Actualizado hace 58 segundos
Cuando llega el frío, el cuerpo nos pide algo que nos nace casi automático: más manta, más edredón, calcetines gordos y hasta sudadera. La lógica es “si tengo calor, duermo mejor”. Pero muchas veces pasa justo lo contrario. Taparse demasiado es un hábito bastante común en invierno y, aunque parezca cómodo al principio, puede acabar haciendo que duermas peor, te despiertes más veces o te levantes con sensación de cansancio.
El calor excesivo corta el sueño
Para dormir bien, el cuerpo necesita bajar un poco la temperatura interna. Es parte del mecanismo normal del sueño y cuando anochece, el organismo se enfría ligeramente para entrar en modo descanso. Si te tapas demasiado, esa bajada no ocurre bien y al cuerpo le cuesta mantener el sueño profundo. Te duermes rápido porque estás calentito, pero a la hora o dos te despiertas con calor, sudando o agobiado, y te cuesta volver a conciliar el sueño. Mucha gente ni lo relaciona con la manta, pero es una causa muy habitual.
Una niña se cubre con un edredón nórdico.
Señales de que te estás pasando
Hay pistas bastante claras de que te estás tapando demasiado. Si te despiertas con sudor en el pecho, la nuca o la espalda, si notas la boca seca, si te quitas la manta a mitad de noche sin darte cuenta o si te levantas con una sensación como de “resaca”, es probable que el problema sea exceso de calor. También pasa cuando empiezas la noche congelado pero luego entras en calor y vas quitando capas sin parar.
En la cama el frío se siente sobre todo al principio, antes de que el cuerpo caliente las sábanas. Pero el calor que generamos durante la noche se queda atrapado entre las capas de la cama y va subiendo sin que lo notes. Y ahí es donde el sueño se corta.
Cómo taparse bien
No se trata de pasar frío, sino de regularse mejor. Lo que suele funcionar es usar capas ligeras en vez de una sola ultrapesada. Por ejemplo, una manta fina con un edredón medianamente grueso para poder quitar una capa fácil si te entra calor. También ayuda que el edredón sea transpirable y no de un material que atrape la humedad. Si eres de los que se hiela al meterse en la cama, una solución más inteligente es calentar la cama antes de entrar con una bolsa de agua caliente durante 10 minutos, con una manta eléctrica con temporizador o con un pijama un poco más abrigado.
Otro clásico es dormir con calcetines gordos o ropa térmica. Si tienes los pies helados, sí, pueden ayudar al principio, pero si luego sudas o te aprietan, te van a despertar. Es mejor usar un calcetín fino y transpirable o calentar los pies antes de dormir. Y con el pijama pasa igual. Si te acuestas con demasiada ropa, tu cuerpo no puede regular temperatura bien.