Vida y estilo

Italia gana Eurovisión en el mejor homenaje a Franco Battiato

La banda de rock Maneskin otorga a Italia su tercer triunfo en Eurovisión

En la final más reñida de los últimos tiempos, Italia hizo el mejor homenaje al desaparecido Franco Batiatto al imponerse gracias al televoto a los otros dos grandes favoritos, Suiza y Francia, en la 65 edición del festival de Eurovisión en su regreso por todo lo alto tras el año de parón por la pandemia. España se dio un nuevo batacazo al hundirse en el puesto 24 con solo seis puntos y, lo que es peor, un rosco por parte del público.

El rock transgresor de Maneskin, que se disparó en las apuestas tras los ensayos con su Zitti e buoni y que triunfó en San Remo, otorga al país transalpino la victoria (con 524 puntos) tras las obtenidas por Toto Cotugno (1990) y Gigliola Cinquetti (1964), y hace justicia a Raphael Gualazzi (2011) Il Volo (2015) y Mahmood (2019). Pero sobre todo sus componentes (Damiano David, Victoria De Angelis, Thomas Raggi y Ethan Torchio) rindieron pleitesía a un icono como Battiato, que en 1984 dejó también una joya eurovisiva. Brillaron esas ágiles cuerdas en la línea de The White Stripes o Franz Ferdinand.

Celine Dion tendrá que esperar a ceder el testigo cuando todo hacía indicar con los votos del jurado que el triunfo se cantaría en francés en una pugna cerrada entre Gijon's Tears (Tout l'Univers) y Barbara Pravi (Voilà). La francesa, digna heredera de Èdith Piaf, se comió literalmente la cámara con una propuesta merecedora de engrosar la historia de la tradicional Chanson pero tuvo que conformarse con la segunda plaza (499 puntos). Vestida por Gaultier, con la melena suelta y rizada y la misma escenografía de la preselección, surgiendo entre las sombras, con planos y movimientos de cámara exquisitos, venía de ser la autora de Imagine, que llevó a la victoria a la pequeña Valentina en la versión Junior del certamen. Por su parte, el helvético acabó tercero (432 puntos), quizás por asemejarse al anterior ganador, Duncan Laurence, pero deleitó con su balada sobrecogedora y una puesta en escena innovadora y conceptual. Canción viralizada en el docushow de Rocío Carrasco.

Lo de España no tiene nombre. Ayer le tocó a Blas Cantó como antes a tantos otros. Antepenúltima con los 4 puntos del jurado de Bulgaria y los 2 otorgados por el del Reino Unido, al tiempo que el televoto le endosaba un 0, que no fue el único. Su emotiva Voy a quedarme, homenaje a su abuela fallecida por el covid, no pasó de ser una actuación correcta, digna, con una buena interpretación vocal y una puesta en escena simple presidida por una luna de siete metros de diámetro.

De las que se deja ver en los recap sin bochorno alguno pero muy limitada si hablamos de pelear no ya por ganar sino de marcarse un top 10, algo que la delegación que dirige Ana María Bordás y su jefa, Toñi Prieto, solo han logrado con Pastora Soler (2012) y Ruth Lorenzo (2014) desde que Rosa fuera séptima en 2002. De hecho, España no ha acabado entre las cinco primeras desde Anabel Conde en 1995. La falta de implicación del ente público ya no puede desesperar más a la comunidad eurofán, que es legión. No sirven las excusas de la geopolítica cuando Eurovisión es una marca rentable donde el gasto es menor en comparación que el de un solo programa relevante de la misma parrilla.

Cuatro 'roscos' del televoto

Por detrás de España solo quedaron Alemania (3 puntos) y la delegación británica, con 0, el segundo que se lleva Reino Unido en toda la historia del festival. Ninguno de ellos recibió un mísero apoyo del público, como tampoco el anfitrión, Países Bajos, cuarto por la cola (11 puntos). Por contra, destacó el alarde vocal de la joven maltesa Destiny (Je me Casse), con 255 puntos y séptima clasificada, pero poco valorada a travñes del teléfono pese a su electro pop-swing con mensaje de empoderamiento femenino y escenografía colorista y chispeante. La gala arrancó en el Ahoy de Róterdam con 3.500 espectadores (20% permitido de su capacidad) con la soberbia interpretación vocal y física, mezcla de Eleni Foureira y Lady Gaga, de la chipriota Elena Tsagrinou y su El diablo, que reventará cuando la pandemia lo permita pistas como lo hiciera Fuego. Sin embargo, cayó al puesto 16 (94 puntos), muy por de trás de la banda islandesa de Dadi, que actuó con actuación grabada y fue cuarta, y del folk ucraniano de Go_A (364). Completaron el top 10 los finlandeses Blind Channel, los lituanos The Roop, la rusa Manizha y la griega Stefania.

La carta emocional que tocó el corazón llevó la firma de la búlgara Victoria, mágica con Growing up is getting old en el tributo a su padre enfermo de ELA, representando el paso del tiempo, la melancolía y ese momento de crecer y madurar.Tras ella quedó el soul en inglés de los portugueses The Black Mamba. Fracasó la adrenalina de la sanmarinense Senhit y el rapero Flo Rida. Pero para debacle, y van... España.

23/05/2021