Roberto Olabe siempre ha defendido que las cesiones con o sin opción de compra son operaciones muy interesantes para apuntalar la plantilla realista. Probablemente, sea la única manera de poder aspirar a futbolistas que ya cuentan con un caché superior al del plantel txuri-urdin por militar en clubes más poderosos. Con el préstamo de este tipo de jugadores lo que se busca es un rendimiento inmediato y que, además, si la cosa va bien, conozca el club y la calidad de vida que se respira aquí para intentar convencerle incluso de que siga más tiempo por estos lares.
Kieran Tierney y André Silva responden a este tipo de incorporaciones. Dos futbolistas con sueldos superiores a los de sus compañeros en Zubieta, que aterrizaron para reforzar el proyecto de Champions y que estaban llamados a ser titulares indiscutibles.
Pronto se conoció que ambos contaban con un historial peligroso de lesiones y contratiempos físicos. Incluso el luso llegó sin haberse recuperado de una rotura de fibras que sufrió en el mes de mayo con el Leipzig, lo cual no era buena señal, obviamente. Más dramático era el currículum de Tierney.
Cuando estamos a las puertas de diciembre y nos vamos acercando al ecuador del año de cesión que en principio estarán en Donostia, André Silva se ha perdido 16 de los 18 encuentros en total que ha disputado el equipo y Tierney, trece. El luso participó en la última media hora del derbi y el descuento en el Metropolitano, pero se lesionó hace más de un mes. Mientras que el escocés, que el día 30 cumple dos meses fuera de la competición, fue titular en los cinco duelos que disputó, pero Imanol le sustituyó en todos, en otra evidencia de que temía que pudiera romperse.
Para que se hagan una idea, la media de partidos que ha jugado la Real en los últimos cuatro cursos es de 49. Los dos ya tocan balón y hacen trabajo de campo, por lo que en breve se espera que vuelvan a la dinámica de grupo. Aún se espera mucho de ellos.