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Van Aert pierde la etapa por celebrar la victoria antes de tiempo en la línea de meta

Dauphiné
David Gaudu supera a Van Aert, que se creía ganador.
David Gaudu supera a Van Aert, que se creía ganador.

Después del trueno de Nadal, de su decimocuarto cañonazo salvaje desde la tierra de Roland Garros, su latifundio, el eco retumba en las entrañas del ciclismo francés. Thibaut Pinot y Guillaume Martin, dos de los referentes de la armada gala, criticaron la infiltración del tenista para dormir el pie (horadado por el dolor) y poder así competir.

Lacónico, Pinot lanzó a través de las redes sociales: "Los héroes de hoy€" con dos emoticonos. Un rostro pensante y otro de cara derretida. Se refería al tenista y a su tratamiento como héroe, elevado a los altares. Martin, ciclista y filósofo, se mostró contrario a esa clase de procedimientos médicos. "Lo que hizo Nadal habría sido imposible en el ciclismo, y eso me parece normal", analizó Martin. La UCI prohibió el uso de agujas en 2011 por razones evidentes: los usos y costumbres en el pelotón, enfangado en numerosas ocasiones en escándalos de dopaje.

DEBATE SOBRE NADAL

"Si estás enfermo o lesionado, no corres, no compites, eso tiene sentido para mí, por varias razones. En primer lugar, por la salud de los deportistas. A largo plazo, no estoy seguro de que le vaya bien al tobillo de Nadal. Además, los medicamentos, y especialmente las inyecciones, no solo tienen un efecto curativo; ciertamente pueden tener efectos en el rendimiento o modificarse para mejorar el rendimiento, por lo que me parece que están en el límite", apuntó el francés en una entrevista en L'Equipe.

"Pasan por héroes porque se adentran en el dolor, pero en realidad se valen de sustancias para adentrarse en el dolor y, una vez más, está muy al límite. El ganador en ciclismo, en particular el Tour, aunque no tenga nada de malo, es acusado sistemáticamente de dopaje", cerró Martin. Parte de la Francia ciclista debatía mientras la otra competía en el Dauphiné, donde no había tiempo para discursos y reflexiones.

Mandaba la acción, las prisas y las urgencias. También la sorpresa. La victoria de David Gaudu, que derrotó a Goliat, Van Aert, con un esprint impecable en la primera llegada en alto, donde los favoritos cohabitaron sin distinciones.

Gaudu dejó con un palmo de narices al belga, que quiso celebrar la victoria antes de tiempo y se le coló el francés, providencial su rouge final. Exceso de confianza y chasco. Le sucedió como a Alaphilippe ante Roglic en la Lieja. La historia tiende a repetirse con descaro. Se consoló Van Aert con el liderato. Se lo arrebató a Vuillermoz, que ondeaba el maillot amarillo hasta que se quedó desnudo. El préstamo le duró un día.

Antes, el líder tuvo que sacrificar a los muchachos del TotalEnergies, que derrochaban energía para proteger a su líder. Otro francés, Pierre Rolland, un clásico de las fugas, quería el foco sobre él. El líder de la montaña compartió protagonismo con su camarada Schönberger y Gregaard. Los últimos supervivientes. Vuilliermoz lucía el liderato, pero la jefatura de la carrera pertenece a Roglic.

JUMBO, AL MANDO

El esloveno, ante el primer final en alto de la carrera, la ascensión a Chastreix-Sancy, ordenó a sus caballos de tiro que aumentaran el trote. La colocación para encarar la cota acrecentó el sistema nervioso de los favoritos. El carrusel. Los fugados cedieron en el arranque del puerto, estrangulados por la ambición de los nobles. La Percha, Kruijswijk, cumpleañero, apretó el compás. Vingegaard tomó el testigo. Relevista.

Padun, el hombre maravilla de la pasada Dauphiné, dimitió. Vuillermoz, el líder, claudicó. Boqueó. No le quedaba otra. Demasiado jaleo para él. Froome se deshilachaba, pero no del todo. Se sostenía por puro orgullo. Después, cuando el frenesí ocupó el centro del escenario, se plegó. Perdió medio minuto.

LOS FAVORITOS, IGUALADOS

Entre los favoritos, el Jumbo tiró los dados para festejar la victoria con Van Aert. Roglic se mostró vigilante. Zarandeó un par de veces la bici y Enric Mas se posó en su espalda. Retornó Vingegaard para empujar a Van Aert, para alzarlo a hombros hacia otra victoria. El belga encauzó el esprint por el centro y superó a Lafay.

Creía Van Aert que el triunfo era suyo y que celebraría el doble: la etapa y el liderato. No cayó en la cuenta que Gaudu, menudo, pizpireto, se encoló a su sombra como el pajarillo que se posa sobre la armadura de un rinoceronte.

REMONTADA DE GAUDU

Iniciada la estampida, Van Aert se creyó ganador e inició, veloz, el ritual y la liturgia del los campeones. Soltó el manillar y levantó los brazos. No tardó en comprender su equivocación. El segundo error de cálculo. Bizqueó y notó la presencia de Gaudu, que se estiró hasta el infinito para rebasarle por media rueda. A Van Aert le quedó el gesto de la sorpresa y la constatación de la derrota al mismo tiempo que el francés, enérgico, gritaba su alegría en el fotomatón de la victoria. Gaudu retrata el chasco de Van Aert.

2022-06-08T13:16:07+02:00
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