La pandemia pasará, pero las libertades a las que renunciemos hoy quedarán quebradas para siempre

Hoy quiero invitar a los oyentes a una reflexión. Cuando obedecimos y nos encerramos en casa, cuando agotamos mascarillas, geles y guantes, cuando cumplimos las restricciones eternamente cambiantes de semana en semana ¿fue por convicción o por miedo? ¿Cuántas de nuestras acciones pasadas, presentes y futuras son achacables al miedo y no a la convicción personal? Delgada es la línea que separa el cumplimiento de las obligaciones del atropello de los derechos fundamentales. Y me entristece profundamente lo rápido y airadamente que estamos dispuestos a renunciar a ellos por miedo. ¿De verdad es buena idea obligar a vacunar? ¿De verdad eran necesarias las prohibiciones y restricciones por ley? ¿De verdad soluciona algo el pasaporte covid? ¿Son la coacción o la obligación las únicas maneras? ¿No es posible una convicción colectiva sin atropellar derechos? Yo sigo creyendo en el poder de la palabra y en el del ejemplo.