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Las Claves de Javier Vizcaíno

Investidura con estrechez de miras

No sé si merece la pena hacerse mala sangre. Lo que vimos ayer durante las ocho horas que sumó la primera jornada de la sesión de investidura de Pedro Sánchez es el fiel reflejo del nivel actual de la política española.
Investidura con estrechez de miras
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02:22

No sé si merece la pena hacerse mala sangre. Lo que vimos ayer durante las ocho horas que sumó la primera jornada de la sesión de investidura de Pedro Sánchez es el fiel reflejo del nivel actual de la política española.
Miren que, por mucho que digan algunos nostálgicos que dulcifican los recuerdos, la altura del parlamentarismo que se ha gastado en la Carrera de San Jerónimo ha sido más bien ramplona. Pero la degeneración de los últimos años va camino del pozo séptico.

Así es como un acto tan importante como la elección de quien debe liderar el próximo gobierno y el debate de sus propuestas -muchas de ellas, de gran calado- se convierte en una mezcla de show ególatra, riña de chulapos, concurso de excesos verbales y, lo más preocupante, proclamas fascistas. Anoto al margen que me parece un error que la presidenta mande borrar estas últimas del diario de sesiones. Las futuras generaciones tienen derecho a saber.

Como tantas veces, las anécdotas se convierten en categorías. Los contadores de noticias de los medios digitales dictaron su sentencia. De entre las decenas de piezas con que se fueron alimentando las diferentes ediciones, las que consiguieron más audiencia no fueron las que recogían la parte más seria de la sesión.
La amnistía, la cuestión territorial o las medidas anunciadas se quedaron relegadas ante la vergonzosa imagen de Isabel Díaz Ayuso llamando hijo de puta a Pedro Sánchez desde la tribuna de invitados, el ataque de risa del candidato cuando recordó que Feijóo había dicho que no era presidente porque no quería o el lío sobre una cita de un poema de Machado.

Nos queda como consuelo, si cabe, que la temida algarada violenta en el exterior del hemiciclo no se consumó. Se quedó en un patético desfile de frikis envueltos en rojigualdas con el pollo, ataviados con correajes falangistas o disfrazados de legionarios de película casposa de Juan de Orduña. No resultó sorprendente que a semejante cortejo carnavalero se unieran los 33 diputados de Vox cuando decidieron que era mejor la fiesta de fuera que la de dentro.

16/11/2023
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