Conoce de sobra Alessandro de Marchi cómo funciona el negocio, cuáles son los engranajes que mueven el mecanismo. El italiano es uno de los ciclistas más veteranos del pelotón. Reivindicó esa posición. Dentro de poco más de un mes cumplirá 38 años, la senectud cuando se trata de competir, pero también la sabiduría que da la biografía vivida. La experiencia acumulada ayudó a De Marchi a arrancar una victoria estupenda del Tour de los Alpes, carrera que domina Tobias Foss, vencedor la víspera.
Dos años después de su último logro, a un palmo de cruzar la meta en suelo austriaco en un día que había amanecido en Italia, en Salorno, De Marchi señaló de manera ostensible, sin disimulo alguno, en dos ocasiones, para que no hubiera dudas ni malentendidos, los nombres de los patrocinadores que sostienen su equipo. Así anunció su laurel en Stans en la segunda jornada del Tour de los Alpes, carrera que lidera Foss.
Ataque en la última subida
Para llegar sin sombra (Joan Bou, del Euskaltel-Euskadi, fue quinto en meta) que le estropeara la coreografía del triunfo, el italiano soltó a sus compañeros de fuga en el ascenso a Gnadenwald, la última subida de la jornada, con un pie en Italia y otro en Austria.
El Tour de los Alpes, una oda a las montañas formidables, es una competición transfronteriza. Después de someter a los otros fugados en el momento preciso y de gestionar la renta que disponía, De Marchi tomó el tobogán que le encaminó risueño a su séptima victoria en el profesionalismo.
Lo subrayó un par de veces antes de elevar el puño al cielo reivindicando la experiencia, la vigencia de los tipos que se acercan al ocaso en el ciclismo de los jóvenes pizpiretos. En representación de los veteranos, De Marchi atraviesa la frontera para ganar.