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Juan Luis Pérez Mitxelena (Bera, 52 años), más conocido como Petti en el mundo de la música, es una figura clave de la escena rock vasca del siglo XXI. Desde su álbum de debut en 1999, Amets bat, ha picado piedra hasta publicar más de una docena de discos, ha colaborado con el escritor Harkaitz Cano o con músicos de la talla de Anari, Xabi Señor No o el soulman Barrence Whitfield, entre otros.
Petti tiene además un vozarrón profundo y potente con el que a veces cuesta contener los estragos de la emoción. Músico honesto y de perfil bajo, fiel a su personal estilo, entre la música folk y el rock más crudo, celebra 25 años de trayectoria con el álbum en directo XX ta bortz urte zuzenean junto a su banda de acompañamiento Etxeko Uzta.
El álbum se grabó en directo en gran parte en Hondarribia. ¿Cómo recuerda aquel concierto?
-En realidad, el disco se grabó en Ataun, en Bera, en casa, y en Hondarribia, que fue el que mejor salió de todo ellos. Lo que pretendía hacer era una recopilación de los temas más cañeros y rockeros de mi repertorio. Nos quedamos muy contentos con el resultado de Honddarbi y decidimos meter muchos temas de ahí.
El disco se abre con el medio tiempo Zaldi emozionalak, tal vez una de las cumbres recientes de su carrera. ¿Qué lugar ocupa en su corazón?
-En el CD sí que se abre con esta canción, pero en vinilo decidimos cambiar el orden para que empezara con los temas más representativos y rockeros. Zaldi emozionalak es más soulero, un medio tiempo. La letra de Harkaitz Cano es brutal. Aunque es la canción más tranquila de todas, me apetecía meterla, tenía que estar sí o sí porque queda bien en cualquier lugar del disco.
Sus canciones suelen ser largas.
-Las canciones son largas porque las letras también son largas. Siempre compongo primero la letra y si el texto dura tanto pues la canción tiene esa duración concreta. No me gusta nada acortar una letra.
Sigue anclado en el rock. ¿Le interesan otras músicas? ¿Qué opina, por ejemplo, del fenómeno actual de la música urbana?
-Escucho un poco de todo, desde música clásica, pop de los 80, powerpop, Anestesia, Sepultura, Mozart… Cada momento te pide un tipo de música, aunque reconozco que el reggaetón ni su filosofía me gustan demasiado. El hip hop o el rap, si están bien hechos, también me gustan. Y las rancheras, el tango, el vals. Lo que te digo, me gusta un poco de todo.
El año pasado tocó en el festival BBK Music Legends junto a dinosaurios del rock como Deep Purple o Canned Heat. ¿Petti es ya una vieja gloria de la música vasca?
-(Ríe). No soy ni vieja gloria ni nueva gloria. Siempre he sido un artista de segunda división, aunque tuve la suerte de que me llamaran para tocar en el mismo cartel que Deep Purple o Canned Heat. También había grupos más nuevos, como los suecos Blues Pills. Lo pasamos muy bien y nos trataron de lujo. He tocado en más festivales, como en el Azkena Rock de Gasteiz, y me ha molado hacerlo, pero tengo mis reservas con los festivales.
¿Lo dice por el fondo de inversión israelí KKR?
-Por eso y por otros motivos. Beber y comer en un macrofestival es carísimo y no te dejan meter ni un puto bocadillo. Hacen lo que les da la gana con la gente y ponen los precios que les da la gana. Llaman a grupos de aquí prácticamente por compromiso y porque saben que con eso consiguen una serie de subvenciones. Además, están acostumbrando a la gente a lo macro con el perjuicio que tiene eso para las salas pequeñas. Antes, en los años 80 y 90 podías ir a cualquier sitio a tocar, a Gasteiz, a Bilbao, Donostia… No había ningún problema. Ahora parece que la música en directo molesta y es mala para la ciudad y los vecinos.
Con cuál de los dos Pettis se queda: ¿con el trovador acústico que con su guitarra toca en bares y clubs pequeñitos o con el rockero que actúa con banda completa en escenarios más grandes?
-Cada tipo de concierto tiene su momento. Pero si tuviera que decidir entre uno y otro, elegiría tocar en sitios pequeños, siempre que hubiera un circuito con el que se pudiera vivir de esto. A mí me gusta estar cerca de la gente. Aunque los conciertos grandes tienen su punto y se viven de otra manera… Me pasa algo parecido con mis discos, que unos son más acústicos y otros eléctricos. Al final hago lo que me pide el cuerpo. Y ahora el cuerpo me pedía un disco cañero para gritar todo lo que tengo que gritar. Estoy de muy mala hostia con todo lo que está pasando en el mundo y esta ha sido una especie de terapia en la que soltar lo que me revienta por dentro.
Musicalmente se le ha comparado mucho con Mark Lanegan, quizás demasiado. ¿Qué otros artistas admira?
-Siempre termino diciendo los mismos, músicos como Nick Drake o Nick Cave. Más actuales te diría que Nathaniel Rateliff o Michael Kiwanuka.
¿Ha leído las memorias de Mark Lanegan que se tradujeron al castellano hace un par de años? Se ganó a pulso su fama autodestructiva.
-Sí, y luego sacaron otro libro más que también leí. Aparte de haberse metido mucho, se dedicaba a la venta de droga. Como dices, fue muy autodestructivo desde los tiempos de Screaming Trees (su banda en el periodo grunge). Una vez lo fui a ver a Londres y no se podía aguantar de pie, pero el concierto fue increíble. Más allá de lo que hizo en su vida privada, musicalmente todo lo que hizo para mí es una pura maravilla.
Me da la impresión de que su vida es bastante más sana...
-Ahora sí. Con 20 años yo también tuve mi época de excesos. Por suerte, salí de aquello.
Inspiración buscada en Granada
Petti ha viajado hasta Granada en busca de inspiración para escribir las letras de su próximo álbum, que está previsto que vea la luz para el próximo 2026. Se ha refugiado en la ciudad de la Alhambra (y de Enrique Morente, Lagartija Nick o Los Planetas, entre otros) durante un total de diez días en este mes de diciembre.
El cantautor de Bera es uno de esos artistas prolíficos que está componiendo o está encima de un escenario mostrando al público sus canciones. Pocas veces para quieto. El año pasado se alió con la divulgadora científica Ana Galarraga durante el recital musicado Frankenstein agurgarria que se han presentado en diferentes localidades. El primer bolo de Petti y sus compinches de Etxeko Uzta en 2026 será el viernes 16 de enero en Hernani.
La primera canción de su debut se llamaba Bera. Veinticinco años después se sigue mencionando a Bera como cuna musical ineludible en Euskal Herria. ¿Qué le echan al grifo del agua en el pueblo?
-Pues no lo sé. Llevo escuchando la misma pregunta 25 años y sigo sin saber qué contestar. Tenemos la muga, y ser un pueblo fronterizo igual nos ha hecho mirar para arriba y descubrir otras músicas que llegaban antes aquí que a otras partes de Euskal Herria. Mucha gente que viajaba fuera traía novedades de Londres o de Estados Unidos y con Juancar Bloody Mary (de la tienda de discos del mismo nombre en Irun) teníamos mucho contacto. En los bares poníamos muchas novedades, cosas raras y supongo que los chavales fueron mamando todo eso. El ayuntamiento también nos ayuda mucho y nos cede gratuitamente los locales de ensayo. Bera siempre ha sido un pueblo con mucha cultura musical.