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¿Qué fue de la psicosis de los ‘pinchazos’ que se vivió el verano pasado en Euskadi?

Se interpusieron medio centenar de denuncias que no se pudieron probar
Las fiestas, con grandes aglomeraciones de personas, se convirtieron en un escenario propicio para estos supuestos pinchazos.
Las fiestas, con grandes aglomeraciones de personas, se convirtieron en un escenario propicio para estos supuestos pinchazos.

Los numerosos casos de presuntos pinchazos registrados durante julio y agosto de 2022 en recintos festivos y espacios de ocio nocturno de toda Euskadi, así como de otras comunidades autónomas, hicieron saltar todas las alarmas hace doce meses. Hubo un tsunami de denuncias por sumisión química que activó un amplio paquete de protocolos y actuaciones para combatir el problema.

La Ertzaintza investigaba el nuevo peligro que acechaba a las jóvenes vascas en fiestas y discotecas y esta oleada de denuncias, con una posible inoculación de sustancias para drogarlas con el fin abusar sexualmente de ellas. La Policía vasca mantuvo abiertos docenas de casos ocurridos en fiestas desde Santurtzi, a Etxebarri, Zierbena, Zarautz y también durante las semanas grandes de las tres capitales vascas. Las noticias sobre agresiones sexuales con sumisión química se multiplicaban, los relatos de muchas mujeres, el eco mediático y en redes, y la alarma social provocaron que el fenómeno pisase fuerte en la agenda diaria y que la preocupación por la indefensión fuera en aumento.

Sin embargo, en ninguno de los 49 casos que contabilizó el Departamento de Seguridad el año pasado (con denuncia en firme) se pudo acreditar este fenómeno ya que no se detectó la presencia de sustancias psicotrópicas. Y hoy, aquel clima de terror sexual que se creó para que las mujeres no pudieran disfrutar con libertad de las fiestas de pueblos y ciudades, parece haberse diluido. Ya entonces, medios policiales barajaban la hipótesis de que “uno o varios gamberros” se dedicaban a “pinchar con una aguja o algún instrumento parecido a chicas jóvenes como parte de alguna broma de mal gusto”.

Aunque nunca se descartó ninguna opción de sumisión química o similar. Porque el goteo de casos era incesante. Y se importaba desde otros lugares. En las fiestas de Baiona, en Iparralde, también se investigaron casos, que se añadían a las ocho denuncias que se recogieron en Sanfermines.

Protocolos

Para atajar el fenómeno, se pusieron en marcha protocolos y las instituciones vascas actualizaron la guía de prevención de la violencia machista en fiestas con la inclusión de un apartado referido a la sumisión química, ante la “creciente preocupación” por estas prácticas. En el documento, se explicaba que “bajo los efectos de determinadas drogas, las personas pueden ver afectada su voluntad, y ser extremadamente vulnerables para sufrir agresiones, incluidas agresiones sexuales”.

LA CIFRA: 67

A finales de agosto de 2022, la Ertzaintza contabilizaba 67 casos de pinchazos en Euskadi desde mediados de julio pero sólo aproximadamente la mitad de ellos había sido denunciado. Durante la Aste Nagusia bilbaina, la Policía vasca tuvo conocimiento de unos 25 casos.

La actualización de la guía para recoger este nuevo fenómeno era anunciada por la entonces consejera de Igualdad, Beatriz Artolazabal, quien subrayaba que “todas las mujeres tienen derecho a ser libres y a divertirse como quieran”. “Esto no puede ser un retroceso en nuestras libertades, una vuelta al miedo, que es la verdadera amenaza”.

De hecho, la Ertzaintza decidió imputar un delito de odio a las personas que fueran acusadas de llevar a cabo pinchazos, según la circular que el Departamento de Seguridad remitió a las comisarías. Con esta consideración, los acusados de llevar a cabo estas acciones podían enfrentarse a penas de prisión de uno a cuatro años y una multa de seis a doce meses.

Siete segundos para la inyección

La ausencia generalizada de sustancias psicoactivas en las víctimas acalló el pánico. De 200 casos estudiados en el Estado español, solo en una vecina de Gijón se descubrió éxtasis líquido. Además, según los expertos, casi ninguna droga, en un pinchazo tan corto, puede causar esos efectos. “Se necesitan unos siete segundos para poder inyectar un líquido en el organismo y la víctima se daría cuenta. Cuanto más fino sea el calibre de la jeringuilla, menos se notará el pinchazo, pero mayor tiempo requerirá”, se precisa. Para notar los efectos de una inyección subdérmica o intramuscular deben pasar entre 15 y 30 minutos. Y para que el efecto fuera inmediato, la inyección debería ser intravenosa. 

2023-08-03T16:52:03+02:00
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