Navarra

Navidades con la tribu

Elvia Gómez, vecina de Egüés de 10 años y alumna de Lorenzo Goicoa, se convierte en la primera niña blanca en convivir con los Hadzabe de Tanzania, una de las últimas tribus nómadas de África
Elvia Gómez, los masai y los hadzabe
Elvia Gómez, los masai y los hadzabe

Los Hadzabe son una de las últimas tribus de cazadores/recolectores de África. No cultivan plantas ni crían ganado y su supervivencia depende de lo que obtienen en la naturaleza, principalmente cazando. Por eso a Elvia Gómez Troya le ha tocado “patear ocho horas para conseguir el desayuno”, explica su padre. “Ellos no tienen ni Mercadona ni Aldi. No es como aquí, que abres el frigorífico y hay de todo”, cuenta ella. Y se siente “súper afortunada de haber podido hacer este viaje”. 

Normalmente Elvia, de solo 10 años, desayuna, vive y tiene una nevera en el pueblo de Egüés. Pero esta alumna de 5º de Primaria en el colegio Lorenzo Goicoa de Atarrabia ha pasado la Navidad entre masais y hadzabes, estos últimos cazadores nómadas de un rincón remoto de Tanzania. Tan remoto que es la primera niña blanca que convive con la tribu. “Al llegar me miraban raro. Yo estaba emocionada, y de repente un niño me vio, empezó a llorar y se fue corriendo porque le asusté. Pero al cabo de los días se fueron acostumbrando, y yo a ellos, y me acogieron como a una más de la familia”, dice.

Durante su estancia con los hadzabe recorrió a pie más de 60 kilómetros, a veces gateando a través del bush, ecosistema de sabana y montañoso compuesto por denso matorral espinoso. Y tuvo que adaptarse a comer desde impala cazado hace varios días hasta tórtolas, perdices, tortugas, babuinos o lémures cazados en su presencia. Debutó desayunando lémur. Los hadzabe le entregaron la flecha con el primate ensartado y sintió “un golpe en el corazón. Es uno de mis animales favoritos y estaba viendo con mis propios ojos cómo se estaba muriendo. Pero luego estaba riquísimo, fue un desayuno fantástico”, asegura.

“Fueron caminatas muy duras. Me levantaba y al instante tenía que ir con ellos a cazar, con mucho calor y a veces hasta peligro por los animales que había en ese hábitat. Pero cuando lo lograbas era una recompensa, y eso me hacía muy feliz”, argumenta. En una de las jornadas no encontraron alimento, “así que tuvimos que levantarnos a las tres de la mañana para buscar babuinos. Yo estaba muy cansada, pero era un reto. De repente nuestro traductor nos dijo que teníamos que apagar las linternas porque los babuinos se iban a asustar. ¿Y cómo vamos a ver? Lo único que pudimos hacer fue seguir por el tacto y por la luz que nos daba la luna. Así viven ellos”.

Antes de adentrarse en territorio hadzabe, con quienes convivió casi una semana, Elvia pasó dos días con los masai, “una tribu de ganaderos. Cuando tienen hambre, tienen cabras que estuve ordeñando. No pude beberme la leche porque si tiene alguna bacteria puedo ponerme muy mala. Sí comí cabra, que estaba muy rica también, e hice unas amigas súper majas. No podía comunicarme con ellas porque hablaban masai, pero con las miradas ya se entiende todo”.

La culpa de esta aventura la tiene la empresa Rift Valley Expedition, que ha sufragado parte del viaje y organizado. Y sobre todo sus padres Fernando y Paloma, de profesión rastreadores y embarcados en un proyecto para recuperar técnicas que están desapareciendo en el mundo. Su hija, por supuesto, les acompaña. “Este ha sido mi primer reto; el segundo será convivir con la tribu de los pigmeos, que viven en la selva del Congo y Uganda”.

“Ya nos había acompañado a Marruecos, Finlandia, Bulgaria, Francia, Portugal... y se maneja, es una crack”, reconoce su padre sobre las habilidades de rastreo de su hija. “Es como tener un súper poder”, destaca Elvia sobre esta disciplina por toda la información que le aporta. En este viaje, por ejemplo, ha aprendido “a reconocer con facilidad los rastros de animales nuevos como los impalas o el diminuto dik dik, a localizar a los babuinos por sus gritos, a encontrar sabrosa miel siguiendo entre acacias y baobabs a un ave indicadora o a reconocer la cercanía de las hienas en la noche”, explican sus padres.

En el futuro, su plan es “viajar por todo el mundo con mis padres rastreando y haciendo más cosas. También me gusta mucho el mar, así que iré a bucear con ellos y a rastrear fauna marina, porque también hay mucho mundo debajo del agua”. Y también quiere ser escritora “como mis padres. Me encanta escribir cuentos, y ya que tengo la suerte de tener unos padres escritores, la tengo que aprovechar”.

Ya de vuelta al colegio y a su vida de persona normal, confiesa que a veces se siente “un poco mal porque soy la rara. Pero a la vez es muy bonito, porque los demás han estado en casa, jugando a la play, abriendo regalos y ya está. Y yo he estado en uno de los lugares más remotos de África, con dos tribus que son espectaculares”.

2023-01-10T20:04:03+01:00
En directo
Onda Vasca En Directo