Laura Aznal: "Si queremos que la derecha siga en la irrelevancia no queda otra que entendernos"

Tanto en el trabajo como en la política a Laura Aznal Sagasti (Pamplona, 2 de noviembre de 1971) las cosas le han pasado rápido. Nada más terminar la carrera de Economía en la UPNA, encontró trabajo en una empresa auxiliar de Seat en Barcelona. Poco después pasó a Volkswagen, ya en Pamplona, de cuyo departamento de Calidad está en excedencia.

Hablar alemán de forma fluida –gracias en parte a los veranos con una tía materna en Alemania– le abrió las puertas de la industria automovilística. Una legislatura –la 2015-2019– en la oposición del Ayuntamiento de Ezcabarte le permitió saltar al Parlamento en 2019 como número tres de EH Bildu.

Y el año que viene será la primera en la lista de una izquierda abertzale con buenas perspectivas electorales y la voluntad de seguir siendo fundamental para impedir la vuelta de la derecha.

En 2015 llegó a la política, en 2019 debutó como parlamentaria y en 2023 será cabeza de lista. ¿Cómo lo asimila? 

–Va a ser un reto enorme a nivel personal y político, pero me veo perfectamente capacitada para afrontarlo. Y si me siento capaz, tengo ánimo, fuerzas e ilusión, es por que EH Bildu se ha convertido en un proyecto consolidado gracias al trabajo de miles de hombres y mujeres, también en los pueblos en los que somos primera fuerza municipal. Ahora me toca ser la cara visible como antes que yo les tocó a otras personas. Pero lo importante es el proyecto.

¿El partido está en crecimiento? 

–Quién sea el candidato está por detrás del proyecto. Y el proyecto va a más y va a ser más determinante en el futuro, estoy segura.

¿Cree que el votante va a premiar el cambio de estrategia de EH Bildu desde 2015? 

–La gente tiene ya muy claro que para hacer gobiernos alternativos a la derecha somos necesarios. Sin EH Bildu no se pueden configurar otras mayorías alternativas a la derecha. También se ha visto que cuanto más poder de decisión o de influir tenemos, más políticas de izquierdas se hacen y más redunda en el beneficio de la sociedad. Eso la ciudadanía lo percibe.

¿EH Bildu se ha convertido en un partido más pragmático? 

–Es que nuestro compromiso es con las personas, por ellas seguimos. Trabajamos para reconocer derechos, para fortalecer servicios públicos, para apoyar a las personas vulnerables. Es lo que vamos a seguir haciendo, espero que cada vez con mayor capacidad de influencia.

¿Este cambio de estrategia, más ‘posibilista’, llamémoslo así, ha generado recelos internos?

–Somos extremadamente participativos, es una de nuestras esencias. Las decisiones más importantes siempre se han tomado, consultado y ratificado de la mano de todas las personas que conforman EH Bildu.

¿Tiene la sensación de que la militancia está contenta con su papel como partido? 

–No solo eso, sino que son muchas las personas que cada vez ven el proyecto de EH Bildu como el más interesante y que se acercan.

Habrá gente que no entienda que les aprueben presupuestos al PSOE. ¿Cuando hay críticas, cuáles son? 

–Todos sabemos qué implica alcanzar acuerdos. Qué más quisiéramos, pero no se puede aspirar al máximo cuando tienes que acordar. Esto es claro. Por ejemplo, es obvio que no estamos de acuerdo con todas las partidas de los Presupuestos, pero lo que hay que hacer es ir a más, conseguir cuantas más cosas de tu proyecto, mejor. Se trata de ir avanzando.

Adolfo Araiz suele decir: “Cuando no se puede segar, se espiga”. ¿Esa frase resume la actitud de EH Bildu?

–Se ha usado mucho esta legislatura, y no solo por parte de Araiz. Qué más quisiéramos que estar en la tesitura de poder tomar el 100% de las decisiones. Pero hoy la política son confluencias, acuerdos, negociaciones. Ya retomaremos las cosas que se nos han quedado pendientes.

EH Bildu tiene más fuerza en su marca que en sus candidatos. Usted, por ejemplo, es una persona casi desconocida. 

–Nuestra fuerza es el proyecto, mucho más que el candidato, y también lo digo sin minusvalorarme. Estoy tan tranquila porque tengo detrás un proyecto que me respalda.

Su elección partió de una decisión de la Mesa Política de EH Bildu. Luego la ratificaron. ¿Es una forma dirigida de elegir candidatos? ¿Está entre los debes de EH Bildu abrir verdaderamente un proceso parecido a unas primarias?

–La actual portavoz decidió volver a su trabajo y la Mesa Política, vista mi trayectoria y mi perfil, consideró mi opción. De todos modos, cualquiera se puede presentar y hay un plazo para ello. No me voy a comparar con ningún partido: la militancia de EH Bildu ratificó la decisión de la Mesa Política, y aquí estoy.

¿Como candidata, representa una línea continuista con lo que ya había?

–La verdad es que ni me lo había planteado. No me he planteado si soy continuista o disruptora. Vamos a seguir trabajando con las mismas ganas, eso seguro. Y disrupciones, aquí, no va a haber. EH Bildu vive una tendencia electoral al alza por un trabajo hecho, y más allá de las etiquetas no vamos a venir aquí a inventar nada nuevo. He venido a seguir trabajando.

¿Cómo valora lo hecho por el Gobierno? 

