Sin que haya terminado, ni mucho menos, el tira y afloja para la aprobación de los PGE, tenemos en puertas la negociación de las cuentas que nos tocan más de cerca.
A partir de mañana, el consejero de Economía y Hacienda, Pedro Azpiazu, se reunirá con los portavoces de los grupos para explorar las posibilidades de respaldo al proyecto de presupuestos para 2023.
A diferencia de lo que ocurre en Madrid, la mayoría absoluta que suman PNV y PSE garantizan la aprobación. Sin embargo, y como ya ocurrió en los de 2020 con Elkarrekin Podemos y en los de 2022 con EH Bildu, el deseo del gobierno es incorporar más siglas al consenso, bien por la vía del apoyo directo o del indirecto, es decir, de la abstención.
La pregunta es si esta vez es posible que alguna de las formaciones citadas, o ambas, está por la labor. Vox y PP+Ciudadanos ya se han descartado y ahora que no nos escucha nadie, diremos que es mejor que haya sido así.
En cuanto a la coalición soberanista, y a la rojimorada, si atendemos a las buenas intenciones para llegar a acuerdos de país, podríamos ser optimistas. Pero no se nos escapa que estamos a siete meses de unas elecciones, las forales y locales, que especialmente en algunos territorios y ayuntamientos se presentan sin que esté todo el pescado vendido.
Sobre todo para EH Bildu, que es la fuerza en disposición de disputar algunas plazas importantes, esa circunstancia podría traducirse en un portazo.
Sin embargo, no sería coherente con el acuerdo alcanzado con el gobierno tripartito de Navarra,
Eso sin contar que, cada vez más, los electores premian a quienes acuerdan, así que veremos.