Polideportivo

Landa y Vingegaard se citan para el último baile de la Itzulia

Sergio Higuita se engancha a la victoria en Amorebieta en víspera de la decisiva etapa de Eibar
Sergio Higuita celebra la victoria en Amorebieta
Sergio Higuita celebra la victoria en Amorebieta

Como en los relojes blandos de Dalí, el tiempo se estira o se encoge. Siempre relativo. A Sergio Higuita, nacido en el barrio Castilla, de Medellín, el reloj de la Itzulia se le paró en el paredón de Villabona, en el gran muro de la Itzulia. En esa rampa imposible, el fogoso y eléctrico Higuita, que consiguió su primera bici de carretera tras comprar el cuadro en una chatarrería, se quedó varado, enganchado en la impotencia. Taponado por Juanpe López, no pudo despegar.

Ese día venció Jonas Vingegaard y se pintó de amarillo, al frente de la Itzulia. Mikel Landa fue su mejor rastreador entonces. A dos segundos. Continúa siendo su rival más próximo. Enemigos íntimos. Landa se encuentra en la estela del danés, pero está a 13 segundos del líder, que camino de Amorebieta hizo acopio de otro segundo para la causa.

En la definitiva jornada de este sábado en Eibar –la de las siete cotas: Elkorrieta, Azurki, Gorla, Krabelin, Trabakua, Izua y Urkaregi–, todo tiempo a favor es una bendición. Tenerlo en contra, un estímulo. En eso piensa Landa, que supura ambición en la presente Itzulia. Tiene hambre el de Murgia. Con un perfil de siete cumbres y una jornada cargada de dinamita, todo puede suceder antes del aurresku en honor al campeón de la Itzulia.

Landa no se conforma

Aguarda el último baile, que no será sosegado. “Iré a por todas”, avisa Landa. Espera una explosión. “Va a estallar todo”, dice Landa, aspecto de dinamitero. No se conforma el de Murgia. Llama a la revolución. Lo sabe Vingegaard, consciente del peligro del alavés y de la última etapa, que ha asistido a más de una revolución en medio del caos.

"Landa dará todo lo que tiene porque es su última oportunidad y una etapa como la de Eibar siempre es un poco caos con tanto puerto. En el último día en la Itzulia se han perdido muchos maillots porque suele ser una jornada caótica. En el equipo intentaremos guardar este maillot hasta el final. El plan es guardar y defender, no atacar, pero veremos cómo va la carrera", dice el líder.

Landa y Vingegaard, en la subida de la etapa del jueves en La Asturiana.

Landa y Vingegaard, en la subida de la etapa del jueves en La Asturiana. Bahrain / Sprint Cycling

Alrededor del Akelarre que Eibar, también quieren estar Gaudu, Izagirre, Sobrero o Mas, con más de 30 segundos de retardo respecto al danés, el campeón que vino del frío. Mucho o poco, según se calcule. El tiempo y sus leyes. Por eso venció Higuita. Acertó con la hora. “Conocía la llegada. Sabía que era un esprint largo, una llegada rápida”. Estuvo en el lugar y el momento exacto. Así derrotó a Bagioli y Skjelmose en la víspera del gran día de la Itzulia.

La percepción del tiempo es personal e intransferible. En la salida de Amorebieta, el sol descarado, exuberante, se discutía sobre el reloj de la Itzulia. Para uno de los hijos de Jonathan Castroviejo la única de las dudas existenciales era saber cuándo volvería su aita a casa.

El ciclista vizcaino le explicó en más de una ocasión que aún le quedaba un trozo de Itzulia que digerir. Le prometió que estaría de nuevo en el hogar este sábado cuando la carrera arrie la bandera a cuadros. La del final. En Eibar.

Para el hijo de Castroviejo, que añora a su aita, la carrera no solo es larga. También es lenta porque quiere a su aita en casa cuanto antes. Omar Fraile, compañero de Castroviejo en el Ineos, cree que el tiempo vuela y dice que en la Itzulia se va rápido, mucho, y que todo suena como un disparo. Ciclistas en moto.

Fraile subraya la idea de que la Itzulia es una huida hacia delante, una estampida, donde se tratar de correr y correr y salir airoso. El manual de la supervivencia. Cuando se acelera tanto, cuando nadie levanta el pie ni pliega el codo, incluso se tiene la sensación de vulnerabilidad. El miedo es una corriente que atraviesa a los ciclistas, cada vez más tensos. Danzando equilibrio en la cuerda floja.

La velocidad de la Itzulia

“Es una pasada lo rápido que se va y cada vez hay menos respeto en el pelotón”, decía Fraile, que no pudo brillar en Santurtzi. Él que diseñó la etapa, jamás pensó que la aproximación a La Asturiana fuera relampagueante, un esprint. En el puerto en el que se lanzó Vingegaard, que es un rayo, y tronó Landa, el que le responde, el de Murgia se sintió muy cómodo.

