Bizkaia

Cuidado a final de mes y muchísima precaución con los 'abrazos desconocidos'

Los agentes Iker Legardón y Lander Jauregui durante el coloquio ante un grupo de asistentes a la charla organizada por la Fundación Sabino Arana.
Los agentes Iker Legardón y Lander Jauregui durante el coloquio ante un grupo de asistentes a la charla organizada por la Fundación Sabino Arana.

No hay calendario que valga para mangantes y timadores. Todos los días del año son buenos para robar aunque tienen predilección por los finales de mes. Como el famoso perro de Paulov -que se relamía solo con ver la bombilla encendida pensando en comida- allá por el día 25 los chorizos se frotan las manos. Han aprendido que es entonces cuando las personas mayores cobran la pensión y van al banco a sacar dinero. Y hay quien lo saca todo para guardarlo bajo la almohada ya que no se llevan bien con los cajeros automáticos y el servicio en ventanilla no es el que era.

"Es un hecho constatado", subraya Lander Jauregui. Es ertzaina y sabe lo que se dice. Por eso, además, se dedica a ofrecer charlas a asociaciones de personas mayores para tratar de prevenir este tipo de hechos y otros que pueden ocurrir en la calle e incluso en el propio hogar, a veces sin que la víctima se dé cuenta. Las sustracciones y las estafas están a la orden del día. No hay cifras exactas de denuncias porque muchas veces, por vergüenza, no se da parte en la comisaría más cercana.

La tregua delictiva que propició la pandemia en su estallido ya hace tiempo que es historia pasada. Y, como entona Jauregui, "los desalmados siempre están ahí, donde más fácil lo tienen". El otro día ofrecieron una charla en Bilbao, en las instalaciones de la Fundación Sabino Arana, pero también están haciendo una ronda por la comarca de Durangaldea. Y luego, donde se lo pidan. El objetivo es ofrecer información y consejos para impedir sustracciones, timos -que sigue habiéndolos- y estafas.

Sobre todo las relacionadas con el hogar, como las que llevan a cabo esos descuideros que se hacen pasar por técnicos de la compañía de la luz, del gas, del teléfono o de la Seguridad Social. Se trata habitualmente "de gente con mucha labia. Se te presentan y no te dejan ni hablar ni reaccionar. Te dicen que vienen a cambiar el manguito del butano. Te convencen. Actúan rápido y por hacer eso, o no hacerlo, te sisan 200 euros. Y eso si va solo, porque si lleva un ayudante pues mientras uno cambia el manguito, el otro está repasando toda la casa", describe este ertzaina.

Nada de abrir alegremente

Junto a Iker Legardón, adscrito también a la Secretaría General de la Ertzaintza, comparten recomendaciones para prevenir situaciones de riesgo con las personas mayores que asisten a sus charlas. La primera: no abrir la puerta alegremente, en cuanto suena el timbre. "Insistimos en que a su casa no tiene que entrar nadie sin una cita que hayan concertado ellos. Y hacerlo identificándose, a la hora y el día en que has quedado", remata. Parece una tontería, pero la puerta es un escudo y, al igual que hacen cuando dan charlas a los niños en los colegios, a las personas mayores también les machacan esa idea: no abrir la puerta a desconocidos y en la calle, no pararse a hablar con extraños.

Por si acaso -porque los malhechores nunca descansan- también aconsejan dedicar una parte del presupuesto doméstico a la seguridad si es posible. "Somos muy cuidadosos, muy respetuosos con las economías de cada casa y más si son personas pensionistas€ Pero sí les decimos que si pueden ahorrar unos eurillos los dediquen a una cerradura mejor o una cadena de seguridad", añadía Jauregui en declaraciones a DEIA minutos antes de la charla en Bilbao ante una treintena de asistentes con los que compartieron casi dos horas explicando formas de actuar y de desenvolverse en determinados lugares y resolviendo dudas.

Una muy importante, que escuchan en repetidas ocasiones y que tiene fácil solución: "Que llamen al 112. Que no tengan miedo. No molestan. Por poco que ellos piensen que sea", zanja el agente. En las conversaciones que mantienen se enteran de sucesos que han ocurrido en tal o cual municipio por boca de los presentes que, muchas veces, hablan de terceras personas y nunca en primera persona. "Da cosa decir que te ha pasado a ti", expone. Sobre todo porque son cosas de cajón. "Está todo inventado, pero te pasan inadvertidos. Tú mismo te das cuenta de los errores", apostilla.

Distancia de seguridad

Por eso, insisten en las medidas de autoprotección -por ejemplo, agregar un nombre inventado en el buzón si se vive solo para despistar al ladrón- o ir siempre a los cajeros automáticos que hay dentro de las sucursales bancarias y no a los de la calle. Algunas de ellas básicas y otras aprendidas en pandemia. "Por ejemplo, aprovecharse de esa distancia de seguridad para evitar que ningún desconocido se nos acerque".

Se refiere Jauregui a una forma de esquivar e impedir el famoso y temido abrazo solidario, una maniobra inocente empleada por algunos ladrones para rodear a la víctima, inmovilizarla y, de paso, dejarla sin pulsera, pendientes, collar, cartera,... El año pasado hubo algún delito de esta tipología en Basauri y en varios municipios de Gipuzkoa.

"Siempre sacan algo", lamenta el agente. "Se aprovechan de que las personas mayores son más vulnerables por su edad, su estado anímico o su estado físico. Juegan con los sentimientos de esas personas. Muchas veces son cebos que van dando pena, cuentan milongas, que si tienen necesidad de un abrazo porque lo están pasando mal... Hay cantidad de situaciones en las que quieren causar lástima para que una persona baje la guardia y le sacan todo lo que pueden", ilustra Jauregi.

Con el abrazo va la medalla, el reloj... Y si justo ese día es final de mes y vienen del banco de sacar la pensión, la tragedia es mayor. "Saben cuáles son los días en los que la gente mayor va al banco y están allí poniendo la oreja, el ojo y controlando. Y lo intentan, y lo consiguen por desgracia algunas veces. El desalmado va donde haya poca seguridad, menos policía... Allí estarán para atacar; donde más fácil lo tengan", apostilla este agente de la Secretaría General de la Ertzaintza. Un cómplice vigilando y echando cuentas de cada perfil que accede al banco o un gancho en la zona de cajeros automáticos que se ofrece a ayudar esconden una red más grande de delincuentes que actúan indistintamente en pueblos pequeños o en núcleos de población mayores y ciudades.

Según les convenga. La Gran Vía de Bilbao puede ser un lugar ideal, por el trajín de personas, para un robo por tirón y para hacerse con unas cuantas casas camuflados como técnicos de pacotilla de cualquier profesión; y un municipio más modesto para practicar ese falso abrazo solidario, por ejemplo. Buscan agilidad, que no haya testigos, poder escapar rápido o perderse entre la marabunta de rostros anónimos de las grandes urbes. Por eso, Jauregui insiste: "no bajen la guardia, que les ha costado mucho ganar lo que tienen".

2022-03-01T17:32:02+01:00
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