios en una zona determinada, es posible localizar una especie conociendo sus querencias específicas".

Fernando encabeza el rastreo unto a un indígena. FOTO: ELENA ROJAS

Los Matsés le aportaron "cuestiones clave como su gusto por salir con lluvia, de moverse por los bordes de las quebradas o que son animales de costumbres a los que si no se les molesta o modifica el hábitat suelen volver cada año a sus zonas de baños de sol".

La clave para localizar anacondas en esta época del año con el inicio de las lluvias "era buscar cerca de las zonas inundadas, en pequeñas lagunas de interior y en quebradas que se empezaban a llenar de agua. También había que buscar grandes troncos huecos cerca de los cuales hubiese espacios con poca vegetación. Pero, aun así, no era tarea fácil".

Enrique coloca una de las cámaras de fototrampeo.

¿Misión imposible?

Su objetivo era localizar ejemplares grandes, así que buscaban hembras y establecieron el campamento en una zona con "buenos antecedentes, al haber avistado años atrás algún ejemplar de grandes dimensiones". El equipo penetró hacia el interior de la selva, a una zona que comenzaba ya a inundarse, y se dividió para cubrir más espacio.

"Uno de los Matsés, Denís Reina (Pasai), experimentado rastreador y yo decidimos trabajar en binomio en un área concreta. Revisamos cada tronco, cada espacio donde daba el sol en las cercanías del agua. De manera silenciosa, evitando crear vibraciones en el suelo, nos acercábamos a zonas con poca vegetación y troncos tumbados. La persistencia dio fruto. El corazón se aceleró con la visión que teníamos delante. Tras haber localizado previamente un primer ejemplar digiriendo lo que seguramente sería un venado, nos topamos con un enorme y precioso ejemplar de unos 6 metros de longitud termorregulando en un escenario típico que nos permitió observarla en su hábitat y recoger los datos de campo que nutren nuestra experiencia como rastreadores".

"Sin duda no ha sido un trabajo fácil ni cómodo, ya que a pesar de la aparente tranquilidad de los ejemplares localizados, la selva es un medio lleno de peligros: pecaríes, insectos de lo más variado, anfibios venenosos y algunas serpientes venenosas como la víbora Bothrops atrox, que estuvo a punto de darles un disgusto serio en un par de ocasiones, han sido algunos de los peligros reales a los que ambos se han tenido que enfrentar.

La víbora 'Bothrops atrox' con la que se toparon.

"Está claro que sobre el papel no es posible transmitir las sensaciones vividas, pero sí dejar patente la utilidad de una herramienta como el rastreo, que, sin necesidad de ninguna inversión en tecnología ni dependencia de cobertura satelital, es capaz de permitir localizar algunas de las más espectaculares joyas que la naturaleza aún posee, y, por tanto, ser una herramienta para su protección y conservación", concluye Fernando.

Se ha quedado con ganas de más: ya planea rastrear al tigre de Sumatra, el tigre de Amur en Siberia o incluso especies aún más amenazadas, como los pangolines o el enigmático antílope saola. 

2021-12-02T11:56:02+01:00
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