Gipuzkoa

“Hace algunos años iba a los bares e intentaba hablar con la gente, pero me llegaron a dar la espalda”

El urretxuarra Muhammad Umair.
El urretxuarra Muhammad Umair. / Asier Zaldua

Umair confía en la gente y confía en que el trabajo bien hecho tiene recompensa. Ha trabajado en bares, de cuidador, en un locutorio, en una frutería, en la limpieza... En la actualidad trabaja en la hostelería y en una fábrica. Ha hecho todo lo posible por integrarse y darse a conocer y, aunque le ha costado, está recogiendo los frutos.

¿Cuándo dejó Pakistán y vino a Europa?

–A Europa vine a finales del año 2009. Al principio estuve en Italia. Fue en 2010 cuando vine a Euskadi. En Italia sufrí bastante: tenía que cambiar a menudo de vivienda, tenía que pagar el alquiler y la comida y tenía que pedir dinero a mi familia...

¿Cómo llegó a Euskadi?

–Una persona que tenía unos familiares en Euskadi me dijo que viniera aquí, pues sus familiares tenían unos bares y kebabs. Estuve un tiempo trabajando con ellos, a cambio de alojamiento y comida. Después empezaron a pagarme algo. Tras cuatro años trabajando para ellos, como vi que no me pagaban lo que me correspondía, les dejé. Me quedé otra vez en la calle: sin trabajo, sin papeles, sin sitio donde vivir... Le pedí ayuda a Alá.

Su situación era muy dura. ¿Cómo consiguió salir adelante?

–He salido adelante con lo que he ido aprendiendo: he trabajado en los kebab, he estudiado, he trabajado de cuidador, en un locutorio, en una frutería, en limpieza, en empresas, de camarero... Hice un curso de mecanizado, he estado en el euskaltegi... Estoy contento porque ya tengo papeles y lo tengo todo en regla. Nunca he tirado la toalla. He trabajado mucho y sigo trabajando mucho. No creo que porque por fin me vaya mejor me vuelva vago.

Nadie abandona su familia y su país por capricho. ¿Por qué vino a Europa?

–Mi padre tuvo una empresa durante muchos años. Le iba bastante bien, pero tuvo un bajón y debía dinero. Decidió salir del país a trabajar, para devolver el dinero. Pero no consiguió el visado y un hombre con el que teníamos mucha amistad me dijo que era yo el que tenía que salir fuera y buscarme la vida como fuera, que mi padre ya no podía. La verdad es que mi padre sufrió mucho con lo que le pasó y en dos años había envejecido mucho. Yo tenía otros planes, pero conseguí el visado y salí de mi país.

Sería duro.

–Sufrí bastante, pues era la primera vez que me alejaba de mis padres. En Italia no conocía a nadie y nadie me ayudó. Aquí también sufrí bastante al principio, pero espero que todo lo que he sufrido y he aprendido me sirva de algo. Estoy trabajando en una empresa y espero que me hagan contrato fijo. Creo que les he demostrado lo que valgo. Tengo ganas de aprender y trabajar. Han pasado 16 años desde que salí de Pakistán y es hora de estabilizarse. Una amiga de Bolivia me decía que echaba en falta a sus hijos. Le respondí que yo en 16 años solo he estado seis meses con mi madre.

Lleva casi media vida viviendo en Euskadi.

–Me siento ya de Euskadi. No creo que vuelva a Pakistán.

Tiene su propia familia en Euskadi.

–Estuve cuidando a Jon Maroto y su familia es ya mi familia. Gracias a ellos conseguí los papeles. Les estoy muy agradecido. Si no fuera por ellos, seguiría sin papeles. Estuve siete años sin volver a Pakistán, porque no tenía papeles. Eso es muy duro. También estoy muy agradecido a Arantxa, mi profesora de la Escuela Para Adultos. Ella me ha ensañado a hablar y a escribir en castellano.

Además de a estudiar y a trabajar, se ha dedicado a enseñar a jugar al cricket a los niños de Urretxu y Zumarraga.

–Ha sido algo muy bonito. Hace poco me ha tocado trabajar con un chaval de 18 años al que le enseñé a jugar al cricket cuando era un niño. La verdad es que los años han pasado muy rápido.

Ha puesto mucho de su parte para integrarse.

–Siempre he intentado darme a conocer y hacer lo posible por hacer amigos, pero no ha sido fácil. Hace algunos años iba a los bares e intentaba hablar con la gente, pero me llegaron a dar la espalda. “No pasa nada, ya nos conoceremos algún día”, me decía a mí mismo. Hoy en día me conoce ya casi todo el mundo y soy muy feliz en Urretxu y Zumarraga. Me siento uno más aquí. Me respetan. Tengo amistad con todos: gente de aquí, gente extranjera... Nunca he tenido problemas con nadie. Todos me respetan y yo respeto a todos. Todos somos iguales. Nadie es mejor que nadie. Cuando trabajo de camarero, pongo a todos la música que me piden: flamenco, bachata... Me gusta aprender de todos: música, comida... Todas las culturas tienen cosas buenas. De todas las personas se puede aprender.

Su principal afición es el cricket. 

–En Pakistán, India, Bangladesh... el cricket es como aquí el fútbol. Vi que la gente que venía de Pakistán no salía de casa y me puse en contacto con ellos para aconsejarles. Les decía que tenían que estudiar, a alguno me lo llevé al euskaltegi, empecé a jugar a cricket con ellos... Ahora ya tenemos un equipo y todo.

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2025-12-28T13:32:28+01:00
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