Política

Juan Carlos I, un monarca en rebeldía

La imagen de despreocupación del exjefe de Estado ha sido constante durante el fin de semana. Foto: Efe

Juan Carlos I no atiende a consejos de su hijo o de la Casa Real y actúa como si estuviera por encima del bien y del mal, indiferente al efecto que surte en la opinión pública su vuelta

LAS imágenes de este fin de semana en Sanxenxo han mostrado a un rey emérito alegre, descreocupado y sin pudor alguno por mostrarse en público a pesar del escándalo que ha generado a todos los niveles su regreso al Estado español tras dos años exiliado voluntariamente en Emiratos Árabes Unidos. Ahora, una vez cerradas todas las investigaciones en su contra por el Tribunal Supremo –órgano que ha constatado en cualquier caso hasta siete delitos cometidos en su actividad de comisionista–, Juan Carlos I ha desoído los consejos de su hijo y la institución real para precipitar su vuelta y poder disfrutar de las regatas y de la compañía de sus amigos en Sanxenxo, donde se han dado cita cientos de periodistas dispuestos a seguir paso a paso las andanzas del rey.

El exjefe de Estado se ha convertido por tanto en un monarca en rebeldía, ajeno ya a la correa de la institución encabezó durante casi cuatro décadas, de partidos y gobiernos o, lo más importante, de una Justicia que ha sido incapaz de llevar a buen puerto investigación alguna en su contra. Ahora, Juan Carlos I se sabe impune y actúa como si estuviera por encima del bien y del mal, indiferente al efecto que surte en la opinión pública su regreso.

Conserva además, como se ha visto estos días, cierto apoyo popular que le permite pasearse por Sanxenxo siendo aclamado por centenares de vecinos en lugar de recibir la reprimenda ciudadana que a priori merecería por sus actividades irregulares y enriquecimiento personal durante años.

Pero los defensores férreos de la monarquía española no atienden ya a razones y han convertido su causa más en un acto de fe que en hechos y actuaciones concretas de la Casa Real. Por tanto, a un sector de la población del Estado español no le afectan o importan las conductas del rey emérito o de su sucesor, Felipe VI, y lo mismo ocurre en un estrato del arco parlamentario, con una derecha que se mueve en clave netamente ideológica y es capaz de defender lo indefendible en lo que a la jefatura de Estado se refiere.

Para muestra, las declaraciones en las últimas horas de la portavoz del PP en el Congreso, Cuca Gamarra, de los principales dirigentes de Vox o del nuevo presidente de Galicia, Alfonso Rueda, que ha llegado a afirmar que la visita del rey emérito a Sanxenxo es una oportunidad para la "promoción turística" de la comunidad que lidera.

Pero mientras la derecha tiene relativamenta clara su postura ante los últimos acontecimientos, en medio de la tormenta se encuentra un PSOE titubeante, que siempre ha sido la llave del blindaje y supervivencia de la monarquía, pero al que ahora le da "bochorno" (en palabras de Carmen Calvo) el espectáculo ofrecido por Juan Carlos I estos días en Sanxenxo.

Los socialistas articulan su mensaje en torno a la idea de que el actual jefe de Estado, Felipe VI, es la antítesis de su padre y el llamado a renovar y depurar la institución. Pero si por algo se caracteriza una monarquía es por la imposibilidad de diferenciar la institución de la persona que la lidera debido al carácter hereditario del cargo, con lo que la estrategia del PSOE hace aguas por todos lados.

Con los sucesivos escándalos e idas y venidas del antiguo jefe de Estado parece muy complicado que la monarquía pueda acometer ese lavado de cara y ejercicio de transparecencia que busca el Ejecutivo de Pedro Sánchez. Juan Carlos I compromete con su actitud el reinado de su hijo y la pervivencia de la institución a largo plazo.

alternativa poco madura

Sin embargo, la alternativa republicana no parece estar madura todavía en el Estado, ni hay horizonte alguno de un movimiento que pueda forzar un debate real o una consulta vinculante sobre la jefatura de Estado.

Formaciones a la izquierda del tablero como Podemos o Izquierda Unida llevan años intentando articular un frente en esa dirección, pero sin apenas fuerza, debido en buena parte a la imposibilidad de sumar a la alternativa republicana a un PSOE que hasta el momento ha sido el mayor sostén de la monarquía.

Los defensores férreos de la monarquía han convertido su causa más en un acto de fe que en actuaciones concretas de la Casa Real

Con los sucesivos escándalos e idas y venidas del emérito parece muy complicado que la monarquía pueda realizar un verdadero lavado de cara

23/05/2022