Una de las actrices más destacadas y con mayor proyección en el teatro, cine y televisión en la actualidad es la pamplonesa Natalia Huarte. Con una sólida formación en la Real Escuela Superior de Arte Dramático de Madrid y en The Michael Chekhov Acting Studio de Nueva York, ha colaborado con reconocidos dramaturgos como el navarro Alfredo Sanzol. Además, ha participado en numerosas series televisivas de gran éxito, así como en varias películas y cortometrajes. En los últimos meses, ha concluido la grabación de tres series: Querer (Movistar+), Ena (La 1) y Legado (Netflix). También ha finalizado su participación en la obra de teatro La fortaleza, escrita y dirigida por Lucía Carballal.
¿Cuándo se dio cuenta de que quería dedicarse al mundo de la interpretación?
-El punto de inflexión fue en el instituto, en el Navarro Villoslada de Pamplona, con Ignacio Aranguren, que era el profesor de Lengua y Literatura en ese momento y tenía un grupo de teatro. Me apunté porque Ignacio hacía pruebas. Me cogieron para hacer La posadera de Carlo Goldoni. Hice de Mirandolina, que era la protagonista. En ese momento vi que me gustaba.
Cuando sus padres supieron que pensaba dedicarse al mundo del espectáculo, ¿le apoyaron sin dudarlo o prefirieron que se dedicase a una profesión con más estabilidad y seguridad?
-Cuando dije en casa que quería ser actriz debí decirlo muy bien, porque creo que les convencí. Les vendí muy bien la moto. Mi padre me dijo que lo intentara primero en la Real Escuela Superior de Arte Dramático de Madrid y que si no me cogían a la primera, que no pasaba nada, que lo volviera a intentar. Y eso fue lo que hice y resultó que salió. Entré en la escuela el primer año.
¿Por qué eligió Madrid para estudiar la carrera?
-Dice mi padre que desde pequeña, creo que con once o doce años, yo ya iba por casa diciendo constantemente la coletilla: “Cuando viva en Madrid...”. Creo que seguí esa intención y, efectivamente, decidí venir a Madrid porque intuía que me gustaba bastante. Y así ha sido. Llevo aquí diecisiete años.
Complementó su formación en The Michael Chekhov Acting Studio de Nueva York. ¿Por qué este estudio en concreto?
-El gobierno navarro daba una beca de ampliación de estudios artísticos. Así que cuando terminé en la Real Escuela Superior de Arte Dramático, pensé que sería bueno coger esa beca. Una compañera de clase había estado en ese estudio el año anterior y me dijo que había sido una experiencia maravillosa. Así que nada, cogí la beca. Fue una experiencia increíble.
Ha participado en numerosos montajes teatrales de la mano de Alfredo Sanzol, Miguel del Arco, Josep María Mestres o Carlota Gaviño. No cabe duda que son todos unos grandes dramaturgos...
-He tenido mucha suerte de trabajar con muy buenos dramaturgos, muy buenos directores y, muchas veces, con directores que habían escrito la obra. Por supuesto que luego he trabajado con textos que no los ha escrito el propio que lo dirige. Alfredo Sanzol, qué voy a decir siendo navarra... Es uno de los más grandes de nuestra escena, premio Príncipe de Viana y director del Centro Dramático Nacional. La verdad es que he tenido mucha suerte. Es una carrera donde se me ha permitido y se me ha dado el espacio. Estoy muy agradecida a todo el mundo que ha confiado en algún momento en mí.
“ Estoy muy agradecida a todo el mundo que ha confiado en algún momento en mí ”
En 2022, participó en las obras de teatro París 1940 de Josep María Flotats, Safo de Marta Pazos y Supernormales de Iñaki Rikarte. También, ese mismo año, intervino en la serie de televisión Heridas de Antena 3 y en cine en El comensal de Ángeles González-Sinde. ¿En qué medio se encuentra más a gusto?
-Diría que en los dos porque no tiene nada que ver el teatro con lo audiovisual. Ahora que este año he tenido la suerte de poder rodar un poco más de seguido, se van a estrenar tres series en las que he participado y una película, de repente he visto que la cámara tiene algo que ahora me apetece mucho. Es verdad que he hecho mucho teatro y ahora me apetece muchísimo conocerme también con la cámara. No me gustaría elegir (risas). Quiero disfrutar en ambos sitios.
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Este año, ha sido galardonada con el premio Max a mejor actriz por Psicosis 4.48, obra que alude a la hora en la que se cometen más suicidios. ¿Qué ha supuesto ganar este galardón?
-Ganar un Max es el mayor premio que te pueden dar a nivel teatral. Estuve nominada junto a Vicky Luengo y Nerea Moreno, dos actrices a las que admiro infinito. No sé explicar lo que sentí. Muchísima alegría. También estaba allí mi padre. Fue muy bonito poderlo compartir con él y con mi chico, Borja. Notas mucho cariño de los compañeros de profesión, que te reconozcan el trabajo. Psicosis 4.48 era una obra muy pequeña que habla de un tema muy duro. Agradecí mucho al jurado que diese luz a ese tema. Eso sí que se lo agradecí mucho, más que nombrarme a mí.
