Polideportivo

El tratado de Roglic en la Vuelta

El Jumbo arrasa en la crono por equipos, sitúa a Gesink de líder y el esloveno fija las primeras diferencias con sus rivales
Gesink entra en meta ante la mirada de Roglic en la exhibición del Jumbo.
Gesink entra en meta ante la mirada de Roglic en la exhibición del Jumbo.

No hubo paz en Utrecht. El Tratado que estableció que serían los Borbones a través de Felipe V quienes asumirían la Corona española a comienzos del Siglo XVIII tras las guerras de sucesión, no tuvo validez alguna a la hora de medirse bajo el yugo del reloj entre los equipos que buscan el trono de la Vuelta con sus respectivos monarcas. En Utrecht la guerra era abierta y la venció Primoz Roglic, incrustado en el todopoderoso y despiadado Jumbo.

La del esloveno es una monarquía absolutista. Lo evidenció desde el comienzo. No permitirá que nadie se interponga en su camino. Si Gesink es el líder es porque Roglic lo permitió. Una gracia de su majestad. El resto de príncipes que quieren su trono tendrán que arrebatárselo. Él no lo soltará. Nada de armisticios.

En ese escenario se alinearon lo soldados, protegiendo sus cabezas con yelmos aerodinámicos y armaduras ligeras de la más alta tecnología textil, ensillados a lomos de caballos de carbono. En la ciudad neerlandesa cabalgaron los equipos, ejércitos entregados a sus líderes, para encauzar la carrera en su primer aliento en un recorrido veloz, de 23 kilómetros, enrevesado al comienzo por el callejero de la ciudad neerlandesa, atestada de público, un gentío tomando las calles, muros de personas, ánimos y aplausos. Ruido, mucho ruido.

El baile de los ballets, de la sincronización, del orden y de la disciplina, enfatizó el Bolshoi del Jumbo, un tren bala amarillo sobre raíles que concedió el honor del liderato a Gesink, neerlandés y veterano. Honraron al viejo Gesink. Le cuidaron por los mimos que siempre tiene para los líderes. Premio al trabajo. Fue el regalo de Roglic, el rey magnánimo con los suyos, pero inclemente con el resto de rivales.

ROGLIC, DESPIADADO

El esloveno manda desde el inicio. Está en sus dominios. Rey de reyes. Aunque el dolor aún le pinza la memoria y le recuerda su dura caída en el Tour, Roglic está dispuesto a enlazar su cuarta corona consecutiva en la Vuelta. En Utrecht inició el relato sin un renglón torcido. El esloveno, segundo tras Gesink, se embolsó 13 segundos de renta en el amanecer respecto a Carapaz y un segundo más con Evenepoel, otro corredor que quiere sucederle en la dinastía de la Vuelta.

De momento, ambos tendrán que esperar. Al igual que Simon Yates, medio minuto peor que el esloveno. Almeida también concedió ese tiempo. Por encima de ellos, con más lastre, sobrepasada la demora de los 40 segundos, asomaron Landa, Hindley, Mas o Miguel Ángel López.

En el país de las bicis la preocupación estiraba el cuello hacia el cielo para mirar después al suelo. Bailaban las nubes y chispeaba el cielo, lanzando gotas a modo de dados que pueden girar el destino. El asfalto decorado con ronchones de humedad, de temor e inquietud. A medida que avanzó la tarde hacia el ocaso, ganó el buen tiempo. Suelo seco. Consuelo compartido.

56,665 KILÓMETROS POR HORA

Eso igualó la pelea salvo para el Jumbo, un equipo supersónico que estableció una marca sideral de 24:40 y una media de 56, 665 kilómetros por hora de media. Los neerlandeses devoraron el asfalto. Hicieron pedazos al resto. Solo el Ineos, un equipo diseñado al milímetro, que dio un salto en el contador de tiempos para subrayar la candidatura de Carapaz, y el Quick-Step, con Evenepoel disparado, mantuvieron cierto decoro.

A partir de ahí, la grieta fue en aumento. El Jumbo derrotó al BikeExchange de Simon Yates por medio minuto. Fue la primera brecha de la Vuelta. El resto de cuerpos de baile se emparejaron en la tabla de tiempos. Empate técnico. Landa y Hindley, campeón del Giro en el que el de Murgia fue tercero, se dieron la mano por encima de los 40 segundos de pérdida.

Apenas hubo un segundo en favor del australiano tras la pelea contra el tiempo. Miguel Ángel López fluctuó en la misma franja horaria, a un pellico de ambos. En ese escenario también se situó O’Connor. Algo más retrasado. Peor le fue a Hugh Carthy, podio en la Vuelta de la pandemia, a contrapié. Perdido en Utrecht, donde el Tratado vigente es el de Roglic, rey de la Vuelta.

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2022-08-20T19:04:03+02:00
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