Sociedad

Patricia Bárcena: "Conservamos lo fundamental: el espíritu de lucha"

Directora de CEAR Euskadi
Patricia Bárcena, directora de CEAR Euskadi.

Patricia Bárcena formó parte de aquel grupo de estudiantes universitarios que en 1996 germinó en CEAR Euskadi y actualmente es la directora de la organización. Sobre los cambios y la transformación vividos desde entonces reconoce que han sido enormes. "Venimos de una oficina muy pequeña donde todos hacíamos de todo, no importaban los horarios, éramos gente muy joven con muchísima ilusión y cero experiencia. De eso hemos pasado a tener una organización más madura, con más experiencia, mejor estructurada y organizada, mantenemos gente con mucha ilusión pero somos muchos más y tenemos el trabajo mejor organizado", afirma.

En 25 años la sociedad ha cambiado mucho, ¿las actuaciones de CEAR Euskadi también han vivido esos cambios?

—Nuestro espíritu voluntario y de participación se ha mantenido, pero como el equipo actual es mucho más grande, eso nos da mayor amplitud de miras. Podemos hacer más cosas y también nos ha servido para ser más conocidos o reconocidos. Estoy orgullosa de que se mantenga el espíritu y la alegría por poder aportar a una parte de la sociedad que está en situación de desigualdad. Porque estas personas, por su condición de extranjeras, ya tienen una situación de subordinación con respecto a los demás y hay que hacer lo posible para favorecer la igualdad de derechos. CEAR Euskadi ha cambiado mucho, pero hemos conservado lo fundamental: el espíritu de lucha y el tener claro que nuestra misión es garantizar los derechos humanos de todas las personas que llegan.

¿Recuerda sus comienzos en la organización?

—Empecé como voluntaria de CEAR en el año 93 estando en la Universidad y a partir de ahí conocí a Javier Galparsoro, que en esos momentos trabajaba desde su propio despacho porque no había una sede de CEAR como tal. A finales de 1993 se alquiló una pequeña oficina al lado del despacho y ahí empezamos a colaborar una serie de personas voluntarias. Era la época en que llegaban a Bilbao muchas personas procedentes de Angola, también de Bosnia... Con el tiempo algunos de esos voluntarios decidimos crear CEAR Euskadi.

La procedencia de las personas refugiadas que llegan también muestra el paso del tiempo.

—A lo largo de los años hemos ido viendo que los perfiles y nacionalidades de las personas que llegan a Euskadi cambian y las violencias de las que escapan, también. Al mismo tiempo las necesidades de acogida y apoyo en la comunidad se han tenido que adaptar y en CEAR Euskadi hemos ido creciendo en función de las necesidades surgidas, de los nuevos conflictos.

¿No tiene la sensación de que los conflictos se superponen?

—Desgraciadamente muchos conflictos no han sido algo coyuntural. No hemos podido decir: Apoyamos ahora a esas personas porque hay una guerra, pero cuando acaben los enfrentamientos el problema desaparece. Ocurre justamente al contrario; ya teníamos conflictos antiguos y se les han sumado otros nuevos. Hay violencias que se perpetúan en el tiempo y hay muchas violencias nuevas que no tienen que ver con la guerra sino con la vulneración de derechos humanos en distintas formas.

De la situación actual, con esa acumulación de conflictos, ¿qué le preocupa más?

—Nos preocupa en general la posición del Gobierno español, que no está siendo garante del derecho de asilo en España. El reconocimiento de protección es bajísimo. Que España esté concediendo estatutos de asilo o de protección subsidiaria a tan solo un 5% de la población que los solicita denota que no hay una posición clara a favor del derecho de asilo.

¿Qué personas se están quedando ahora sin esa protección?

—Hay peticiones de asilo por parte de nacionalidades muy variadas. Nos preocupa especialmente la posición que está teniendo el Gobierno español con respecto a Colombia, que es el segundo país con mayor número de solicitantes y donde hay una vulneración sistemática de derechos humanos. En Colombia, hoy día se están reprimiendo las protestas con balas, la gente no se puede expresar libremente, hay zonas del país que están copadas por grupos armados, militares o paramilitares, que persiguen y no protegen a las personas defensoras de los derechos humanos y a esas personas no se les está reconociendo ningún tipo de protección. Ni siquiera se les está concediendo una autorización por razones humanitarias, fuera del marco del asilo, como está ocurriendo con las personas de Venezuela.

"Conceder protección a un 5% de la población que la solicita denota que no hay una posición clara a favor del derecho de asilo"

08/06/2021