El lehendakari no ha tenido ninguna relación con Pablo Casado. El defenestrado líder del PP ha pasado con más pena que gloria por Euskadi, con ataques al proceso transferencial vasco, o con el impulso de la moción en el Senado para rechazar el calendario de negociación de las materias del Estatuto de Gernika. En suelo vasco, forzó la salida de Alfonso Alonso, quien había alcanzado acuerdos presupuestarios con el Gobierno de Urkullu, aunque en los últimos tiempos la relación se había resentido por la moción de censura en la que participó el PNV y que derribó a Mariano Rajoy.
El presidente de la Xunta de Galicia, Alberto Núñez Feijóo, está llamado a tomar el relevo de Casado y, sobre él, Urkullu sí puede aportar que han tenido "relación" desde que ambos defendieron los astilleros en Bruselas en 2013, en los tiempos del conflicto por el tax lease; el mandatario gallego ha estado en Ajuria Enea, han hablado durante la pandemia, y consensuaron la fecha de las elecciones para fijarlas en el mismo día. "Hemos tenido una relación institucional, política y personal", recordó en Onda Vasca tras realizar esa enumeración.
Cuando se le preguntó si confía en que la relación mejore con el nuevo PP, en realidad, Urkullu no quiso referirse personalmente a Feijóo, sino que consideró que respetar a Euskadi es obligado. "No es que confíe, es que deseo y espero que así sea, por nuestro autogobierno singular reconocido en la Constitución española y el Estatuto de Gernika. Espero que el PP sea consciente", dijo, aunque es una evidencia que la relación personal ayuda.
FEIJÓO Y LAS NACIONALIDADES HISTÓRICAS
En su política de simbiosis con la ultraderecha de Vox, Casado torpedeaba cada transferencia que el Gobierno español quisiera acordar con Euskadi para ampliar el autogobierno vasco. El caso más extremo lo encarnó el traspaso de las prisiones, que el popular se comprometió a anular si algún día alcanzaba La Moncloa. Como el día y la noche, la reacción de Feijóo ha sido opuesta: aunque en su momento matizó que él no sería partidario de ceder las prisiones, aclaró que, en el caso de que se abriera esa espita, Galicia se pondría a la cola para exigir todas las transferencias.
Ha defendido que le corresponde el mismo techo competencial que a Euskadi y Catalunya porque todas son "nacionalidades históricas". Sus declaraciones han provocado la sobreactuación de Vox, que lo considera un presidente nacionalista. Feijóo no va a dejar de ser del PP y eso le hace rechazar con firmeza cualquier planteamiento que le suene a soberanista. No obstante, hay algunos puntos de conexión con lo que puede defender Urkullu, en la medida en que Feijóo plantea el autogobierno como una fuente de bienestar. Y son dos líderes que huyen de la política espectáculo. Pero Feijóo matiza que entiende las nacionalidades históricas desde la "lealtad" con el Estado y sin ser ni por asomo un nacionalista.
A CERO CON AYUSO
Como ya informó este periódico sobre la relación Urkullu-Feijóo y la tensión del lehendakari con Ayuso, esta es una situación opuesta a la que existe con la presidenta madrileña. Mantuvieron su último contacto en marzo de 2020 para hablar de las escuelas en plena pandemia, y se enfrentaron por las ayudas europeas y la fiscalidad.