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Francisco Aizpurúa: “Llegó un día en que la hepatóloga me dijo: o viene un hígado pronto o te vas al otro barrio”

Villavés de 78 años, se considera una persona con suerte porque, pese a todo, ahora “estoy bien”
Francisco Aizpurúa posa junto a su hija Edurne y su nieta Iraia.
Francisco Aizpurúa posa junto a su hija Edurne y su nieta Iraia.

Francisco Aizpurúa Donázar, vecino de Villava-Atarrabia de 78 años, “estaba feliz trabajando y, de repente, me empecé a cansar un poco más”. Acudió a su médico de cabecera y, tras un análisis de sangre, le comunicó que tenía hepatitis C. Este técnico de maquinaria de hostelería continuaba con sus labores cotidianas porque, como apunta, lo bueno es que “el hígado no duele”, pero “aquello con el tiempo fue a peor. Los médicos hacían lo que podían, con los medios que tenían entonces, hasta que llegó un día –quince años después de recibir el primer diagnóstico– que me dijo la hepatóloga o viene un hígado pronto o te vas al otro barrio; aquí se acaba Francisco Aizpurúa”.

Como reconoce, “eso es durillo de oír”, pero aprendió a vivir con “esa espada de Damocles” sobre su cabeza. El órgano no tardó en llegar y le trasplantaron en el año 2014. Una época “durísima, porque digan lo que digan no es ninguna broma, pero esa etapa ya se superó”, relata. Poco después, en 2015, la hepatitis C vivió una revolución en su tratamiento porque aparecieron unos nuevos medicamentos (antivirales de acción directa de segunda generación) capaces de curar el virus sin apenas efectos secundarios.

“El trasplante fue muy bien”, indica Francisco y la hepatóloga le ofreció la posibilidad de tomar las nuevas terapias para acabar con la infección, ya que aunque tenía otro hígado, la sangre seguía siendo la misma. “La hepatitis C desapareció”, asegura. A partir de entonces, la doctora le comentó la posibilidad de participar en un ensayo para “ver si conseguíamos quitar la medicación para el rechazo” y lograron retirarla, “de tal forma que no tengo ni hepatitis, ni rechazo, ni tomo nada para evitar el rechazo”, aunque sí “tengo un hígado de otra persona”, sostiene agradecido, acompañado de su hija Edurne y de su nieta Iraia.

Francisco, que cree que se infectó cuando le operaron de una cadera hace más de 30 años porque “ahí empezaron a salir goteras”, afirma sonriendo que ahora se encuentra “bien, como un reloj”, pero aprovecha el Día Mundial de la Hepatitis –que se celebra este viernes– para enviarle un mensaje al Gobierno de Navarra: “Que no ande con chorradas de ahorrar un poquito, porque han gastado más dinero con nosotros por no haber invertido a tiempo”.

2023-07-30T05:36:03+02:00
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