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Euskadi da luz verde a la homologación de los títulos universitarios extranjeros

El Boletín Oficial del País Vasco publica el decreto por el que se aprueba el acuerdo de la Comisión Mixta de Transferencias
Unos 3.000 profesionales españoles, europeos y de terceros países se han agrupado en la plataforma Homologación Justa Ya.
Unos 3.000 profesionales españoles, europeos y de terceros países se han agrupado en la plataforma Homologación Justa Ya. / HJY

La homologación de los títulos universitarios extranjeros en Euskadi va quemando etapas antes de que se ponga en marcha el 1 de julio. El Boletín Oficial del País Vasco (BOPV) ha publicado el decreto del Gobierno vasco en funciones por el que se aprueba el Acuerdo de la Comisión Mixta de Transferencias Estado-Comunidad Autónoma del País Vasco sobre la homologación y equivalencia de títulos universitarios obtenidos en el extranjero. El traspaso de esta competencia –Euskadi es la única comunidad que disfruta de ella– es condición sine qua non para hacerla efectiva.

La única exigencia de la ventanilla vasca es que la persona interesada resida en la CAV. Las condiciones son las mismas que exige el Ministerio de Universidades. Según establece el decreto, Euskadi no heredará expedientes abiertos en el Ministerio. La norma recoge que el Departamento de Educación comunicará al Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades las resoluciones para proceder a su registro en una sección especial del Registro Nacional de Títulos Universitarios Oficiales. Las homologaciones o equivalencias se formalizarán mediante una credencial y una certificación y que tendrán efectos en todo el Estado.

Dada la unidad de mercado existente en el ámbito sanitario, queda excluida de este proceso la acreditación de la especialidad de Medicina (traumatología, ginecología, cardiología…) para poder ejercer. Seguirá dependiendo del Ministerio de Sanidad. Tal y como adelantó este periódico, el decreto recoge la creación de una Comisión Técnica que analizará las nuevas solicitudes para evitar duplicidades con los casos pendientes en el Ministerio de Universidades.

Comisión Técnica

Esta Comisión estará integrada por el mismo número de miembros por cada una de las administraciones. En ella se establecerán los mecanismos de cooperación para armonizar la aplicación de los criterios de homologación y equivalencia, promover la colaboración en el ejercicio de las funciones, articular la remisión de información y abordar los problemas de interpretación, ejecución y cumplimiento del Acuerdo.

En el seno de esta Comisión Técnica, se establecerá el procedimiento para el acceso compartido a las bases de datos de homologaciones y declaraciones de equivalencia de ambas administraciones, con la finalidad, entre otras, de, “en evitación de duplicidades, cotejar las solicitudes y resoluciones relativas a los interesados en los procedimientos de declaración de equivalencia u homologación”. Según los cálculos que maneja el Departamento de Educación, se podrá atender alrededor de 2.300 solicitudes al año.

La comunidad expatriada sigue con atención la evolución de este proceso desde que el 12 de abril los Gobiernos español y vasco acordasen esta transferencia junto a Cercanías y la acogida de personas refugiadas. No en vano, cerca de 100.000 expedientes llevan meses y años atascados en el Ministerio, cuando por ley el proceso sólo debería prolongarse por un máximo de seis meses. Este tapón burocrático condena a una cantidad enorme de profesionales migrantes a vivir de trabajos poco calificados y mal remunerados, sin tener si quiera una idea de cuándo podrán volver a ejercer sus carreras.

Este es el caso de Laura Catalina Quiroga Bautista (36 años, Colombia). Laura llegó en septiembre del año pasado a Laguardia, donde se tiene que ganar la vida como cuidadora. Esta especialista en cuidado intensivo neonatal y pediátrico, egresada de la universidad nacional de Colombia, asegura que en su país jamás le faltó trabajo como terapeuta respiratoria y física. Fue ponente en el XXII congreso de residentes de medicina física y rehabilitación de la universidad del Bosque, en atención integral del paciente amputado. Además, fue parte del proyecto Team Colombia, donde seis ONG unieron fuerzas para trabajar con personas víctimas del conflicto armado... Hoy en día, confiesa, “no soy capaz de regresar con el peso del fracaso, me he alejado de mi familia porque me duele haberme permitido perder tanto tiempo”.

Una pesadilla

Cuando su proceso de homologación cumplió tres años y medio, dice, “me cansé, desistí e inicié uno nuevo colocando los datos de donde vivo ahora, eso fue en febrero, hasta el momento mi primer proceso sigue en revisión y el proceso nuevo hasta ahora empezó, voy a cumplir cinco años en agosto”. Llegó a Barcelona en 2019 para hacer un máster en Neurorrehabilitación que terminó en 2020, en plena pandemia. “Me cancelaron mi vuelo y estaban cerradas las fronteras, me quedé como ilegal porque no tuve forma de renovar mi visado de estudiante, empecé el trámite de homologación en ese entonces… por la inestabilidad económica terminé viviendo en seis habitaciones diferentes, siempre buscando lo más económico”, recuerda.

Dos años después de acabar el máster esta joven inició el proceso de arraigo social. “El proceso demora un año más, en todo ese tiempo en la sede electrónica del Ministerio solo me decían que la información estaba incompleta, busqué abogado, traté de conseguir copia de la carta o al menos saber a dónde llegó, no hubo manera. Puse seis quejas y la respuesta siempre era la misma, que me habían enviado la carta con lo que faltaba”.

Ahora, explica, “soy cuidadora y ayudo por horas en un bar, no soy ni la sombra de lo que era. El trabajo no es deshonra, pero el sentido de la vida se me ha quedado en un limbo donde no he podido volver a ver a mi familia y ando dando tumbos esperando que la burocracia española dé respuesta, sobreviviendo. No han dicho que no, pero yo ya no soy la mujer empoderada y con ganas de comerse el mundo que salió de Colombia para aprender nuevas herramientas para ayudar a otros, ahora solo callo y acato porque necesito el trabajo”.

Por todo lo vivido estos años desde que salió de Colombia, Laura confiesa que hablar de la homologación “no es algo lindo, es algo que me da rabia y tristeza, después de casi cinco años sintiendo que dejé perder todo. No puedo verlo de manera positiva y, sin embargo, sigo esperando el día donde me dejen retomar lo que me hace feliz: incidir en la vida de las personas que han perdido la libertad de ser”.

2024-04-26T04:53:14+02:00
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