Juegos mentales en la cabeza del Tour

Los juegos mentales mandan en la cabeza del Tour, donde no solo cuentan los vatios y las prestaciones físicas, que en ocasiones parecen salir de una central nuclear de tanta energía que emanan. Tadej Pogacar, el líder, y Remco Evenepoel, tercero, están desarrollando un concordato. Una alianza frente a Jonas Vingegaard, segundo y todavía el campeón en curso, aunque el amarillo viaja a lomos del inaccesible esloveno camino de Niza. Pogacar y Evenepoel se mueven en la misma sintonía. Ofrecieron un discurso parejo el día del sterrato, en Troyes, cuando Vingegaard no colaboró con una idea suicida para él. Desde ese instante señalan al danés.

En la etapa de ayer se evidenció ese tic de ambos, que cuando comparten podio –Pogacar como líder y Evenepoel como el mejor joven –reparten las chucherías que le esperan al esloveno a modo de premio. Simpatizan. Este punto de fusión refuerza al líder porque ve cómo el belga desgasta también al danés, que en realidad es lo único que pretende el esloveno. Ha encontrado un aliado, aunque no debería serlo. Evenepoel parece cómodo en esa piel de outsider que hace migas con el líder. Sin embargo, le hace la carrera. Conectan y congenian, pero, eso sí, con Pogacar como maestro de ceremonias. Es su manera de horadar la resistencia de Vingegaard, más cauto, tímido y precavido que el esloveno expansivo y el belga desafiante, que en ocasiones parecen compartir equipo.

En ese duelo sale ganador Pogacar, que no ve en Evenepoel una amenaza real porque sabe de su superioridad en la montaña, siendo parejos en la crono, y de ahí que se muestre siempre sereno, cordial y bromista con el belga. El líder silba mientras Evenepoel sonríe y a Vingegaard el gesto se le retuerce. “No miro a la segunda posición. En una etapa como la de hoy (por ayer) soy mejor que él, pero en las de alta montaña que restan él es mejor. Estoy seguro de que tendrán planes para esos días. Yo voy a intentar consolidar la tercera posición”, dijo el belga, mientras que el líder aseguró que atacó para probar las piernas en la tercera semana. “Si este ha sido mi día malo, estoy contento”, replicó Vingegaard. Juegos mentales.