Esto se va acabando

Al final, ha sido un visto y no visto. Quince días de campaña que han volado, diría yo que con más pena gloria. Incluso la aparente subida de temperatura de los últimos días a cuenta de los sucesivos patinazos del candidato Otxandiano al hablar de ETA no han sido más que efervescencia que se quedará en nada. Ya he dicho mil veces que, por desgracia, ni ETA (ni, ojo, Franco) dan ni quitan votos. Para nota, en todo caso, el último requiebro del aspirante de EH Bildu, con la socorrida fórmula del "pido perdón si he podido herir a las víctimas". ¿Cómo que "si ha podido"? ¡Que le han dicho que las ha herido, y mucho! Nada que no venga en el manual de disculpas forzadas que parecen equiparar un asesinato a un pisotón involuntario en un vagón de metro atestado. Todo, además, para no rectificar lo principal, o sea, que ETA fue una banda terrorista. Como doble guinda, lo poco creíble de que la explicación llegue a las puertas mismas de las urnas y la queja porque en campaña se hable de nuestro pasado reciente.

Pero, en realidad, no era ese el objeto principal de estas líneas. Lo que yo quería decirles es que estamos a punto de finiquitar otra campaña y que, salvo que me haya perdido algo, el personal está como estaba el día 5 de abril. No creo que el enorme esfuerzo que han hecho la mayoría de las formaciones por colocar sus mensajes y explicar sus programas haya movido más allá de un puñado de votos. Ese ejército de indecisas e indecisos (casi un 20 por ciento) que han venido señalando las encuestas sigue deshojando la margarita. O ni siquiera eso, porque es altamente probable que no hayan dedicado ni un segundo a reflexionar sobre lo que van a hacer pasado mañana. En el mejor de los casos, si no sale un día muy malo en lo meteorológico, se presentarán en su colegio electoral y, en el último segundo, optarán por la papeleta que menos rabia les dé. Así se escribe la historia.