Cuarenta minutos duró la charla entre el rey español, Felipe VI, y el portavoz del Grupo Vasco en el Congreso, Aitor Esteban. Eso es todo lo que sabemos. Como suele ser habitual en estos encuentros, el PNV no informa de nada más y, a diferencia de otros representantes políticos, Esteban no se para al canutazo de costumbre que tan bien nos viene a los plumillas. Supongo que es una forma de restarle solemnidad e importancia a lo que no deja de ser un trámite, aunque la paradoja suele querer que la falta de información de primera mano alimente la especulación. Ayer mismo, de hecho, una agencia de prensa se tiraba a la piscina para asegurar que el portavoz jeltzale había comunicado al Borbón titular que su partido "todavía no está en condiciones de apoyar la investidura de Pedro Sánchez".

Como se ha dicho, la aseveración no se sustentaba en palabras de Esteban. Ni siquiera en la socorrida atribución a "fuentes". Era un simple ejercicio de, con perdón, onanismo periodístico que, como mucho, se remitía a anteriores declaraciones de distintos dirigentes nacionalistas. Y la cuestión es que no estamos hablando de un caso excepcional sino, me temo, de una práctica que se ha vuelto muy frecuente. No me atrevo a poner un porcentaje exacto, pero pueden dar por hecho que una buena cantidad de los titulares políticos que nos estamos echando al coleto en estas semanas no responden a la realidad sino a otras intenciones. Una de ellas es la intoxicación, no lo duden, pero a veces se trata de algo más pedestre: la necesidad de llenar tiempo y espacio para el efímero blablablá. Así de poco serio es el invento.