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Ernai, el colectivo de jóvenes de Sortu, ha dado por finalizada este sábado su semana de sabotajes a favor de la independencia y en contra del españolismo adentrándose en un terreno que otros partidos consideraron inquietante y motivo de preocupación. Al margen de que Ernai haya sustraído las banderas españolas (e incluso de la Unión Europea) de distintas instituciones públicas, en la madrugada del sábado resultó vandalizado, paradójicamente, un espacio cargado de simbolismo para la causa vasca que los distintos grupos de jóvenes de la izquierda abertzale dicen defender: la Casa de Juntas de Gernika. Más allá de ser la sede de un parlamento y de la soberanía popular de Bizkaia, alberga el Árbol de Gernika, que es el emblema por excelencia de los fueros y las libertades vascas. Es también un símbolo de paz tras el bombardeo de las aviaciones nazi e italiana a las órdenes de Franco, un bombardeo que la propia Ernai denunciaba la semana pasada con una manifestación en protesta por la visita del rey español, que no ha pedido perdón en nombre del Estado. La Mesa de las Juntas de Bizkaia, con la firma de PNV, PSE y Elkarrekin Podemos pero sin el respaldo de EH Bildu, ha expresado su “condena enérgica” hacia la pintada que se registró en sus escalinatas de acceso con el lema “gurea ikurriña”, y rechazó también el robo de las banderas española y europea.
Ernai reivindicó de manera general el “robo” de “todos” los símbolos “españolistas” en una nota de prensa y en unas fotos que publicó con el material apilado en Durango y manchado de pintura roja. No hace referencia expresa o singular al caso de Gernika, que tampoco apareció en el vídeo que publicó en el transcurso de la tarde a modo de resumen. En él, sí se puede ver, por ejemplo, cómo unos jóvenes retiran la cruz de Igeldo con una rotaflex.
La semana de protestas ha terminado, y quizás por ello EH Bildu ha considerado estos días que son “hechos aislados”. Sin embargo, esta secuencia de acontecimientos, que empezó con el sabotaje contra la sede de un partido político (la del PP en Bilbao), supone que Ernai ha abrazado estas actuaciones como un método válido, y sienta un precedente para futuras campañas. Además, se ha producido otro hecho relevante: aunque EH Bildu se desmarcó de estos métodos al apostar por la confrontación en términos exclusivamente políticos, Ernai no ha suspendido su campaña y la ha reivindicado en sus redes sociales con fotos y vídeos de las actuaciones que iba realizando cada día. Hay precedentes de una situación similar, pero son pocos y más remotos en el tiempo, como ocurrió en 2017 cuando Ernai atacó con pintura la sede de Basquetour en una protesta contra el modelo de turismo aunque Arnaldo Otegi había llamado a la calma.
En sentido estricto, Ernai funciona de manera autónoma a Sortu (como lo hace el sindicato LAB, por ejemplo). Pero se creó en 2013, unos meses después del bautismo oficial de Sortu, y lo hizo asumiendo su ponencia Zutik Euskal Herria, que fijaba la hoja de ruta para virar el transatlántico de la izquierda abertzale hacia las vías exclusivamente políticas y democráticas. Además, a Sortu y a la coalición EH Bildu se les pide un ejercicio claro de condena y desautorización de lo sucedido, sin atenuantes, y que contribuyan a frenar esta dinámica por la autoridad que pueden tener sobre Ernai y porque la izquierda abertzale validó durante décadas estos métodos que han arraigado profundamente en algunos sectores. Estos días, EH Bildu ha rechazado lo ocurrido y ha defendido la confrontación en términos políticos y dialécticos, como dijo el viernes Arkaitz Rodríguez, que además es el líder de Sortu. No obstante, en la misma entrevista, Rodríguez pareció restar trascendencia a lo ocurrido, pidió “no usar hechos aislados para recrear una situación superada”, e incluso dijo que Ernai “coincide plenamente” con su análisis: se agarró a que el ataque con pintura contra la sede del PP no lo perpetró Ernai en su globalidad, sino “Ernai Bilbo”. Se preguntó por qué hay que estar “dos, tres o cuatro días” hablando de lo mismo, una pregunta que se responde por sí sola en la medida en que ha sido la propia Ernai la que ha generado actualidad casi a diario con sus acciones. Deslizó que es una cortina de humo de otros sectores, “como si no hubiera problemas más graves en este país”, como la emergencia de vivienda.
La condena de las Juntas Generales
A los sabotajes reivindicados por Ernai hay que sumarles otras acciones que han sido anónimas, como la pancarta que colocaba en una diana a representantes del PP, UPN o al líder de los socialistas vascos, Eneko Andueza. En el espectro de la izquierda abertzale existe desde hace años un pulso entre distintos sectores, oficiales y disidentes, como ocurre con GKS o en el ámbito universitario.
Este sábado, las Juntas de Bizkaia condenaron “enérgicamente” el “allanamiento” realizado de madrugada. PNV, PSE y Elkarrekin Bizkaia expresaron su “rechazo absoluto a la pintada y al robo de banderas oficiales, acciones que atentan contra la libertad, la democracia y la convivencia”. “La persona o personas responsables han atentado contra un espacio que simboliza la soberanía popular de Bizkaia y que alberga el Árbol de Gernika, emblema universal de la libertad, la democracia y la paz del pueblo vasco”, dice la declaración, para añadir que este “ataque” constituye “una vulneración del clima de convivencia” y “el respeto íntegro a los derechos humanos”. Acaba con una referencia a la agresión al patrimonio cultural y a un lugar que atrae a muchos visitantes. Avisa de que “ninguna acción violenta tiene cabida”.
Ernai reivindicó el robo de banderas sin aludir a este caso. En una nota, dijo que han “aparecido” símbolos españolistas en Durango, “todos quitados esta semana por Ernai”. Da por finalizada la semana con unas imágenes del material “aparecido” en la plaza Santa Ana de Durango: los cuernos del toro de Osborne de Tutera, una cruz en Igeldo “en honor a un militar carlista”, “la placa de la calle que tiene el nombre del alcalde franquista de Gasteiz” y “banderas españolas robadas de distintos edificios públicos de Euskal Herria, todas quitadas durante esta semana por Ernai”.
La Ejecutiva del PNV, por su parte, reaccionó con una nota para mostrar su “preocupación por la multiplicación de acciones violentas por parte de Ernai”, que no son “hechos aislados”. Avisó de que es “inaceptable la normalidad con la que se están produciendo ataques y señalamientos”, hechos propios “de otra época”. El PNV se refiere a los sabotajes de la Casa de Juntas, el Ayuntamiento de Donostia, ataques a sedes de partidos, señalamientos con dianas o el derribo de cruces en Igeldo y Elgoibar, “un giro a las viejas costumbres y al activismo”. “La izquierda abertzale no puede lavarse las manos y mirar para otro lado cuando los autores actúan bajo sus siglas”, avisó.