Bakuva nació en el año 2007 en Bilbao La Vieja como un proyecto de integración social a través del baloncesto, impulsado por Juan Garteiz y Juan Carlos Grijelmo. Desde entonces, ha crecido hasta ofrecer refuerzo escolar y acompañamiento a cientos de jóvenes en situación de vulnerabilidad. Sara Garteiz-Gogeascoa, hija de Juan y directora de la fundación, nos explica cuál es su impacto, así como su retos presentes y futuros.
Lo primero que me gustaría saber es cómo surge la idea de crear Bakuva. Tengo entendido que su padre estuvo involucrado en su fundación.
Fueron dos amigos que ya tenían sus carreras profesionales asentadas y querían hacer algo por la sociedad. Venían del Colegio Jesuitas de Loyola, donde jugaban al baloncesto y participaban en actividades de tiempo libre. Querían trasladar ese modelo a algún colectivo que lo necesitara. Recorrieron varios barrios de Bilbao y vieron que en Bilbao la Vieja, Zabala y San Francisco había una necesidad. Como venían del baloncesto, empezaron con ese deporte, y así nació el proyecto en el año 2007.
La fundación ha ampliado su oferta de servicios con el tiempo.
Sí, al principio fue un proyecto de integración a través del baloncesto, usándolo como motor de inclusión y transmisión de valores. Con el tiempo, identificamos otras necesidades, como el apoyo académico y el acompañamiento a los jóvenes. Hoy en día, además del deporte, ofrecemos tiempo libre, refuerzo escolar y seguimiento individualizado.
Arrancar un proyecto así no debe ser fácil. ¿Cómo lo lograron?
Primero recorrieron distintos barrios y hablaron con entidades locales para ver dónde hacía más falta. Invirtieron su propio dinero y se unieron algunos amigos como voluntarios. Al principio, no tenían locales y empezaron en el colegio Mirivilla. Llegaron con balones de baloncesto al patio y preguntaron quién quería jugar. En 2009, el ayuntamiento nos cedió unas lonjas y eso permitió consolidar el proyecto.
¿Qué impacto ha tenido Bakuva en el barrio y en los niños que pasan por aquí?
Lo primero, darles la oportunidad de formar parte de un equipo. Hoy tenemos fútbol y baloncesto, pero el deporte en Bizkaia implica gastos que muchas familias no pueden asumir. Además, acompañamos a los chavales en su desarrollo, ayudándolos con los deberes y a conocer su entorno. El impacto más positivo es verlos avanzar en sus estudios, encontrar trabajo y convertirse en ciudadanos activos en la sociedad.
¿Cómo describirías a los niños que vienen aquí?
Tenemos unos 275 niños, adolescentes y jóvenes, desde los 7 hasta los 20 años, de diversas procedencias: Marruecos, Argelia, Nigeria, Senegal, Guinea Ecuatorial, Brasil, Colombia, Venezuela... Es un entorno muy diverso y enriquecedor. A pesar de las diferencias culturales, la convivencia es muy buena. Cada uno celebra sus fiestas y se crean lazos de amistad entre los chavales. Además, para nosotros es una oportunidad de conocer diferentes culturas sin salir de Bilbao.
Tengo entendido que hay lista de espera para entrar en Bakuva. ¿Cómo lo gestionan?
Es complicado porque decirle a un niño que no hay sitio es duro. No generamos actividades solo por hacer, sino que queremos acompañar a cada menor en su proceso. Actualmente, el espacio y los recursos son limitados. A pesar de haber crecido mucho en los últimos años, seguimos teniendo lista de espera. Intentamos reducirla en cuanto hay una plaza libre, pero sigue siendo un reto constante.
Recuerda un poco a la lista de espera en la sanidad.
Sí, es una situación similar. Sabemos que hay niños que se beneficiarían mucho del proyecto, pero debemos garantizar un acompañamiento adecuado. No se trata solo de que pasen una tarde aquí, sino de ayudarles a mejorar y desarrollarse. Aun así, intentamos que reducir la lista de espera sea una prioridad.
