Gipuzkoa

"En el Manaslu me di cuenta de que 86 años no es una edad adecuada para intentar subir a un ochomil"

Carlos Soria hizo un recorrido por su vida en la montaña durante el encuentro que tuvo lugar en el teatro Soreasu de Azpeitia con motivo de la celebración de la Semana de la Montaña organizada por Lagun Onak M.B.
Carlos Soria, durante la charla que ofreció en el teatro Soreasu de Azpeitia. / Aitor

El veterano montañero abulenes Carlos Soria visitó el pasado jueves teatro Soreasu de Azpeitia para participar en la Semana de Montaña organizada por Lagun Onak M.B.

En el encuentro con el público hizo un repaso a una vida dedicada a la montaña, en la que no faltó la referencia a su ascensión al Manaslu (8.163 metros) el pasado mes de septiembre. Este hito lo ha convertido en el hombre de mayor edad del mundo en coronar un ochomil, aunque, tal y como manifestó en su encuentro con el público azpeitiarra, “la verdad es que me importa bien poco; yo lo que quería era hacer cumbre”.

Una dilatada trayectoria

Soria abrió el acto con un detallado recorrido por su trayectoria montañera, desde su primera experiencia de escalada en La Pedriza con 15 años hasta la larga lista de expediciones que le han llevado a coronar 13 de las catorce montañas de más de 8.000 metros de altura que hay en el planeta.

El encuentro se acompañó de referencias al papel que ha jugado la familia en su vida, el espíritu montañero, la contaminación de montes y mares, y las claves de su excepcional estado de forma a tan avanzada edad.

Un reto demasiado exigente

Haciendo gala de un gran sentido del humor, Soria señaló que su última aventura al Manaslu le hizo tomar conciencia de que el calendario existe.

“Me animé a intentar subir al Manaslu pensando en que se cumplían 50 años desde que una expedición de la que formaba parte logró hacer cumbre, pasando a ser el primer ochomil coronado por españoles. La ascensión fue bien, pero dos días después, ya arriba, noté que me había pasado. Me di cuenta de que 86 años no son para subir un ocho mil… pero lo he hecho”.

Una preparación constante

Las razones de sus excepcionales condiciones físicas, a pesar de su avanzada edad, y la capacidad de seguir escalando después de una operación de prótesis de rodilla con 80 años y un accidente que derivó en una fractura abierta de tibia y peroné en el Dhaulagiri, con 84 años, no faltaron en las preguntas que los asistentes hicieron al montañero abulense.

La clave, como cabía prever, es la constancia, sin perder de vista el papel que ha jugado la familia a lo largo de su vida.

“Entreno todos los días. Si llueve, hago rodillo y trabajo físico en casa. Si no llueve, salgo al monte a andar, trepar o escalar. Y voy mucho al rocódromo; me gusta más que el gimnasio para trabajar la musculatura. Vivo en Moralzarzal, en la sierra de Madrid, y aprovecho el entorno que me ofrece para entrenarme. Como he dicho antes, lo hago todos los días. Esta mañana, antes de venir aquí, también lo he hecho. Además, tengo una mujer y cuatro hijas maravillosas que siempre me han acompañado. Hemos hecho muchas salidas juntos a la montaña y eso también ha sido un factor importante para mí”.

Colas en el Everest y contaminación

Sus más de 72 años vinculado a la montaña, desde que era un chaval de 15 años y acometía sus primeros escaladas en La Pedriza, le permiten tener una visión clara de cómo ha evolucionado este mundo, tanto a nivel técnico como de difusión, con una afluencia de gente a la montaña que es motivo de no poca controversia en enclaves como el Everest, testigo de hileras de montañeros haciendo cola para pisar su cumbre.

“Siempre se dice que esto ya no es como antes. Claro que no, nada es como antes. En 50 años tiene que cambiar todo, y la mayoría de las cosas han cambiado para bien. Hay más dinero, más montañeros, más medios, y las montañas están ahí para que la gente suba a ellas. Las colas en el Everest tampoco me gustan a mí. Además, un cambio inesperado de tiempo puede provocar una tragedia, pero se trata de momentos puntuales. La montaña seguirá ahí”.

Soria se siente más preocupado por la situación de los mares y los océanos. “Lo que más miedo me da es el mar. La vida viene de ahí y lo estamos llenando de porquerías que llegan a través de los ríos. El mar está sufriendo muchísimo. Me parecería más importante que hubiera depuradoras en todas las desembocaduras”.

Soria firmando autógrafos para unos niños aficionados a la montaña que no quisieron perderse la charla del veterano montañero. Aitor

Una actividad costosa

Organizar expediciones a las remotas tierras del Himalaya es una actividad cara, difícil de llevar a cabo si no se cuenta con patrocinios.

Sus logros en la montaña le llevaron a ganarse el favor del BBVA, con cuatro años de patrocinio que le permitieron disfrutar de la montaña sin los quebraderos de cabeza de la financiación, pero no siempre ha sido así.

En esta última aventura al Manaslu, por ejemplo, ha tenido que financiarse él mismo. “Con lo famoso que soy y con todo lo que me conoce la gente, esta expedición me ha costado dinero”, indicó con una sonrisa el montañero abulense en el transcurso de la charla organizada por Lagun Onak M.B.

Las montañas más especiales

En su larga trayectoria en la montaña hay dos cumbres que tienen un significado muy especial para Soria: el Manaslu y el K2, aunque por razones diferentes.

“El Manaslu significa mucho para mí, tanto por lo que he vivido en la propia montaña como por la gente que conocimos en el pueblo que se ubica a sus pies. Hemos mantenido una estrecha relación con ellos y hemos participado en programas de ayuda para facilitarles la vida. El K2, por su parte, es una montaña impresionante, dura, fantástica y preciosa también”.

El Dhaulagiri, la cima sin hollar

No podía faltar en ese recorrido el Dhaulagiri, la única de las 14 cumbres de 8.000 metros que no ha logrado ascender, aunque no parece que esa casilla en blanco en el listado de las montañas más altas del planeta le genere demasiados quebraderos de cabeza.

“He hecho 14 intentos para llegar a la cima de esa montaña, hace dos años tuve un accidente terrible en ella. Sufrí una fractura abierta de tibia y peroné de la que me he tenido que recuperar para intentar ascender al Manaslu. Una vez estuvimos a 300 metros de la cima pero, vista la situación, optamos por dar la vuelta. Podría lamentarme de no haber dado aquel paso, pero no lo hago. Hice lo que hice y estoy encantado de las decisiones que he tomado. He visto morir a mucha gente por no saber renunciar. Ha seguido hacia la cumbre por cabezonería y luego, en la bajada, ha muerto”.

Detrás de estas decisiones hay una idea clara que Carlos Soria tiene grabada a fuego en su cabeza y que debería ser seguida por aquellos que se embarcan en escaladas de tanta exigencia como las que él ha afrontado en las cumbres más altas del mundo.

“Tienes que tener claro que, además de subir a la cumbre, luego hay que bajar. Hay que saber guardar fuerzas, porque siempre es más complicado bajar que subir. La cumbre está muy bien, pero lo más importante es volver a tu casa, y a ser posible entero”.

12/12/2025