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Borbón y cuenta nueva (+10)

Felipe VI cumple 10 años en el trono tras forzar la abdicación de su padre con la ayuda de PP y PSOE
El rey emérito, tras aterrizar en Vigo este miércoles.
El rey emérito, tras aterrizar en Vigo este miércoles. / EFE

El encabezado de esta página es exactamente el mismo que el de las líneas que escribí hace ahora un decenio y un par de semanas, después de que se anunciara la sorpresiva abdicación del Borbón Campechano en la persona de su hijo. Ya desde ese instante, todo olía a operación palaciega para tratar de frenar la cuesta abajo en la rodada de la monarquía que representaba un tipo que coleccionaba escándalos y bochornos ya imposibles de ocultar.

Como suele ocurrir, al cumplirse el aniversario redondo, empiezan a cantarnos la gallina de cómo se tramó la intriga para quitarse de en medio a quien había pasado de “salvador de la democracia” a lastre del que había que deshacerse cuanto antes.

Aunque la versión oficial –que esta vez no escribió la recién difunta Victoria Prego– nos contó que se había tratado de una decisión personal muy meditada del rey viejo, ahora ya se sabe que no fue así. Al revés, el carcamal se resistió con uñas y dientes porque tenía la intención de morir sobre el trono.

‘Matar’ al padre

No es difícil de imaginar los argumentos con los que lo convencieron de que le convenía dar un paso a un lado. En alguna oscura covacha debe de haber miles de documentos gráficos y audiovisuales sobre ciertos comportamientos regios no demasiado edificantes.

Por supuesto, su inminente sucesor estaba al corriente de la confabulación contra el autor de sus días y se limitó a esperar que cayera de maduro. En eso demostró ser un Borbón de libro y, desde luego, digno hijo de su padre. No se olvide que Juan Carlos le birló la corona a su viejo, el llamado Don Juan, sin que le temblara el pulso. Quien a hierro mata a hierro muere.

Por si quedaban dudas de que entre su sangre y el trono, Felipe VI prefería lo segundo, no tuvo empacho en facturar al marido de su madre al exilio dorado de Abu Dhabi.

Fue su forma de demostrar que él representaba todo lo contrario que su antecesor.

Y la cuestión es que, al paso del tiempo, los que detestamos la institución que el tipo encarna debemos reconocer que la jugada no les salió nada mal. La monarquía que se iba irremisiblemente por el desagüe sigue ahí, como el dinosaurio de Monterroso.

2024-06-20T04:39:03+02:00
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