“ ”
¿Cómo se consigue que Bakuva sea una familia?
Creo que hemos logrado un fuerte sentimiento de pertenencia. No somos tantos, los chavales coinciden mucho, y los voluntarios y trabajadores mantenemos una relación cercana con ellos. Hay una conexión especial, los niños son muy cariñosos y buscan esa cercanía.
Hay chavales que pasaron por aquí como alumnos y ahora son voluntarios.
Sí, es una de las cosas más bonitas del proyecto. Algunos niños que empezaron con 7 años, han estudiado aquí, han jugado en nuestros equipos y ahora, con 19 o 20 años, son entrenadores y acompañan a otros niños. Eso significa que Bakuva ha sido importante para ellos y quieren devolver lo que recibieron. También es positivo porque los voluntarios externos aportan otras referencias y perspectivas. Todo eso hace que los chavales se enriquezcan y tengan modelos a seguir.
“ ”
¿Qué cree que es lo más importante que se llevan los niños de Bakuva?
La sensación de pertenencia y apoyo. Saber que hay alguien que cree en ellos, que les motiva y les da oportunidades. El deporte es una excusa para acompañarles en su crecimiento y ofrecerles herramientas para el futuro. Queremos que salgan de aquí con la confianza de que pueden hacer realidad sus sueños, que formen parte de la sociedad y que, ojalá, también ellos ayuden a otros en el futuro.
De todos los niños que han pasado por aquí, ¿hay algún caso que le haya marcado especialmente?
Sigo en contacto con muchos chavales desde que empecé en 2009. Algunos han pasado a formar parte de mi círculo cercano. Son como familia y seguimos en contacto incluso después de años.
¿Cómo es dirigir una Fundación como Bakuva?
Es complicado porque hay que conseguir recursos constantemente, pero el equipo humano y los voluntarios hacen que valga la pena. Sin ellos, el proyecto no sería posible.
Bakuva ha recibido numerosos premios y reconocimientos pero, ¿cuentan con suficiente apoyo institucional?
Tenemos buena relación con el Ayuntamiento de Bilbao, que nos apoya y nos ha cedido los locales. Siempre necesitamos más recursos, pero entendemos que hay muchas necesidades en la ciudad.
¿Cuál es su vinculación con el Athletic y el Bilbao Basket?
Con el Athletic tenemos un convenio que financia y apoya nuestra actividad de fútbol. También colaboramos con el Bilbao Basket, que siempre está dispuesto a ayudar.
¿Qué diferencia a Bakuva de otras organizaciones similares?
Nos diferenciamos por el enfoque deportivo, que ayuda a enganchar a los chavales. Además, les acompañamos durante muchos años, desde los 7 hasta los 20, orientándolos en su futuro académico y laboral.
“ ”
¿Cómo se imagina Bakuva dentro de diez años? ¿Qué objetivos o metas tienen para el futuro?
Me gustaría que hubiese disminuido la lista de espera, que todo el que quisiera participar pudiera hacerlo y que cuando se hagan mayores vengan como voluntarios. Sería bonito muy bonito. No buscamos crecer mucho, sino mantener una buena calidad en el servicio. Lo importante es que los niños que pasan por aquí encuentren su camino, se incorporen a la sociedad y sean felices. Nos importan menos los números y más que cada niño consiga romper el círculo de pobreza, pueda tomar sus propias decisiones y aportar a la sociedad. Tenemos niños con mucho talento, pero a veces les cuesta descubrirlo y creer en sí mismos. Si conseguimos que salgan adelante, estaremos felices.
¿Cree que socialmente se reconoce la labor de asociaciones como Bakuva?
Algunas personas valoran nuestro trabajo, otras no son conscientes. En Bilbao hay mucha gente comprometida. Gracias al apoyo de voluntarios y donantes seguimos adelante. Sin su apoyo, no podría existir. Es un esfuerzo colectivo.