Buena pirueta la que se marcó ERC en el Parlament el pasado viernes, después de haber aportado en el Congreso español los apoyos decisivos para que saliera adelante la ley de vivienda del que llaman Estado vecino y a veces hasta opresor, se sumó a Junts en la Cámara catalana para exigir que el gobierno recurriera la norma porque invade las competencias propias.

Faltó Tamariz o mi abuela preguntando si para este viaje hacían falta semejantes alforjas aumentando a aquel que asó la manteca. No sabe uno si 'despiporrarse' de la risa o llorar un océano ante la justificación de un 'culiparlante' de Esquerra que atiende por Pau Morales: "Quien use la soberanía para preservar modelos caducos hace daño a la causa que dice defender", expetó. Lo divertido a la par que revelador es que los de Oriol Junqueras y Gabriel Rufián dejan en evidencia a EH Bildu, su socio, en las irredentas tierras vascongadas. Anda que no hemos escuchado "cagüentales" de las gargantas más reputadas de la izquierda soberanista por la negativa del PNV a respaldar la ley y no digamos ya, ante el anuncio del Gobierno vasco, de impugnarla. Los jeltzales fueron tildados de neoliberales cómplices de los fondos buitre y los señores del ladrillo. El tiempo deja a los aventadores de esos insultos, en su lugar, como los sustentadores contra viento y marea de una ley que rezuma centralismo español.