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Tras un otoño “muy cálido y seco”, un invierno “cálido”: así es la nueva realidad vasca

Las sequías e inundaciones son cada vez más frecuentes en el planeta, que se calienta rápidamente mientras la CAV también se ve afectada por el cambio climático
Un termómetro en Bilbao marca 23 ºC en febrero / EP

“Euskadi vive uno de los febreros más secos de lo que llevamos de siglo”. “La CAV vive el tercer agosto más caluroso de lo que va de siglo”. “Euskalmet califica el mes de junio de extremadamente cálido y lo sitúa como el más cálido desde 1970”. Cada vez es más habitual escuchar estas y otras calificaciones que parecen estar llevándonos a una Euskadi tropical. Sin embargo, detrás de ese chascarrillo que ha venido a sustituir los anteriormente populares comentarios sobre las nevadas y heladas que antaño eran propias de esta época, se esconde una realidad cada vez más alarmante a la que las instituciones están prestando atención.

Íñigo Javier Caballero, jefe de Estudios y Desarrollos de Aemet en Euskadi, explicó hace unos días que tras un otoño “muy cálido y seco”, y caracterizado por los contrastes, el invierno que comenzó el pasado 21, y pese a las gélidas temperaturas de estos días, se esperan temperaturas por encima de la media y tendencia a ser también “cálido”, además de “normal” en cuanto a precipitaciones. Respecto al otoño, Miguel Ángel Manjón, responsable de la sección de Climatología y Usuarios de Aemet en Euskadi, informó asimismo de que la temperatura promedio de septiembre, octubre y noviembre fue de 14,4 grados, 0,9 grados más que la media de la serie de referencia.

Ese valor otorga la clasificación de “muy cálido” al trimestre, que ocupa el décimo puesto de los otoños más cálidos desde 1961 y confirma “la anomalía cálida otoñal” que viene registrándose desde 2011. En precipitaciones, se recogieron en ese periodo en Euskadi 270 litros por metro cuadrado, cuando la media es de 324, lo que les ha llevado a catalogar el periodo otoñal de “seco” y “rompe la tónica” de los dos anteriores otoños, que fueron “húmedos”. Sin embargo, esto son más que cifras y datos.

Ponen de manifiesto una tendencia que parece estar repitiéndose, como sucede cuando Euskalmet habla de meses en algunos casos más cálidos, húmedos o secos de lo habitual y que en ocasiones baten récords históricos desde que se tiene registro. Hace unos meses, el Gobierno vasco publicó su primer estudio sobre la evolución del clima en Euskadi en los últimos cincuenta años, un informe que constata un aumento en la frecuencia y duración de las olas de calor, un ascenso del nivel del mar de más de 20 cm en los últimos dos siglos y un aumento de la temperatura media de Euskadi de 0,3°C por década desde 1970, y que arroja también datos como que “entre 1980 y 2021, las pérdidas económicas totales por fenómenos meteorológicos y climáticos ascendieron a más de 560.000 millones de euros en los Estados de la UE”.

Ya se están dando pasos a nivel mundial para evitar que de aquí al final del siglo la situación siga agravándose, también en Euskadi. Tal y como explican desde la Agencia Vasca del Agua, en 2027 se aprobará el Plan hidrológico de la demarcación hidrográfica del Cantábrico Oriental para los años 2028 a 2033 y, ante la previsión de que Euskadi podría perder en 2100 el 39% de la superficie de sus playas, el Gobierno vasco quiere hacer frente a estas y otras amenazas con su Plan Territorial Sectorial (PTS) de Protección y Ordenación del Litoral.

La preocupación por los cada vez más frecuentes episodios climáticos extremos, al fin y al cabo, no ha pasado de largo a la CAV, y se trata de una inquietud compartida a nivel mundial recogida en el punto número 15 de los 17 Objetivos de desarrollo sostenible de la ONU y que contempla, de aquí a 2030, luchar contra la desertificación, rehabilitar las tierras y los suelos degradados, incluidas las tierras afectadas por la desertificación, la sequía y las inundaciones, y procurar lograr un mundo con efecto neutro en la degradación de las tierras.

Una zona de la CAV

La información sobre desertificación disponible para Euskadi se limita a la del Mapa de riesgo de desertificación elaborado en el Estado, recuerdan desde el Gobierno vasco. De acuerdo con los criterios de clasificación de la gravedad del riesgo de desertificación definidas ahí, “en Euskadi no habría ninguna superficie considerada de riesgo muy alto. Sin embargo, se ha identificado una zona en Araba con riesgo alto. Esta superficie se localiza en la parte meridional de este territorio, donde predominan los viñedos y los cultivos de cereales”, señalan en la Estrategia de protección del suelo de Euskadi 2030.

De acuerdo con los escenarios regionales de cambio climático de alta resolución para el País Vasco (Ihobe, 2017), aseguran en ese informe que se prevé un aumento de los periodos de sequía, estimado a partir del número máximo de días secos consecutivos al año. “El aumento de los periodos de sequía previstos, de acuerdo con los escenarios regionales de cambio climático de alta resolución para el País Vasco, podrían incrementar, en distinta medida, el riesgo de desertificación en la totalidad del territorio de la CAPV”, señalan.

Soluciones con ADN vasco

Ahora, para hacer frente a esta realidad, entidades vascas como Neiker están trabajando incansablemente para ofrecer soluciones a un escenario que cada vez parece más real. Sin ir más lejos, hace unos meses anunciaron su liderazgo en el proyecto europeo e-RIGATION, que aborda la escasez hídrica a través de un sistema digital que permite tomar decisiones más eficientes sobre el riego y los tratamientos fitosanitarios.

Desde Neiker explicaban cómo en regiones donde antes las precipitaciones solían ser regulares, ahora se repiten con más frecuencia los periodos prolongados de sequía, agravados por “el aumento de las temperaturas y la irregularidad del clima”. Ante esta situación, que afecta por ejemplo a la productividad de cultivos estratégicos como la vid, lideran ahora esta iniciativa que busca optimizar el manejo del agua directamente en las explotaciones.

El 80% de los recursos hídricos

Los resultados que arroje esta experiencia pueden ser de gran ayuda para abastecer y asegurar la red hídrica para un sector, el de la agricultura, que en el Estado consume un 80% de los recursos hídricos disponibles, según los vascos BC3, Basque Centre for Climate Change, que han visto la gran importancia de hacer frente a las sequías y optimizar los recursos. Dos de sus investigadoras (Violeta Cabello e Irene Pérez Beltrán) han trabajado al fin y al cabo desde el pasado año en el proyecto de investigación Tranagro con diferentes entidades sindicales, agrarias, ambientales, empresas del sector del agua, consumidores y representantes de la Mesa Social del Agua de Andalucía.

Y es que, Andalucía es un exportador líder de cultivos que requieren un alto consumo de agua, pero a su vez es una de las regiones más secas del Estado y de Europa. Ante este hecho, desde la CAV han colaborado en este proyecto que ha desarrollado nueve indicadores para un reparto local del agua más justo y equitativo en situaciones de escasez. El abastecimiento y la calidad del agua son, al fin y al cabo, solo algunas de las preocupaciones que marcan las agendas de muchas organizaciones y entidades inquietas por el impacto del cambio climático en nuestras vidas y, aunque otras zonas del planeta son más susceptibles de sufrir los efectos de sequías e inundaciones en un futuro próximo, Euskadi no se libra de la invisible garra del cambio climático.

28/12/2025