Podríamos haber sido cualquiera de nosotros. Seis amigas de Getxo de toda la vida. Una escapada de fin de semana a Madrid. Reserva para cenar el viernes en el restaurante de una franquicia que comienza a hacerse conocida. Cocina italiana con un toque moderno. El plato estrella, viralizado en Instagram por quienes le dan más importancia a enseñar que a comer, es una pizza que se flambea en el momento de llegar a la mesa. Lleva por profético nombre el de Inferno.
Y exactamente eso es lo que se desata en el local a las 22.58 horas, cuando el camarero aplica el soplete al plato. Una chispa salta y prende la exuberante decoración de plantas de plástico que cubre todo el establecimiento.
Las llamas se extienden en todas direcciones a una velocidad y con una intensidad espantosa. La primera llamada llega al Parque de Bomberos a las 23.01 horas. Solo están a 100 metros y aparecen de inmediato. A las 23.10 horas, el incendio está extinguido.
Todo un récord que, desgraciadamente, no evita la tragedia. Alexandra, una de las amigas de Getxo, queda inconsciente por inhalación de humo y perece al poco tiempo. Un camarero de 25 años es, por el momento, la segunda víctima mortal. Permanecen ingresadas 10 personas, 6 con heridas de gravedad. Una de estas últimas es María, otra de las integrantes de la cuadrilla vizcaína, que tiene quemaduras en el 25% de su cuerpo.
La primera reflexión es que la vida nos puede cambiar de un segundo para otro. Pero la segunda es que hay desgracias que ocurren porque ni se cumplen, ni se hacen cumplir, los mínimos de seguridad. Y este es un caso de libro que ojalá no quede sin castigo.