La desigualdad laboral encuentra una de sus manifestaciones notorias en la existencia de profesiones altamente masculinizadas o feminizadas, una característica que refuerza estereotipos y que, además, repercute de forma negativa para las mujeres en términos contractuales y salariales, puesto que sus condiciones y remuneraciones son inferiores incluso en las ocupaciones en las que son mayoría. Problemas para el que los expertos proponen, entre otras medidas, un rediseño de las políticas educativas y también una estrategia general que favorezca una mayor conciliación de la vida laboral y familiar.
Según los datos del Informe del Mercado de Trabajo de las Mujeres de 2022, elaborado por el Ministerio de Trabajo, de las 19,3 millones de contrataciones que se dieron en el Estado en 2021 algo más de 8,6 fueron de mujeres, cuya tasa de empleo (45,8%) está por debajo de la masculina. En lo que se refiere al desempleo, sin embargo, de los 3,1 millones de parados que hay en el Estado, las mujeres suponen casi seis de cada diez desempleados (58,7%). De ese total, más de la mitad (54,2%) acumulan más de un año en paro.
El desglose de la población ocupada permite ampliar el foco sobre las diferencias por sectores económicos. Así, mientras que en el sector servicios, la mujer representa el 53,8% del total de la masa laboral, el porcentaje es mucho más reducido en la agricultura (23,1%), la industria (27,6%) y la construcción (9,5%), según los datos del Instituto de las Mujeres, dependiente del Ministerio de Igualdad.
A lo largo de 2021, con la recuperación de la actividad económica y la progresiva retirada de las restricciones originadas por la pandemia, la tasa de paro femenino en el Estado se redujo de una manera más acusada que en el caso de los hombres. No obstante, tal y como constata el documento del Ministerio que encabeza Yolanda Díaz, “la generación de empleo en el colectivo de mujeres se produjo en las actividades económicas más feminizadas”. Es decir, que el panorama post pandemia, hasta el momento, está intensificando la dicotomía que ya existía en el mercado de trabajo.
SOLUCIONES
Educación y referentes, las claves
Igualdad. El reto que supone avanzar hacia profesiones con una presencia más paritaria requiere, según los expertos, de un nuevo enfoque en las políticas educativas que permita a niñas y jóvenes comprender que reúnen las capacidades para desenvolverse en todo tipo de ocupaciones, labor para la que también es necesario afianzar un conocimiento y una confianza en sí mismas desde edades tempranas. Por otra parte, también se ha abierto el debate de cómo lograr mayor presencia masculina en profesiones feminizadas, en aras a una efectiva igualdad beneficiosa para todos, puesto que los estudios demuestran que los salarios mejoran en los trabajos a medida que se incorporan más hombres.
SEGREGACIÓN
De hecho, en algunas ocupaciones con mayor contratación femenina, como cuidados personales a domicilio, empleadas domésticas, auxiliares de enfermería y personal de limpieza, más de ocho de cada diez contratos suscritos en 2022 fueron firmados por mujeres. Las profesiones vinculadas a sanidad, educación, hostelería, imagen personal, comercio y atención al público siguen siendo las más feminizadas, mientras que las relacionadas con la ingeniería, la arquitectura, mantenimiento, transportes, economía y ciencia son las que presentan mayores cotas de hombres.
En este sentido, para desembocar en esta situación, que trata de revertirse aunque muy lentamente, operan dos clases de segregación. La primera, la horizontal, que hace que las mujeres reproduzcan en la esfera laboral los roles aprendidos en el plano doméstico (cuidados, enseñanza...). La segunda es la segregación vertical, por la cual las trabajadoras ocupan, frecuentemente, los escalafones más bajos de toda la cadena profesional.
EN DATOS
Trabajos
Contratos. En Euskadi, según el Informe del Ministerio de Trabajo, de las 423.930 contrataciones femeninas que se registraron en 2022, el 91,4 % (387.603 en números absolutos) se produjeron en el sector servicios; el 7,7% fue en la industria y el resto se reparte entre el sector agrícola y la construcción.
Afiliación
Seguridad Social. El incremento de la contratación femenina de 2021 significó la vuelta a la tendencia al alza tras el desplome sufrido en 2020. No obstante, a diferencia de la afiliación, el aumento del número de contratos no fue suficiente para recuperar los niveles de contratación registrados en 2019, cuando se alcanzaron máximos históricos.
Precariedad
Condiciones. La precariedad siguió siendo la nota dominante en el mercado laboral femenino, con contratos con alta temporalidad y con jornadas a tiempo parcial, así como un alto porcentaje de contratos de interinidad entre las mujeres en todo el Estado.
Desempleo
Paro de larga duración. Las mujeres siguen predominando en el conjunto de los demandantes de empleo parados, en especial el de larga duración, mientras que la brecha de género se ha acentuado.