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Tres años luchando contra el covid persistente: "Creía que mi hijo me iba a ver morir"

Isabelle Delgado y David Rubén Fulgueral son los portavoces de la Asociación Long Covid Euskal Herria que da visibilidad a esta enfermedad
Isabelle Delgado y David Rubén Fulgueral
Isabelle Delgado y David Rubén Fulgueral

Isabelle Delgado y David Rubén Fulgueral se contagiaron del coronavirus antes del confinamiento del 14 de marzo del 2020, pensaron entonces que se morían abandonados en casa y ahora sufren covid persistente, que les ha llevado a convivir con el dolor todos los días cuando antes nadaban y hacían alpinismo.

Isabelle, correctora ortotipográfica de Getxo, y David, sanitario del hospital de Txagorritxu, son los portavoces de la Asociación Long Covid Euskal Herria y cuentan a EFE su pelea con el covid persistente, que según sus cálculos afecta a más de medio millón de personas en España.

"El 8 de marzo de 2020 empecé a estar mal y el 11 de marzo estaba ya muy enferma", cuenta Isabelle. Le llamó una epidemióloga que situó la fecha de contagio el 29 de febrero porque ese día estuvo con muchas personas en un evento donde había actores italianos, país donde se detectó la covid en Europa.

Pasó el coronavirus encerrada en su vivienda. "Estuve 53 días en casa, tuve neumonía. Fueron unos momentos muy angustiosos, cada día estaba más mermada. Veía las noticias, se hablaba de muertes, de imágenes de hospitales, pero nadie explicaba nada", relata.

"CREÍA QUE MI HIJO ME IBA A VER MORIR"

Su única compañía era su hijo de 12 años y lo único que podía hacer era sentarse en una silla con la cabeza torcida. "Mi hijo me ponía toallas mojadas para soportar el taladro que tenía que en la cabeza", recuerda Isabelle que creía que su hijo iba a tener que verla morir allí sin nadie que la atendiera.

David trabajaba en el hospital vitoriano de Santiago y su fecha oficial de contagio fue el 13 de marzo pero una semana antes ya empezó a tener síntomas de debilidad. Tuvo que estar 46 días en casa, aislado.

"De hecho la primera PCR me la hicieron al undécimo día, después de ponerme yo en contacto con ellos, para decirles si iban a esperar a que saliera el olor a muerto por debajo de la puerta para ponerse en contacto conmigo", explica.

Tuvo unas "altragias -dolor en las articulaciones- impresionantes, dolores de cabeza y cansancio. Era del sofá a la cama y de la cama al sofá. Imagina una gripe en la que estás tres días como si te hubiera pasado un camión por encima, pues multiplicado por 10".

UN ANTES Y UN DESPUÉS

Los dos han vivido un antes y un después a la enfermedad. Isabelle nadaba todos los días, tenía una vida social intensa, conocía a mucha gente. Había ido al médico dos veces en su vida, no tenía patologías previas, "estaba sanísima".

Ahora, tres años después, no es lo que le queda, es lo que ha añadido: "Hay síntomas que persisten de la infección inicial y otras secuelas, daños orgánicos. Tengo una neuralgia del trigémino (un nervio de la cara) que me incapacita del dolor todos los días, la pierna izquierda la tengo muy mal y ya cojeo, sufro disnea (dificultad para respirar) y febrícula todas las tardes. Antes de la enfermedad yo era una polvorilla y ya solo un poco".

David por su parte era una persona activa, corría por el monte, era alpinista. De hecho, antes de la pandemia estaba organizando una expedición para ir al Ojos del Salado (Andes), casi un siete mil. Ahora los días de cansancio se prolongan, no puede subir ni al Gorbea y cada dos por tres tiene dolores de cabeza.

DEMANDAN UN PROTOCOLO SANITARIO

Isabelle reclama que haya un protocolo conjunto, unificado, para los médicos de Atención Primaria. "Si ellos no entienden lo que nos ocurre... No solo pedimos respuestas, pedimos que nos acompañen, que no nos dejen de lado. No puede servir con un 'sé que estás enferma, no tengo solución y te doy de alta'".

En verano pasado se calculó que en España podría haber medio millón de afectados por covid persistente, "creemos que ahora más. No hay una contabilidad del número de enfermos, de los crónicos se habla poco", denuncia.

Aseguran que el 80 por ciento de los afectados son mujeres, aunque curiosamente los enfermos que fueron con un cuadro muy severo de covid a la UCI fueron mayoritariamente hombres. Sin embargo ahora las mujeres prolongan más la enfermedad.

David detalla que "toda enfermedad tiene un código. Cuando se aceptó la cronicidad de la covid en Europa se le dio un código, y ahí ya saben a qué especialista derivarte y cómo afrontar los síntomas que puedan aparecer. En Badalona ya se aplica un protocolo unificado", desvela.

En el resto no hay un criterio unificado en la Atención Primaria. "Aquí, al que tiene síntomas digestivos le mandan al médico de Digestivo pero no como covid persistente. Tampoco hay unos protocolos ni un equipo multidisciplinar para tratarnos".

La respuesta de los políticos es que es una enfermedad nueva. "¡Nueva!... Ya tiene tres años", critica David.

RECONOCIMIENTO COMO ENFERMEDAD LABORAL

Isabelle señala también que los pacientes con covid persistente tienen problemas para que se reconozca como enfermedad laboral. "No es lo habitual. Los sanitarios lo han tenido un pelín más sencillo, pero tampoco fácil".

Considera que la mayoría de las personas de la primera ola se contagiaron trabajando, con lo que "tiene que ser tratada no como una enfermedad común sino como un accidente de trabajo".

David por su parte explica que trabaja porque todavía puede hacerlo, pero "en el INSS (la Seguridad Social) te juzgan como si no tuvieras nada o quitando importancia a lo que tienes, dando largas".

Además, ambos piden prevención. "Somos personas normales, no nos gusta ir con mascarilla, pero los interiores están contaminados", asegura Isabelle, que pone como ejemplo el reciente foro internacional de Davos, en el que "las personas más influyentes del mundo, se protegieron con PCR a la entrada, con purificadores de aire y filtros EPA. Si eso hizo gente inteligente, vamos a pensar todos un poquito", advierte.

2023-03-06T10:26:02+01:00
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