Vida y estilo

“Creo que el amor es un factor de transformación, algo que te cambia”

El actor leonés sintió un auténtico flechazo cuando le presentaron el nuevo proyecto que ahora ve la luz en Movistar Plus+, una nueva y moderna adaptación en la pantalla del clásico de Alejandro Dumas
Roberto Enríquez
Roberto Enríquez

El Conde de Montecristo es una de las historias más clásicas, un relato de venganza madurada con el tiempo que ahora llega adaptada en la era contemporánea producida por Secuoya Studios y William Levy para Movistar Plus+, una nueva apuesta de la que sus actores están muy orgullosos. Roberto Enríquez (León, 1968) solo tiene buenas palabras para esta nueva producción que llega cargada de sorpresas y paisajes increíbles.

¿Cómo ha sido para usted ayudar a dar vida a esta clásica historia del Conde de Montecristo en la era actual?

La verdad es que ha sido una experiencia maravillosa, entre otras cosas por lo que dices, creo que han estado bastante acertados en la adaptación, porque a veces no es fácil adaptar un clásico, y yo creo que lo han hecho con mucha fortuna y tiene algo muy exótico. De repente, todo ocurre en Cuba, en La Habana, y luego se traslada a Miami la acción en la actualidad y a Madrid. Creo que está muy bien hecho el traje a la historia con esta adaptación. Por eso digo que para mí ha sido un placer. Además, he coincidido con actores con los que no había trabajado nunca y otros con los que vengo trabajando desde hace años. Y encontrarte, reencontrarte, siempre es una gozada igual que con Alberto Ruiz Rojo, el director, que hacía ya quince años que habíamos trabajado juntos y nos hemos reencontrado. Ha sido muy especial, la verdad, y además con un personaje tan maléfico (risas). 

Cuando le llegó el guion lo aceptó inmediatamente, ¿verdad?

Sí. Me llegaron los dos primeros capítulos. Primero, venía de la mano de Alberto, que es un director maravilloso, y al leerlos me parecieron muy buenos, me gustó mucho cómo estaba escrito y contado. Me leí el desarrollo de la serie y me sedujo radical. 

Cabe reconocer que la historia de El Conde de Montecristo es uno de los relatos de venganza más conocidos. ¿Eso ha sido un reto añadido o un sueño cumplido?

Yo, con respecto a Montecristo, nunca había ambicionado ni soñado contar esta historia. Lo que sí fue un reto es cuando me propusieron la historia y me dijeron que iba a ser una historia contemporánea, tenía curiosidad por ver cómo lo habían adaptado. Y una vez que lo leí dije: “Sí que es un reto interesante hacer esto”. Pero bueno, para subir a ese Himalaya contábamos con el mejor equipo de sherpas, y el mejor equipamiento. Me parecía que era fácil no solo que el reto se cumpliera. De verdad, que cuando vendemos una historia en el manual del buen vendedor está hablar bien de lo que vendemos (risas). Pero es que de verdad hemos estado viendo la serie en casa de Alberto por completo, y el equipo estábamos eufóricos, porque nos ha parecido un resultado muy bueno. Y ha sido un trabajo de todos, desde la música, la fotografía, cómo está contada la historia, etc. Hay algo muy potente.

Una de las reflexiones más interesantes que arroja El Conde de Montecristo es que todo lo que construye Edmundo Dantés está erigido sobre mentiras. Cuando eso ocurre, todo puede caer como si fuera un castillo de naipes, ¿no?

Sí, aparte hay una frase al principio de la serie que dice Si emprendes el camino de la venganza, cava dos tumbas. Una para tu enemigo y otra para ti. Entonces, hay algo muy bonito que ocurre en un momento dado como en las buenas tragedias hacia el tercer o cuarto acto. El personaje que está en esa línea de venganza, a través de otro personaje -el de Esmeralda Pimentel- empieza a dudar de si esa venganza es la mejor opción, y si eso no lo va a destruir a él también. Lo bueno de la historia, igual que mi personaje, es que los personajes cuando son ricos es cuando tienen contradicciones. Y sí, el personaje emprende un camino de venganza, pero lo bueno es que duda y tiene un conflicto consigo mismo de si eso es lo mejor. Y pasa con todos los personajes, con el mío también. Sí que es verdad que tiene una línea de acción que es la corrupción, la parte oscura... Pero luego también tiene muchas dudas y sufre por cosas horribles que hace. Eso es lo que lo hace más interesante porque es más real. 

