La Navidad trae consigo días de celebración, de reencuentro y de mucha ilusión, sobre todo para los más pequeños de la casa, quienes viven las fiestas con la vista puesta en el Día de Reyes.
Tras recorrer en la tarde del 5 de enero las calles de pueblos y ciudades en vistosas cabalgatas, los Magos de Oriente, acompañados de una legión de pajes, se dispondrán a repartir los regalos por todos los hogares.
Por ello, en la víspera del 6 de enero, los niños y los no tan niños dejarán en las casas los zapatos limpios a los pies del árbol de Navidad, una tradición que, aunque los modelos de calzado y los tipos de regalos hayan evolucionado con el tiempo, se mantiene intacta.
¿De dónde viene esta tradición?
El primer árbol de Navidad en España data del año 1870. Fue la aristócrata rusa Sofía Trubetskaya, esposa de José Isidro Osorio, duque de Sesto, quien ordenó colocar uno en el desaparecido palacio de Alcañices, ubicado donde hoy se encuentra la sede del Banco de España, en Madrid.
Y, aunque dejar los zapatos a los pies del árbol es una tradición muy arraigada que va pasando de padres a hijos, es complicado conocer su auténtico origen, ya que existen distintas versiones.
En el cristianismo, la tradición de los Reyes Magos tiene su origen en el Evangelio de san Mateo. Cuenta cómo sus majestades recorrieron una larga distancia siguiendo a la estrella de Belén para llegar al portal y ofrecer sus regalos al Niño Jesús.
Precisamente, en México es costumbre colocar los zapatos junto a al pesebre, para que los Reyes Magos los vean cuando se acerquen a adorar al Niño Jesús.
Generosidad y recompensa
Otra versión señala que los niños que eran vecinos del Niño Jesús le regalaban sus zapatos viejos, puesto que el hijo de María y José era más pobre que ellos y andaba descalzo.
La leyenda cuenta que estos lavaron sus zapatos y los dejaron en las ventanas para que se secaran. Sin embargo, al día siguiente se los encontraron llenos de regalos y dulces que los Reyes Magos les habían dejado como premio por su buena voluntad.
Zapatos fuera del templo
Otra versión nos traslada hasta los siglos XV y XVI en los Países Bajos. Según la tradición, los pobres dejaban sus zapatos fuera de los templos para que los ricos depositaran allí sus limosnas. Al día siguiente, se repartían los regalos entre las familias pobres.
En los Países Bajos se celebra San Nicolás el 6 de enero, personaje del mundo antiguo a quien se atribuye la identidad de Santa Claus, y la noche anterior todavía se deja un zapato fuera de casa.
Número y tamaño
Otra explicación de esta tradición es que, gracias al número de zapatos que hay junto al árbol, Melchor, Gaspar y Baltasar saben cuántas personas viven en ese hogar y, por su tamaño, si son niños o adultos. En función de eso sabrán el número de regalos que tienen que dejar y de qué tipo tienen que ser.
La tradición es poner los zapatos junto al árbol, pero hay quien prefiere hacerlo cerca de la puerta, en la habitación de los niños o en la terraza o en el balcón. También está permitido innovar y las personas más creativas podrán decorar el calzado con luces, acompañarlos de calcetines navideños decorativos o incluso dejar a los Reyes Magos un mensaje especial.
Ya lo ves, en la víspera de Reyes, no te olvides de colocar el zapato a ser posible debajo del árbol, como manda la tradición. ¡Ah!, y acuérdate también de dejarles a sus majestades un pequeño tentempié (un poquito de turrón, unas copitas de champán…) y agua para los camellos. Les espera por delante una larga y agotadora noche de trabajo antes de emprender el regreso hacia Oriente.