Voy a empezar donde lo dejé ayer. Antes del punto final, subrayaba que tras lanzar el anteproyecto de Ley Vasca de Educación al Parlamento era fundamental que a ninguna de las tres fuerzas del acuerdo básico les temblaran las piernas. Que Elkarrekin Podemos se iba a desmarcar al primer bote era algo amortizado y radiotelegrafiado por los rojimorados.

Dando por hecho que el partido mayoritario del gobierno no se va a mover, las posibilidades de llegada a puerto dependen de su socio, el PSE, y de la segunda formación del país, EH Bildu.

Empezando por ahí hay que reconocer que la coalición soberanista ha estado en su sitio en su primera reacción. Sin dejar de señalar el recorrido pendiente, su director de programa, Pello Otxandiano, valoró el texto como un paso en la buena dirección y habló de oportunidad que no debemos perder.

La declaración se aprecia más teniendo en cuenta que en amplios sectores de la izquierda abertzale se han escuchado voces muy críticas contra el proyecto. No va a faltar, por lo tanto, presión interna. 

Bastante más decepcionante ha sido la postura de saque del PSE. Después de que los consejeros socialistas votaran el anteproyecto, el secretario general de la franquicia vasca de Ferraz soltó el jarro de agua fría.

Es verdad que horas después recogió algo el cable, pero es evidente también que el locuaz Eneko Andueza va a tratar de pescar en el río que está revolviendo la derecha política española, con sus terminales mediáticas en producción a destajo de exabruptos y falacias. El titular más repetido ayer era que el español, o el castellano, quedaba expulsado de las aulas. El camino va a ser largo, y toca estar a la altura.