Fiel a su compromiso de desempolvar del eterno castigo del olvido episodios de la historia reciente de Bilbao, la actual corporación ha colocado en el hall de la Casa Consistorial una placa en recuerdo del equipo municipal elegido en las urnas en 1931. Aquel que fue despojado de su autoridad popular, perseguido por sus ideas, encarcelados unos y desterrados o incluso fusilados otros a los pocos días de que las tropas franquistas ocuparan el botxo, como fue el caso de Alfredo Espinosa Orive, el mismo que hoy en día da nombre a una calle en Miribilla, en las inmediaciones de Urretxindorra Ikastola.
La placa comparte espacio con el pergamino del acta de toma de posesión de aquella corporación fechado un 12 de abril de 1931. El alcalde Juan Mari Aburto y la corporación actual ha recibido a media docena de familiares de aquella corporación democrática, con su alcalde Ernesto Erkoreka a la cabeza, que fue borrada por la fuerza de los diarios de sesiones del Ayuntamiento. Por eso el acto de hoy -y otros de naturaleza similar en Artxanda, Santutxu, Begoña…- para la recuperación de la memoria histórica son tan importantes.
Así lo ha expresado José Alberto Erkoreka, nieto de aquel primer edil republicano y humanista que fue desterrado a Valladolid. A sus 89 años todavía mantiene vivo el recuerdo de su abuelo Ernesto, los paseos que daban por Indautxu y El Arenal, y las charlas que tenían. “Me he emocionado. Mi abuelo murió cuando yo tenía 23 años. Todos los sábados hablábamos y tuve la suerte de estar junto a él pues unos cinco o seis años. Era muy sensible humanamente”, ha resumido rodeado de su núcleo familiar.
Aquel Ernesto Erkoreka -que hoy cede su nombre a una plaza cerca de la casa consistorial- nunca cobró sueldo como alcalde porque lo entregaba todo a las familias de Rekalde que pasaban apuros económicos. Y se empeñó en fomentar la educación entre los colectivos más desfavorecidos levantando escuelas públicas durante los años que estuvo al frente de la Alcaldía. Su compromiso también fue clave para ‘democratizar’ los comedores sociales para las proles de familias obreras. Y, en lo político, defendió a capa y espada el Concierto Económico, lo que le valió el destierro.
Otro de los que se vio empujado a abandonar el botxo fue Nicolás de Madariaga Astigarraga, teniente de alcalde de ANV. Su nieta Maitena era un bebé cuando todo aquello ocurrió. Hoy en día recuerda, por lo que le dijeron años después, que salieron a la carrera de Algorta para embarcarse en el ‘Goizeko Izarra’ hasta la costa de Iparralde y desde allí hasta Chile, donde residieron durante diez años hasta su regreso. “Mucha zozobra cuando todo aquello. Hay que hacer justicia”, ha expresado en declaraciones a DEIA.
Durante el homenaje, el alcalde Juan Mari Aburto ha subrayado la necesidad de “mantener y difundir la memoria histórica, especialmente entre las generaciones más jóvenes, para vacunarnos contra los extremismos que acechan nuestra convivencia y que tanto sufrimiento han causado en nuestro pueblo y en el mundo entero”.