Imanol Pradales está manteniendo una participación cuidada y medida en esta campaña, en un momento en el que las negociaciones entre PNV y PSE para investirlo como lehendakari siguen abiertas. Pero Sabin Etxea está aprovechando la fuerza que puede aportar para movilizar el voto, sobre todo en su Ezkerraldea natal. Ayer martes volvió a Barakaldo, donde sufrió una agresión con espray de pimienta en las pasadas elecciones vascas, y lo hizo con un mensaje en clave movilizadora para alertar de la pérdida de posiciones de Europa frente a China y Estados Unidos, y para prevenir del riesgo de que Euskadi pierda influencia si no se potencia el eje atlántico o se activa la macrorregión. Pradales volvió a apelar al “orgullo de Euskadi y de Ezkerraldea” para hacer un último esfuerzo y acudir a votar, con el objetivo de que Agirregoitia consiga revalidar el escaño del PNV en Europa.
Pradales recordó de pasada la agresión que sufrió en Barakaldo, pero con la intención de poner el foco en otra cuestión, en que esa fue la semana decisiva para ganar las elecciones. Pidió nuevamente a Ezkerraldea que se movilice, y avisó de que “Europa está en un momento muy importante para decidir su futuro en el tablero mundial”. “Europa ha pasado de ser aproximadamente el 25% de la economía global en 1990, a representar hoy un 17%. Perdemos peso, mientras Estados Unidos o China son cada vez más determinantes. Y tenemos dos opciones: o reforzamos el proyecto europeo, o entraremos en un lento pero irreversible proceso de decadencia. Tenemos que reforzar nuestras capacidades industriales y tecnológicas frente a las otras grandes potencias. Debemos avanzar en la llamada autonomía estratégica de Europa. Una Europa competitiva y del bienestar. Una Europa democrática y cohesionada social y políticamente”, avisó.
El momento también sería crucial para Euskadi, porque el eje de influencia se está desplazando al este. “Tenemos que contrarrestarlo o, si no, Euskadi se puede quedar fuera de juego”, dijo, para añadir que “Euskadi debe aspirar a ser la rótula y motor de la fachada atlántica”, con tracción logística, industrial y tecnológica. Defendió, además, el protocolo para dar voz a los territorios.