La euforia es uno de esos estados emocionales que todos desean atrapar, aunque por desgracia suele escaparse con la misma rapidez con la que llega. Es esa explosión de alegría intensa, ese subidón de bienestar que hace sentir a cualquiera invencible, como si por un instante realmente hubiese conquistado la cima del mundo.
No se trata de la simple felicidad, tranquila y constante; la euforia es un pico, un estallido de dopamina y endorfinas que se manifiesta en momentos extraordinarios: al cruzar la meta de un maratón, recibir una noticia largamente esperada, o en el choque fugaz de miradas que no necesitan palabras para dejar huella. Y, claro, todo esto sin contar las pequeñas ironías de la vida que nos recuerdan que el momento perfecto siempre dura menos de lo que nos gustaría.
¿Qué tanto se busca alcanzar la euforia en el día a día?
La búsqueda del clímax emocional forma parte de la naturaleza humana, y se puede experimentar en muchos ámbitos de la vida. En el mundo de las apuestas, por ejemplo, ganar un jackpot, o incluso una victoria inesperada en una apuesta, suele provocar un sentimiento cercano a la euforia. De alguna manera, por eso mismo han ganado tanta popularidad últimamente los casinos en línea en Colombia, España, México y en muchos otros países del mundo donde son legales.
Lo mismo ocurre con los atletas que baten un récord, o también puede aparecer ese mismo sentimiento de euforia en quienes logran resolver un desafío creativo después de semanas de esfuerzo.
Al mismo tiempo, la euforia llena las gradas de los estadios durante cada partido, contagiando a miles de personas con la intensidad de la pasión compartida. También aparece en otros contextos: al escuchar una obra de teatro que conmueve, al contemplar un paisaje impresionante o al vivir un momento de pura sorpresa y alegría.
Cada día, la humanidad busca estas sensaciones. Como toda actividad recreativa, contribuyen a nuestra felicidad y bienestar. Sin embargo, también plantean la pregunta: ¿puede ser solo una forma de distraerse de la realidad? Para entenderlo, conviene distinguir lo positivo de lo negativo en esta ansiada sensación de euforia.
El impulso creativo: La cara positiva de la euforia
En su faceta más constructiva o positiva, la euforia es un potente catalizador. Actúa como el sistema de recompensas del cerebro humano, un incentivo que motiva al individuo a esforzarse y superar límites para alcanzar metas ambiciosas. La anticipación de esa sensación de logro es lo que impulsa a un científico durante años de investigación o a un artista a través de sus innumerables horas de trabajo.
Cuando finalmente se alcanza el objetivo, la euforia resultante no solo valida el esfuerzo, sino que refuerza la confianza de las capacidades de las personas, creando hábitos fundamentales para el desarrollo humano. En este estado, la mente se vuelve más expansiva y la confianza se dispara. A la vez, el miedo al fracaso disminuye y permite a la creatividad fluir con mayor libertad.
¿Se puede nublar el juicio a causa de la euforia?
Aunque la euforia es una sensación que puede construir el soporte necesario para lograr metas, también tiene una doble cara. La misma neuroquímica que hace a las personas sentirse "invencibles" también puede suprimir la capacidad para el pensamiento crítico y la evaluación de riesgos. Una persona con una euforia desmedida puede verse envuelta en un exceso de optimismo, lo que a su vez también puede hacerlo tomar decisiones impulsivas.
Bajo la influencia de la euforia es posible hacer promesas que no se pueden cumplir, tomar riesgos extraordinarios que ponen en riesgo la integridad humana o incluso realizar gastos desmedidos. Por ejemplo, un atleta podría arriesgar su físico al no respetar el debido descanso, mientras que un apostador podría arriesgar de más confiado en su "racha de buena suerte". En realidad, una euforia mal interiorizada puede llevar a las personas a creer que el momento álgido durará para siempre.
La clave es encontrar el equilibrio
Ante los riesgos que puede representar este sentimiento, el desafío no consiste en evitar la euforia -pues también llena al individuo de energía positiva-, sino que hay que aprender a gestionarla. La clave reside en la inteligencia emocional: esa capacidad de disfrutar plenamente de esos momentos de cumbre sin permitir que estos trasladen al individuo fuera de la razón y la realidad. En otras palabras, el objetivo es disfrutar con plenitud los momentos llenos de felicidad que genera este sentimiento, pero a la vez saber que en cualquier momento de alteración, ya sea por euforia u otro sentimiento, no se pueden tomar decisiones y riesgos adicionales.