Reacción a tiempo

Ernesto Valverde ha hecho suya la máxima que dice que no hay que tocar aquello que funciona. Salvo en muy contadas ocasiones, no había tenido el técnico motivos para cambiar su idea, pues sus futbolistas le están respondido con nota en este arranque de temporada y es por ello que ayer, en el Ramón Sánchez Pizjuán, repitió su once inicial por tercera jornada consecutiva.

Eso sí, al Athletic, como si de un clásico en su historia se tratara, que puede serlo perfectamente, le dio por rebuscar en el armario en busca de su traje de resucitamuertos y se plantó en el Ramón Sánchez Pizjuán dispuesto a recuperar la moral de un Sevilla herido, que estrenó entrenador en la cita de ayer tras la destitución de Julen Lopetegui el pasado miércoles. Como si de un obsequio de bienvenida se tratara, los bilbainos decidieron regalar los primeros 20 minutos del choque, suficientes para que los locales se adelantaran en el marcador en su estadio, algo que hasta ayer no habían hecho en todo el curso, y dispusieran también de alguna clara ocasión para haber logrado el segundo gol. Así las cosas, le tocó remar contracorriente a un equipo poco acostumbrado a hacerlo esta campaña, pero que demostró que puede hacerlo, hasta el punto de que mereció la victoria.

Llegó el Athletic a la orilla, pero se quedó atrapado en el fango, incapaz de batir por segunda vez a un dubitativo Dmitrovic, que encajó un golazo de Mikel Vesga desde la frontal y que vio cómo Nico Williams, Iker Muniain, Raúl García e Iñaki Williams eran incapaces de rematar con acierto entre los tres palos, para desesperación de un Valverde que no daba crédito a lo que estaba viviendo.

Claro que para llegar a ese momento, que se dio en el tramo final de la segunda parte, el conjunto rojiblanco tuvo que volver a guardar en el armario el traje de resucitamuertos y ponerse el mono de trabajo. No le sentó mal.

Las dudas existentes en torno a la capacidad que tendría el equipo para jugar de tú a tú con Oihan Sancet e Iker Muniain actuando juntos en el centro del campo ante rivales de entidad, como se entiende que es este Sevilla a pesar de su pobre arranque de temporada, pudieron aumentar, pero el choque estuvo muy condicionado por esos pobres 20 minutos iniciales. Después creció el Athletic, cierto es que ir a peor era complicado, pero con el paso de los minutos los dos futbolistas navarros, llamados a seguir jugando juntos mientras Ander Herrera termina de derribar la puerta –por lo pronto, se perderá el partido ante el Atlético de Madrid tras ser expulsado ayer–, fueron entrando en calor. Sancet fue sustituido poco antes de la hora de juego, tras realizar dos buenas conducciones marca de la casa que desperdiciaron sus compañeros; y el navarro, desaparecido en el primer acto, estuvo mucho más participativo, aunque demasiado desacertado en el remate de cara a gol, en la segunda mitad.

La entrada al terreno de juego de Vesga, más allá de su gol, y de Herrera, terminaron por darle otro aire, bastante mejorado, al Athletic. Más pausado, con las ideas más claras y bastante más fino en la entrega, el conjunto rojiblanco se hizo dueño del partido, encerró al Sevilla en su área y solo la falta de pegada, esa que tuvo en exceso en jornadas previas, le impidió sacar los tres puntos de un campo maldito.

Pudo y quizá debió mover antes el banquillo Valverde y no aguardar a la hora de juego. Pero no es él de los que decide cambiar al descanso. Ya le conocemos. Tampoco sorprendió que con el Athletic volcado y el Sevilla aguardando en su área, no metiera al campo a Gorka Guruzeta o Asier Villalibre, perfiles más rematadores que el de Iñaki Williams. Con todo, el Athletic reaccionó a tiempo y pudo rascar un empate. Ya saben, cuando no puedes ganar...