También ha grabado la serie Legado con José Coronado y Belén Cuesta, entre otros protagonistas. ¿Cómo llegó a la serie?
-La terminamos de grabar en julio. Llegué a ella gracias al teatro porque el director de casting, Alejandro Gil, me había visto en una función. Le gusté mucho y decidió llamarme para una prueba. Fue maravilloso. Es la primera vez que hago un personaje así más de protagonista. La serie es muy coral y tiene muchas subtramas. Estar al lado de José, de Belén, de Diego Martín, de Nico Romero es aprender mucho, la verdad. Ha sido un año largo de grabaciones en el que he sido como una esponja.
¿Qué expectativas tiene para el estreno de la serie?
-Creo que tiene unos ingredientes muy buenos. Los actores que hay son un valor seguro y los guiones están muy bien. Se ha hecho un buen trabajo.
También ha participado en la obra de teatro La fortaleza, con texto y dirección de Lucía Carballal, y cuyo tema central es una reflexión sobre la figura del padre ausente. ¿Qué papel interpretaba aquí?
-Éramos tres actrices haciendo tres monólogos en tres momentos de la vida. Cada una era como si representase un poco a Lucía (Carballal) en tres momentos vitales distintos de ella. No era un personaje normal al uso donde tenías una escena con un compañero y tú tenías tu papel, pero a la vez sí que teníamos unas palabras que no eran del todo nuestras. Hay algunas partes de la función donde sí participábamos nosotras también y podíamos contar quienes éramos cada una de nosotras: Eva Rufo, Mamen Camacho y yo. La gente nos decía que veían mucho a Lucía y a la vez a nosotras.
¿Qué papel sería su sueño interpretar y con quién le gustaría verse algún día sobre un escenario?
-¿Qué papel? Pues la verdad es que me están llegando papeles que me ponen retos todo el tiempo, que me hacen salir un poco de lo que yo soy. No sabría decirte uno a priori porque cuando he dicho uno, luego me he sorprendido de lo que significaba hacer ese personaje. No sé, hay muchísimos. Cualquiera que me pueda poner un reto, que me haga trabajar y verme sobre un escenario me gustaría muchísimo. Con la gente que está trabajando ahora, tipo Vicky Luengo. Para mí, es un referente. Es una actriz de mi generación que considero estratosférica. Me encantaría algún día compartir escenario con ella.
¿Cuál ha sido la mayor lección que ha aprendido hasta ahora en su carrera profesional?
-Que no se nos puede olvidar la humildad y el trabajar con lo que uno tiene y con lo que uno es, sin dejar que la vanidad se haga demasiado grande. Siempre con los pies en la tierra, sin creernos que estamos por encima de nada. También, sentir esta profesión como algo de compañeros, que contamos cosas importantes y darle el valor que tiene.
Carrera profesional
Comenzó su carrera teatral en Iruñea en 2007. Ese mismo año se trasladó de la capital navarra a Madrid para estudiar en la Real Escuela Superior de Arte Dramático. En 2011, continuó su formación en Nueva York, en el Michael Chekhov Acting Studio. Desde entonces, ha participado en producciones dirigidas por Carlota Gaviño, Ana Zamora, Carlos Aladro, Miguel del Arco y Josep María Mestres, entre otros. En 2015, se unió a la Compañía Nacional de Teatro Clásico. Bajo la dirección de Alfredo Sanzol, actuó en La valentía (2018) y en El bar que se tragó a todos los españoles (2021). También protagonizó El perro del hortelano bajo la dirección de Helena Pimenta, trabajo por el que recibió el premio Ercilla 2019 a la mejor actriz revelación. Más tarde, participó en obras como Supernormales (2022-2023) dirigida por Iñaki Rikarte, París 1940 (2022), y Los pálidos, debut de Lucía Carballal como directora. En 2023, dio vida a su primer monólogo, Psicosis, 4.48, con el que ganó el premio Max 2024. En el ámbito audiovisual, ha trabajado en cortometrajes como Escala en Madrid (2016) y Yegua (2023), así como en películas como el documental Las cartas perdidas (2021) de Amparo Climent y el largometraje El comensal (2022) de Ángeles González-Sinde. En televisión, ha formado parte de series como Amar es para siempre y Heridas (Antena 3). Este año, ha grabado las series Querer (Movistar+), Ena (La 1) y Legado (Netflix).
Proyectos futuros
Uno de sus próximos proyectos es la obra de teatro Natacha, escrita por Luisa Carnés y adaptada y dirigida por Laila Ripoll. La pieza aborda la dura realidad de las mujeres trabajadoras en un taller textil y sigue los esfuerzos de la protagonista por sobrevivir en un entorno deshumanizado y cruel, donde cualquier esperanza de futuro parece inalcanzable. La obra se presentará en el Teatro Español de Madrid con funciones programadas desde el 11 de febrero hasta el 30 de marzo de 2025.