En el Día Mundial Contra la Pena de Muerte, Andrés Krakenberger, representante de la Asociación Cultural contra la pena de muerte Pablo Ibar asegura que "la gente favorable a la pena capital defiende que es un castigo disuasorio y que baja las tasas de criminalidad, pero es radicalmente falso. En los propios Estados Unidos, aun siendo una sociedad económicamente desarrollada, las tasas de criminalidad están por las nubes".
Según Krakenberger "se han hecho estudios en muchos países que demuestran que la pena de muerte sencillamente no es más disuasoria que cualquier condena de larga duración. Hay también quien justifica la pena capital de forma religiosa, ateniéndose al Antiguo Testamento, ojo por ojo, diente por diente. Pero, claro, eso es justificar la venganza pura y dura, eso no es justicia"
Muchas personas condenadas a muerte proceden de entornos económicos desfavorecidos o de sectores socialmente marginados. Por ejemplo, en India, más del 70% de las personas sobre las que recae esta sentencia proceden de las capas más pobres de la sociedad, mientras que, en Estados Unidos, más del 90% se encontraban en situación de vulnerabilidad económica.
Para Krakenberger "en un país con un sistema judicial como el de EE.UU. desgraciadamente si quieres un abogado experto en un caso de pena de muerte se necesita mucho dinero".
En marzo de ese año, Virginia se convirtió en el primer estado sureño en abolir la pena de muerte en EE.UU. tras haber ejecutado a unas 1.400 personas desde su fundación como colonia en 1600.
Cuatro países acaparan el mayor número de ejecuciones en el mundo: China, Irán, Egipto y Arabia Saudí.