Feliz en su piel ambiciosa, Landa tiene su particular visión de cómo transcurre el tiempo en la Itzulia. El de Murgia lo paladea gustoso a la espera de Eibar, donde se supone el gran incendio. “Creo que toca guardar un poco”, desliza con su media sonrisa. Nunca se sabe lo que piensa el escalador alavés, enigmático como el tiempo.

La fuga del día, con Cattaneo y Cavagna.

La fuga del día, con Cattaneo y Cavagna. Itzulia / Charly López

La aventura de Cattaneo y Cavagna

El tiempo es mucho o escaso según se mire. Por eso cuando Cattaneo, a poco más de un minuto de Vingegaard, y Cavagna, camaradas en la wolfpack de Lefevere, comenzaron a rodar con el colmillo afilado y las piernas ligeras, el líder pensó que su ventaja no era demasiada. El TGV de Clermont Ferrand, como se conoce al poderoso Cavagna, un rodador excepcional que tiene una relación estupenda con el reloj, es un especialista de las cronos, llevó en hombros a Cattaneo apresuradamente.

Hace un par de años Mikkel Honoré y Josef Cerny fueron capaces de derrotar a todo el pelotón con una apuesta similar. La resistencia y ambición de los lobos de Lefevere es legendaria sea cuál sea el terreno. Mordieron con saña en Muniketa, Natxitua y Paresi. Nada les asustaba.

El Jumbo tira del pelotón durante la etapa.

El Jumbo tira del pelotón durante la etapa. Itzulia / Sprint Cycling

Jumbo y Jayco, de caza

Alertados en la montaña rusa, el Jumbo puso las sirenas de persecución. El Jayco se alió en la caza. Una jauría tras los lobos. Antes de encarar la emboscada en las arterias de Amorebieta-Etxano, Jon Barrenetxea se despidió de la acción. Ni los rezos salvarían a Cavagna y Cattaneo en un laberíntico trazado, una escape room en la que se descifran las claves.

Se adentraron los favoritos, frenéticos, en las fauces de Belarrinaga, una subida trazada por un camino vecinal de asfalto gris mate y los flecos perdidos de los pinos en los márgenes. Cedió Cavagna. Perseveró, retorcido, Cattaneo. No quería rendirse, pero estaba amortizado. Le embolsó Fraile.

Un duro final

Se achataron las narices. Esfuerzo. Hombros agitando las bicis que no avanzaban en cuestas imposibles. Landa, de verde esperanza, y Vingegaard, de amarillo gobernante, en paralelo. Gaudu, Mas e Izagirre a su alrededor. Fraile seguía en el frente, a modo de un rastreador. El grupo se compacto, aún numeroso.

En Amorebieta, abierto el paisaje al urbanismo, brotaron las bonificaciones, las monedas que va dejando la organización como premio. Gregorie se quedó con tres segundos, Skjelmose, con dos, y Vingegaard obtuvo otro. El líder no perdonó ni ese segundo. No se sabe si lo necesitará. La iglesia de San Miguel de Dudea era la llamada a la oración, a la penitencia.

Entre bosques, por carreteras estrechas que se hermanan con rampas duras, toscas, de mirada torva y estupendas vistas siempre que uno deje de mirar al suelo a modo de un penitente, se adentró la Itzulia. El esfuerzo tiende a clavar los ojos en el asfalto ajado y añejo. Un paredón. El de Tolsan. Un disparo a quemarropa.

Vingegaard siempre atento

En el rampón que dio la bienvenida con un puñetazo, Mas enseñó los dientes. Le colocó el bozal Vingegaard, que no quiere revueltas ni machinadas. Se produjo el efecto dominó. Landa, Gaudu, Izagirre, Sobrero e Izagirre se prensaron. En ese zigzag, las bajadas era para valientes. No sobraba un palmo por los costados. Apretada la carretera. Prensada. El de Ormaiztegi tensó en una bajada loca. Le secó el líder, que dejó que Attila Valter pusiera orden en una final desmadejado.

Plegado Autzagane, que se subió por la vía de servicio, se desplomó en cascada el grupo de favoritos, Higuita se desenganchó antes que nadie. El colombiano, que se quedó trabado en el repecho de Villabona con Juanpe López, derrotó a Bagioli y Skjlemose con una autoridad absoluta en la meta que acogía el Gran Premio de Primavera. Un ramo de flores para el colombiano. Vingegaard descontó otro día en el liderato al lado de Landa. Les espera el polvorín de Eibar. El tiempo vuela. El último baile de la Itzulia cita a Vingegaard y Landa.

2023-04-08T15:58:04+02:00
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