El cuento del título va de las virtudes de la cooperación. Los tres ratones ciegos caminaban siempre juntos y su separación accidental acabó bien por la buena voluntad de otros, que sirvió para que cada uno aprendiera de la experiencia de los demás. Nuestros tres ratones ciegos –Trump, Putin y Jinping– lo están haciendo al revés. Caminaban solos pero van descubriendo las ventajas de coordinar intereses. La asociación de tres autócratas para dictar al resto del mundo el nuevo orden mundial desde su propio ombligo se describe por sí sola. Y no va faltar quien la reciba con una gran ovación.
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