Hermelo Molero lleva más de dos décadas persiguiendo a los traficantes de drogas en Euskadi. Su experiencia ha quedado reflejada en una novela de tintes autobiográficos, donde retrata las redes del narcotráfico con precisión y realismo. El protagonista "se parece bastante a mí, solo que es más alto, más guapo y con más pelo", dice entre risas.
En los últimos años, el mercado mundial de la droga ha cambiado sustancialmente. "Las políticas en Colombia están cambiando. Se ha acumulado stock de cocaína desde la pandemia del COVID, cuando cayó la oferta. Y ahora, el precio en origen está más bajo que nunca", advierte. "Cuanto más barata es allí, más barata llega aquí."
Y no solo se trata de cocaína. "Por desgracia, no es la única droga que tenemos que vigilar", señala Hermelo. El escenario se diversifica: cannabis, drogas sintéticas, nuevas sustancias psicoactivas. Su grupo en la Ertzaintza trabaja con un objetivo claro: desarticular redes de alto nivel. "Empezamos en Euskadi, pero muchas veces esos traficantes se conectan con otros en Madrid, Galicia o Cataluña. Y nos coordinamos con otras policías para llegar más allá."
Hermelo asegura que el dinero que se obtiene de la droga es "incalculable" y eso tiene consecuencias peligrosas. "A mí como policía me preocupa más qué se hace con ese dinero. Un traficante pequeño malvive. Pero una gran mafia puede sobornar a policías, jueces, políticos. Pueden llegar a influir en países enteros. Colombia es el ejemplo clásico, pero no está tan lejos. Holanda tiene ahora un problema grave con mafias instaladas que matan. Eso también puede pasarnos."
Frente a este escenario, la labor policial es constante, pero no basta. "Nosotros hacemos nuestro trabajo: reunir pruebas, intervenir, detener. Cada vez intentamos ir más al patrimonio, atacar el dinero que ganan con la droga. Es lo que más les duele."
Pero Hermelo insiste: "Esto no se resuelve solo con policía. El consumo sigue siendo el motor del negocio". Por eso pone el foco en la educación, "hay que informar, sobre todo a los jóvenes. Que sepan qué hay en la calle, qué consecuencias tiene. No todas las drogas son iguales. Algunas son mucho más peligrosas. Como padre, lo digo: si un chaval hace deporte con amigos deportistas, hará deporte. Si va con quien consume, acabará consumiendo. Hay que ofrecer alternativas, no solo fútbol, sino muchas actividades atractivas para los jóvenes.
A lo largo de su carrera Molero ha decomisado droga en los más variopintos formatos. "Una vez, en Barajas, la Guardia Civil encontró una taleguilla de torero hecha completamente de cocaína. Con sus piedras, su bordado. Bonita, de verdad. He visto de todo: sábanas tejidas con hilo de cocaína, carbón impregnado, estructuras huecas..."
La detección requiere investigación constante. "Empezamos con un objetivo, le seguimos, interceptamos llamadas, seguimos pistas hasta que no podemos subir más. Entonces intervenimos." Hoy es más difícil que nunca. "Antes era más fácil intervenir llamadas. Ahora, con los móviles y las comunicaciones cifradas, es muy complicado."
En Euskadi, el consumo se distribuye por edades. "Los menores de 17 años consumen sobre todo cannabis y alcohol. Luego, algunos abandonan las drogas, pero otros suben un peldaño: speed, cristal, cocaína. Esta última puede acompañar al consumidor hasta los 70 años."
En cuanto a la salud, el daño está comprobado. "El cannabis daña la memoria y la concentración, justo en la edad de estudiar. Las drogas más duras pueden adelantar enfermedades como el Parkinson o el Alzheimer. Y cada cerebro responde distinto. Lo que a uno apenas le afecta, a otro lo puede destrozar."