Donostia: El agua de nuestros grifos, protagonista de un libro

El agua que llega a los grifos de Donostia y del resto de poblaciones unidas en la Mancomunidad del Añarbe es la protagonista de una nueva publicación presentada este viernes bajo el título Urak elkartuta/Unidos por el Agua, que pretende dar a conocer la historia de una realidad a la que muchas veces no se presta la debida atención.

“Damos por hecho que abrimos el grifo, sale el agua y ya está, pero hay muchas personas detrás”. Así lo señaló el historiador Iñigo Imaz que, junto con Iñaki Etxaniz, ambos miembros de la Asociación de Historiadores de Gipuzkoa Miguel de Aranburu, han investigado y escrito el nuevo título centrado en el origen de la entidad que abastece del líquido esencial a la comarca, además de ser responsable también de la depuración de las aguas y del saneamiento.

La publicación recuerda que desde finales del siglo XIX, con la industrialización y el ferrocarril que atrajo el turismo, Donostia se vio necesitada de encontrar recursos hídricos y por ello adquirió primero los derechos del agua de Artikutza y más tarde la finca entera.

La presa de Artikutza empezó a funcionar en 1899, pero ya entonces se había quedado pequeña para las reales necesidades de la población, explicaron los historiadores, acompañados de la presidenta de la Mancomunidad de Aguas del Añarbe, Jaione Hervás, que se despide de la institución estos días. La presa del Añarbe, de la que beben actualmente los municipios mancomunados, quedó inaugurada en 1976, aunque las aguas de su cuenca llegaban ya en 1899. De hecho, se inauguró una fuente en Alderdi Eder con motivo de la traída a Donostia de aquellas aguas. 

Los historiadores han mantenido entrevistas con numerosas personas que tuvieron que ver con la gestación de la presa de Añarbe, así como con sus descendientes. Todos los presidentes en vida de la mancomunidad así como el hijo de José Eizmendi, el primero de todos ellos, han aportado sus recuerdos para el libro, al igual que Nemesio Echániz, que fue director de obras de la presa de Añarbe. También los sucesivos alcaldes, que fueron igualmente presidentes de la entidad.

Presa de Añarbe. Gorka Estrada

Los historiadores también han conversado con José Ramón Luzuriaga, primer ingeniero asesor de la mancomunidad; Víctor Gastón, el primer empleado del ente; y Juan Santos López Antón, secretario entre 1977 y 1996.

Iñigo Imaz, además, recordó la importancia que tuvieron personas como José Zuazola, el ingeniero del Ayuntamiento de Donostia, que planificó las necesidades de la ciudad, así como el concejal de la época franquista José Eizmendi, luego presidente, que accedió al Ayuntamiento desde su posición de miembro del gremio de fontaneros.

Imaz recordó que el operario, que no era precisamente franquista y había servido obligado en los denominados batallones de trabajadores, sabía por su trabajo que el abastecimiento en Donostia no era bueno, ya que el agua no llegaba a los cuartos pisos del barrio de Amara, por ejemplo.

Eizmendi había tenido un jefe falangista en el batallón de trabajadores, con el que tenía buena relación y, gracias a los contactos de éste con el régimen y con el ministro Muñoz Silva, y con que Franco veraneaba el Donostia, el Ayuntamiento consiguió que se construyese la presa.

Sin embargo, tal y como señala la nueva publicación, el ministro franquista puso una condición: que no solo fuera para la capital sino para toda la comarca. Y así es, ya que la presa de Añarbe, ubicada en los municipios de Goizueta y Errenteria, sirve actualmente a los diez poblaciones de la mancomunidad: Donostia, Errenteria, Pasaia, Hernani, Lasarte-Oria, Oiartzun, Usurbil, Lezo, Urnieta y Astigarraga. En total, sus habitantes son casi la mitad de la población de toda Gipuzkoa.

La publicación Urak elkartuta/Unidos por el Agua está editada por Aguas del Añarbe y será enviada a todas las bibliotecas municipales de las localidades de la mancomunidad. Además, se puede consultar en la web de la entidad, donde se puede obtener el libro en formato pdf.