Sociedad

"El testimonio de Karmele va a romper barreras"

David Lorente y su padre, Txema Lorente, viudo de Maribel Tellaetxe, recogieron miles de firmas para legalizar la eutanasia. Foto: Juan Lazkano

"El testimonio de Karmele es escalofriante. Yo lloré leyéndolo. Va a romper barreras. Es un avance para la sociedad impresionante". Txema Lorente seguía ayer emocionado. Y eso que llevaba ya 24 horas digiriendo el relato de Karmele González, la vecina de Urretxu que se despidió para siempre el pasado lunes dejando como legado un alegato a favor de la eutanasia. "Me sentí identificado. Mientras iba leyendo su historia, las imágenes de mi vida en esa misma situación me venían a las retinas de los ojos", explicaba el viudo de Maribel Tellaetxe, la portugaluja enferma de Alzheimer para la que la ley llegó demasiado tarde.

Orgulloso de haber contribuido a allanar el camino –recogiendo firmas para despenalizar la eutanasia– para que personas como Karmele pudieran descansar, Txema se mostraba "enormemente satisfecho por lo rápido y lo bien que ha gestionado la sanidad vasca" este caso. No obstante, no ceja en su empeño. "Nos quedan años de seguir luchando para que cada vez más gente se conciencie y, sobre todo, deje de sufrir".

Con ese mismo objetivo decidió hacer pública Karmele, enferma de fibromialgia, su dura experiencia. Un testimonio que va a servir, decía Txema, para sensibilizar a la ciudadanía y matizar algunos de los argumentos esgrimidos por los contrarios a la eutanasia. "Muchas veces se habla de los cuidados paliativos, que son extraordinarios, pero no tienen resuelto el dolor emocional y, en algunos casos, como el de Karmele, tampoco el físico. Llega un momento en que o te sedan del todo o los tratamientos ya no te pueden quitar el dolor", explicaba. A quienes aducen que solicitar ayuda médica para morir es el camino fácil el viudo de Maribel les remite a las palabras de Mertxe, la hermana de Karmele. "Ella lo deja muy claro, de solución fácil nada, porque ¿quién quiere morirse? Nadie o casi nadie. No es una cosa fácil. Hay que estar muy convencido. Primero, hay que sufrir y, cuando sufres tanto, llega un momento en que no quieres sufrir más. Entonces es cuando se suele tomar la decisión", señalaba.

Txema ha vivido la impotencia que sienten los familiares en primera persona. Por eso hablaba con más que conocimiento de causa. "A lo largo de mi vida he vivido 32 años con el Alzheimer: 5 con mi madre, 10 con mi suegra y 17 con mi mujer. Conozco muy bien todo lo que sufre tanto el que está enfermo como los que le rodeamos. Ver sufrir a la persona que más quieres y no poder hacer nada para aliviarle ese dolor, tanto físico como emocional, es tremendo", dejaba constancia. En lo que a él respecta, ya lo ha dejado todo atado. "En las últimas voluntades ya tengo contemplado que cuando esté en determinadas condiciones quiero que me apliquen la eutanasia. Lo tengo clarísimo", aseguraba.

"Ha habido suicidios" Las personas afectadas de fibromialgia están cansadas en todos los sentidos. Físicamente, por su enfermedad. Mentalmente, por el desconocimiento que hace que muchos, todavía hoy, resten importancia a sus dolores. Karmele ha puesto su granito o más bien montoncito de arena para "visibilizar lo dura que puede llegar a ser la fibromialgia, mucho más de lo que la gente piensa", subrayaba Antonia Gamero, presidenta de la Asociación de fibromialgia y síndrome de fatiga crónica Eman Eskua.

Lejos de ser una excepción, decía, "como el caso de Karmele hay muchos. Mucha gente está desesperada y no puede más con el dolor". De hecho, indicaba, "ha habido suicidios en el Estado de personas con fibromialgia o fatiga crónica", si bien no tenía constancia de ninguno en Euskadi. Gracias a la ley de eutanasia, comentaba, ahora "el que no quiera seguir tendrá la posibilidad de tener una muerte digna".

Antonia, que sufre el dolor en sus propias carnes "todos los días, unas veces más, otras menos, desde que me levanto, incluso a veces me despierta a la noche", comprende "perfectamente" a quienes lo padecen "24 horas, 365 días al año" con tal intensidad que ya no pueden soportarlo más. "Hay que respetarlo. Estoy a favor de la eutanasia para otras enfermedades, ¿cómo no voy a estarlo para esta, que sé lo que se pasa? Mucha gente piensa que es un simple dolor, pero es mucho más y siempre tenemos asociadas otras enfermedades que también cursan con dolor o cansancio o que nos debilitan", detallaba, antes de reconocer que, llegado a un punto, "tu vida no es vida", por lo que es entendible "que la gente opte por este camino".

En este sentido, hacía hincapié en que la fibromialgia "es una discapacidad no vista". "Como contaba su hermana, a Karmele la veían en la calle y le decían: Qué bien estás. Con su testimonio visibiliza que se llega a no poder seguir adelante ni hacer una vida normal, aunque no estés en silla de ruedas, porque muchas veces se asocia la eutanasia a personas sin movilidad", manifestaba.

"Posibilita la reflexión" Para Rafa Sal, miembro de la asociación Derecho a Morir Dignamente Euskadi, el testimonio de Karmele supone "un impacto y posibilita la reflexión". Sobre todo, precisaba, de "las personas de a pie", alejadas de "los discursos académicos y estructurados". "Los que están en contra de la eutanasia y pertenecen a la cadena de decisiones, bien sea en el ámbito sanitario o las instituciones, es difícil que cambien de opinión porque van a dar la vuelta al tema, pero el resto nos identificamos todos con la experiencia de dolor, desde las personas más conservadoras a las menos", argumentaba.

A través de su relato, comentaba, Karmele dejó constancia del "sentimiento real de una persona que está en ese estado", reforzando "qué es lo que se debe de hacer, que es no juzgar, sino escuchar y sacar conclusiones". El mensaje, añadía, "es que ella solo recordaba haber pasado tres días sin dolor y que lo que quería es descansar ya. Eso, dicho por ella, a ver si mueve alguna cosa en la condición de las personas de a pie".

16/09/2021