–Partimos de que ha sido una legislatura muy atípica, pero hay claros y oscuros. A veces hemos visto falta de ambición. En otras ocasiones hemos visto cómo se miraba demasiado a Madrid, y las consecuencias que eso tuvo sobre todo a la hora de tomar algunas decisiones. Por cierto, que Navarra es mayor de edad, tiene un potencial tremendo para tomar sus propias decisiones y solo faltaba que Madrid quiera limitar nuestra soberanía. Los importantes desacuerdos que hemos visto entre miembros del Gobierno nos han preocupado. Sobre todo cuando han llegado al punto de poner en peligro leyes importantes, como la de Vivienda.

¿Cuáles han sido los claros?

–Los tres acuerdos presupuestarios, u otros que han tenido que ver con las pensiones. Creo que más que mirarnos al ombligo, hay que mirar al bienestar general.

¿Les gusta una fórmula de Gobierno de coalición? 

–El Gobierno ha evidenciado fisuras, es incuestionable. Pero si queremos que la derecha siga en la irrelevancia no hay otra opción que entendernos. Las mayorías son las que son y los números son los que son.

El PSN no los quiere como socios en el Gobierno. ¿Cómo recibe este mensaje EH Bildu? 

–Chivite habla de acuerdos puntuales, pero decir eso es obviar que gracias a esos acuerdos puntuales se ha puesto en marcha un gobierno en minoría, se ha dado estabilidad a toda una legislatura y se han aprobado un montón de leyes. Eso es algo más que acuerdos puntuales.

¿EH Bildu aspira a entrar a un Gobierno si mantiene o mejora resultados?

–Es el PSN el que tiene que superar todos sus complejos y dejar clarísimo qué tipo de mayorías quiere conformar. Creo que saben que es obligatorio contar con EH Bildu para mayorías alternativas a la derecha. Dicho esto, EH Bildu sí que tiene vocación de gobernar. Pero no solo en Nafarroa, sino en la Comunidad Autónoma Vasca, porque hemos demostrado en cantidad de ayuntamientos que hay otra forma de hacer política. Cuando llegue el momento, las navarros y los navarros hablarán y veremos qué mayorías salen de ahí.

¿EH Bildu cree que el PSN está teniendo una conducta hipócrita? 

–Todo el mundo sabe que EH Bildu tiene la llave.

Si EH Bildu obtiene un buen resultado en las próximas elecciones, ¿pedirá más protagonismo? 

–Vamos a verlo cuando llegue el momento. Ya llegará el momento de que hablen las urnas. ¿Qué mayorías saldrán de allá? Ya iremos viendo.

¿Estarían dispuestos a ser socios del PSN?

–Ahora hablar de política ficción no es realista. Va a ser un curso trepidante y queda muchísimo trabajo por hacer antes de que acabe la legislatura, que quiero pensar que tiene cuatro años, no tres.

¿Ve la situación económica, energética, demasiado complicada como para pensar en otras cosas?

–La situación es compleja. Va a haber problemas para pagar facturas, hipotecas, pero no es algo ni fortuito ni sobrevenido. Es consecuencia directa de las decisiones adoptadas por unos gobiernos que nos quieren hacer ver que esto es lo que hay, cuando en política energética se veía venir desde hace años este problema. Pero desde EH Bildu no nos vamos a resignar, no hay nada irreversible.

¿La guerra de Ucrania lo ha agravado todo?

–La guerra de Ucrania podía acabar con una salida dialogada, pero se ha elegido alargarla y sus consecuencias nos van a afectar a todos. Ha llegado la hora de pensar en medidas de carácter estructural.

¿Europa ha sido imprudente en su posición de enviar armamento a Ucrania? 

–Lo estamos viendo. ¿Dónde está la diplomacia? ¿Cómo es posible que a estas alturas veamos un conflicto armado más parecido al del siglo pasado? Había otra manera de hacer las cosas, y quiero pensar que todavía se está a tiempo, pero alimentar un conflicto bélico no me parece correcto. Es echar más leña al fuego.

¿Se puede negociar con un país que ha decidido invadir otro?

–La historia nos ha enseñado que los conflictos se solucionan de la mano del diálogo. Repito, ¿dónde está la diplomacia? El pueblo, como en todos los conflictos, sufre las peores consecuencias. No creo que lo más oportuno sea echar más leña al fuego.

Ustedes fueron los primeros en pedir la comparecencia del consejero Irujo para explicar el episodio de las mascarillas. 

–He leído el informe de Intervención General y cuanto menos todo ha sido una chapuza enorme. Una mala gestión del dinero público, un ejemplo muy gráfico de lo que no tiene que ser nunca la colaboración público-privada de la que tanto habla el Gobierno de Navarra. Queremos ver qué es lo que se explica y hasta dónde llegan las responsabilidades de cada uno. Pero no descartamos pedir otras iniciativas una vez revisemos todos los informes. Aquí el riesgo siempre va a las espaldas de lo público y esto no lo compartimos en absoluto.

¿A qué tipo de iniciativas se refieren? 

–Informes, comparencias... como resultado de ellas podemos pedir otras cosas, como comisiones especiales. Queremos seguir avanzando en un ejercicio total de transparencia.

¿A la CEN hay que pedirle algún tipo de explicación? 

–Quiero esperar a ver qué vemos en los informes jurídicos. Es ahí donde se va a ver el rol que ha jugado cada uno en esta operación. Pero no se pueden eludir responsabilidades por todas las partes.