Montecristo

Montecristo Movistar Plus+

No todo es blanco o negro. Centrándonos en su personaje, que aun teniendo esas dudas es el malo de la película, ¿cómo ha sido ponerse en esa piel?

Los malos siempre son interesantes de hacer, sobre todo si no son malos de una pieza, sino que tienen contradicciones. Hacer un personaje de estos que amenaza a otro, que lo extorsiona, que juega sucio y se mueve al margen de la ley, para mí como actor a mí me da un placer especial porque como es un terreno totalmente vetado, obviamente, hacerlo siempre es muy gustoso, es como un juego. Lo chungo es cuando se reproduce en la realidad. Pero hacerlo como actor, como juego, es muy interesante. También es verdad que somos tres patas de alguna manera, porque esa parte oscura está representada también por Juan Fernández -mi suegro en la serie- y por Itziar Atienza -que hace de una política que es bastante posible que gane las elecciones-. Y estamos ahí los tres jugando una partida de póker estupenda. 

Vamos, que Roberto y Fernando son como la noche y el día. 

En lo principal sí, pero todos, hasta el más canonizado, tenemos una parte oscura que a veces está ahí. Y lo bueno de los actores es que nos relacionamos con esas partes, y tenemos la opción de sacarlas para trabajar. Pero bueno, sí, creo que soy bastante menos malo que Fernando.

Decíamos antes que una de las claves de Montecristo es analizar hasta dónde está uno dispuesto a llegar por conseguir lo que quiere. ¿Qué papel cree que juegan el deseo o la venganza en nuestras vidas?

Esto que voy a decir se viene diciendo desde los griegos. Pero de verdad que en momentos hemos vivido la civilización cierta moral, que el cocinar a fuego lento el éxito da un mejor resultado. Ahora, con esta cultura de la inmediatez eso no está en alza. ¿A quién le dices ahora “Mira, tírate no sé cuántos años preparándote para esto que luego tendrás tus frutos”? Eso no está en alza. Lo que está en alza es todo lo contrario, el que obtiene un éxito feroz, el que está súper presente... Y lo vemos en todos los ámbitos. En nuestra serie hay una trama política que dices “¿Qué estoy viendo, las noticias o la serie?”. 

Lo que decimos de que la realidad a veces supera la ficción, ¿no?

Sí, la realidad por supuesto siempre supera la ficción. Pero yo creo que la serie retrata muy bien este momento de que el becerro de oro es el éxito rápido. Y cuanto más dinero mejor, da igual lo demás... Entonces, no sé... A mí hay muchas cosas que me frustran de esto que estamos viviendo. Por eso me parece que está muy bien cuando de repente se hacen historias o reflexiones sobre qué significa todo esto. 

¿Y el amor, qué papel juega?

Yo creo que el amor es un factor de transformación, algo que te cambia. Yo creo que el amor, afortunadamente, no solo el de pareja, sino en general, creo que te cambia. Es la vacuna contra todo esto. Me parece que es lo más importante, y yo creo que ese es el éxito. Si finalmente te vas dejando gente que te ama, creo que es lo máximo, el mayor éxito de todos. 

Usted viene de producciones en las que, como en esta, el peso de los recuerdos está muy presente. Es el caso también, por ejemplo, de La cocinera de Castamar. ¿Cómo es dar vida a personajes que guardan tantos lazos con el pasado?

Creo que eso es la vida, el pasado tiene que ir como la sombra, caminando a nuestro lado. El personaje de La cocinera venía de perder al amor de su vida, y con una bola de preso en el tobillo tremenda. Y esta historia también, porque estamos hablando de personajes que si no son el brazo ejecutor, son los que dan la orden. Vete tú a la cama después de eso. Nadie que haga algo tan abyecto puede luego vivir como si nada hubiera pasado.

Y el futuro, ¿qué le depara a partir de ahora? ¿Hay algún papel con el que sueñe?

Me gusta mucho hacer teatro, y hay personajes que no he hecho y me gustaría. Por ejemplo, en Largo viaje hacia la noche, de Eugene O’Neill, hay un personaje que es el padre de Tyrone Power. Los actores somos buscadores de oro, y queremos personajes que sean pepitas de oro.

2023-05-02T17:09:07+02:00
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