Es difícil no encabritarse ante el torrente de rancios dirigentes de Vox que a punto de acariciar pelo gubernamental las primeras medidas que anuncian son la supresión de los organismos de igualdad y en el mismo viaje el recorte económico para las políticas correspondientes.
No suficientemente satisfechos con la chulería, algunos de los abascalidos, sin pedir siquiera que les sujetaran el sol y sombra, han corrido a proclamar que la violencia machista no existe. Es la prueba de los subiditos que van los cavernarios gracias a la alfombra azul que ha desplegado ante ellos el Partido Popular. Si no fuera porque estamos hablando de algo tan delicado, enternecería y provocaría risa la respuesta de los genoveses. Pretendiendo que no sabemos de su papel de consentidores y promotores, Núñez Feijóo en persona y su delegado para las evanescencias moderadas, Borja Semper, claman en Twitter "Ni un paso atrás". Pero hasta la fecha no han roto ni uno solo de los chopecientos pactos con los bárbaros de Santiaguín.
Por lo demás, la campanuda declaración apesta a fariseísmo que es un primor. El otro día el mesías gallego, que probablemente acabe durmiendo en la Moncloa, afirmó en una entrevista que una de las primeras medidas de su plan de derogar el sanchismo sería la supresión del Ministerio de Igualdad. Como mucho, lo convertiría en apéndice menor de otro departamento. ¿Saben lo peor de todo? Que estoy por apostar que semejante medida no tendría una gran sanción social. Y ahí es donde cabe preguntarse por qué a pie de calle despiertan tan poco entusiasmo las entidades oficiales que nominalmente se dedican a la igualdad