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Una economía sólida, pero con desafíos

La evolución de la economía vasca en los últimos cuatro años refleja una recuperación consistente tras el impacto de la pandemia, aunque hay márgenes de mejora en varias facetas y tareas pendientes que exigirán esfuerzos compartidos
Imagen del Puerto de Bilbao, la principal arteria exportadora de las empresas vascas.
Imagen del Puerto de Bilbao, la principal arteria exportadora de las empresas vascas. / NTM

La última legislatura puede dividirse, en términos económicos, en dos tramos. El primero, el que está directamente condicionado por el impacto de la pandemia y sus consecuencias más severas, y el segundo, caracterizado por una recuperación que, no obstante, presenta trazas de sinuosidad por la constante presencia de la inflación y de determinados desafíos que atañen a toda Europa, como la falta de perfiles laborales especializados o el estancamiento de la necesaria inversión empresarial.

PIB

Los confinamientos y las restricciones marcaron el año 2020. A fines de ese año, el índice interanual del Producto Interior Bruto de la CAV reflejaba una caída del 9,7%. Para hacerse una idea de lo que implicó, es necesario recoger que en 2009, año de mayor impacto de la Gran Recesión originada en los mercados financieros, el retroceso fue del 5%, aunque aquella crisis se acompañó de un crecimiento desbocado en el desempleo que, afortunadamente, no se ha producido en esta ocasión por la activación de mecanismos de protección laboral como los ERTE. El comienzo del año 2021, con el progresivo retorno de la actividad económica, provocó un efecto rebote en la economía, si bien poco a poco se manifestó un problema que estallaría de forma plena meses después: la inflación. Además, la imagen que devolvía la mejoría de la economía vasca difería de la situación prepandémica o incluso de la de los tiempos anteriores a la crisis de la década pasada. Si antes de 2010, la industria representaba el 30% del valor añadido global, en 2021 se quedó en el 24,2%, permaneciendo en la actualidad en cotas similares. Por contra, crece el peso del sector terciario y de los servicios. El consumo privado, merced a los óptimos datos sobre empleo, y la demanda interna, pese a una inflación que todavía no está bajo total control, se están convirtiendo en dos de los factores principales de impulso de la economía.

Según el último Boletín de Coyuntura de Economía del Gobierno vasco, correspondiente al mes de abril, “la demanda interna será la responsable de la práctica totalidad del incremento del PIB previsto para este año, ya que aportará 2,1 puntos porcentuales al crecimiento, mientras que el saldo exterior restará dos décimas”. Por otra parte, el documento oficial vaticina que “el escenario de una inflación controlada a nivel europeo, que posibilite una bajada de los tipos de interés en la segunda parte del año 2024, estimulará el consumo de los hogares, que podría crecer este año un 1,8%”. Se prevé que la segunda mitad del año sea más beneficiosa que la primera en términos de crecimiento.

Empleo y salarios

Las estadísticas sobre creación de puestos de trabajo y desempleo representan una de las mejores noticias en la evolución económica de Euskadi en los últimos cuatro años. La tasa de paro alcanzó en la CAV el 10% a fin del año 2020, para ir reduciéndose hasta el 7% con el que el concluyó el año 2023, según Eustat. Aprendida la lección sobre el altísimo coste social que supuso la ola masiva de recortes en materia de empleo con la que se afrontó la recesión de la década pasada, los agentes institucionales y sociales apostaron desde el principio, desde una óptica compartida, por sostener el mercado laboral.

La última reforma laboral, aprobada a comienzos de 2022, consolidó la contratación indefinida, aunque se empiezan a vislumbrar signos de que podría haber alcanzado su techo. El mercado de trabajo sigue ofreciendo datos positivos y es el gran responsable de que se siga sosteniendo el consumo de los hogares en un escenario en el que, no obstante, la tendencia es a apretarse el cinturón en aspectos como la venta de viviendas o de automóviles. Por otra parte, la afiliación a la Seguridad Social aumentó un 1,8% en marzo respecto al mismo mes del año anterior. Gracias a ello, Euskadi se situó por sexto mes consecutivo por encima del millón de cotizaciones. Al mismo tiempo, los salarios se han recuperado por encima de la inflación, pero en términos comparativos no termina de recuperarse el mismo poder adquisitivo por el fuerte impacto de los precios.

Inflación

Está siendo el invitado no deseado, ese que se presenta sin que nadie lo reclame y del que parece que nadie puede deshacerse pese a que las previsiones siempre apunten a que se va a esfumar más pronto que tarde. Se suele asociar este problema a la guerra de Ucrania iniciada tras la invasión rusa en febrero de 2022, pero lo cierto es que ya venía de antes. Así, el año 2021 concluyó con una subida del IPC en Euskadi del 6,4%, anticipo de los fuertes ascensos que se vivieron en el primer semestre del año siguiente. El año pasado, se cerró con una subida del IPC en Euskadi del 3,2%. Para combatir los efectos de los altos precios, la autoridad monetaria - el Banco Central Europeo- ha venido ordenado distintas subidas de los tipos de interés desde verano de 2022, situándose ahora en el 4,5%. Una maniobra clásica en la economía con la que el BCE trata de frenar la demanda y así conseguir que bajen los precios hasta un 2% de incremento del IPC, su objetivo declarado. Eso sí, con la premisa de no dañar el crecimiento, un objetivo que, en líneas generales, se está cumpliendo en Euskadi y también en el resto del Estado. No así en países como Alemania y Francia, principales destinos de las exportaciones vascas y que no terminan de enderezar su rumbo. Esto daña a las empresas vascas, que ven como sus grandes compradores están apurados. No obstante, 2023 cerró como el mejor año de la historia para el sector exportador vasco. Según los últimos datos provisionales elaborados por Eustat, las exportaciones vascas al extranjero alcanzaron en 2023 un valor total de 32.645 millones de euros. Este indicador estuvo impulsado, de nuevo, por la evolución de los productos no energéticos (3,4%) y fue el mayor registro alcanzado en cualquier año en toda la serie histórica.

Capítulo aparte dentro de la inflación merece la cesta de la compra. Con la factura energética ya más lejos de ser el quebradero de cabeza que supuso en 2022, lo cierto es que los precios de los alimentos no aflojan su presión y siguen golpeando con dureza a las economías domésticas. Los precios han acumulado un crecimiento medio total desde 2021 de casi el 15%. El coste de los alimentos se suma, en muchas familias, a cuotas hipotecarias que se han encarecido por el alza de los tipos de interés. Esto está conduciendo, de forma irremediable, a nuevos hábitos de compra, recurriendo cada vez más el consumidor a marcas blancas y a un consumo más vinculado a eventos y ocasiones únicas que a bienes tangibles concretos.

Problemas

Aunque el ritmo de la evolución económica de Euskadi apunta a que la recuperación va a seguir afianzándose, resulta obvio que el escenario en el que se mueve la economía vasca, como el resto de Europa, es de incertidumbre, con problemas que se extienden a toda la órbita europea: envejecimiento poblacional, falta de perfiles especializados y déficit de inversión empresarial son algunos de ellos. Sin olvidar las altas tasas de conflictividad y absentismo laboral que siguen presentes en la CAV. Las transiciones energética y digital asoman también como desafíos obligados, materias para las que se confía en que los fondos europeos Next Generation tengan efectos prácticos.

2024-04-17T06:08:41+02:00
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