Polideportivo

El Surne Bilbao Basket se congela en Miribilla (51-70)

En uno de los peores partidos que se le recuerdan en ataque, cae arrollado ante un Joventut que no tuvo que hacer nada extraordinario para ganar
Michale Kyser se retira cabizbajo a vestuarios.
Michale Kyser se retira cabizbajo a vestuarios.

Como si se hubiera contagiado del gélido ambiente exterior, de las bajísimas y desapacibles temperaturas de estas jornadas, el Surne Bilbao Basket fue ayer un equipo congelado, muy alejado del pulso competitivo necesario para plantar batalla ante un Joventut que no tuvo que hacer nada extraordinario para pasearse en Miribilla y acabar obteniendo una victoria comodísima (51-70). Si Jaume Ponsarnau apuntó en la previa que sería raro que el equipo que resultara ganador no superara los 80 puntos, los suyos se quedaron lejísimos, a 29, de alcanzar la cifra donde se colocaba esa barrera competitiva. En esas circunstancias, a los de Carles Duran les sobraron los 70 facturados por su parte para firmar un triunfo arrollador, doloroso para los anfitriones, totalmente empequeñecidos y alejados de su tradicional imagen combativa.

Y es que nada funcionó en las filas de los hombres de negro, cuyos problemas a la hora de generar juego ofensivo de los últimos choques en la Liga Endesa quedaron ayer más al desnudo que nunca, con esos pírricos 51 puntos anotados. Y es que cada ataque de los anfitriones fue un auténtico tormento por su incapacidad para generar situaciones favorables para sumar puntos. La Penya trabajó muy bien la defensa en el pick and roll entre Ludde Hakanson y los pívots y la ofensiva bilbaina colapsó por completo.

Con el base sueco aislado por los marcajes del rival, los postes muy diluidos y en algunas fases desaparecidos en combate y un nefasto 3 de 23 en triples -llegó a ser un 1 de 17- es imposible encontrar argumentos para competir un partido en el que solo hubo soluciones individuales de Adam Smith -13 de sus 15 puntos llegaron en el segundo acto, antes de la debacle definitiva tras el descanso-. Y si además se flojea en otros aspectos del juego como los balones perdidos -de los 14 protagonizados por los locales, el Joventut sacó 12 puntos- o el cuidado del rebote ofensivo, el derrumbe es absoluto.

Lo que mal empieza...

El conjunto vizcaino ya arrancó el duelo muy desordenado en la parcela ofensiva, perdiendo balones, con tiros fuera de guion y poco acierto desde la larga distancia y de poco le valió su esfuerzo inicial en la faceta defensiva, ya que fue el Joventut el que mandó en el luminoso (4-10). La entrada en escena de Nikola Radicevic y el buen hacer fugaz en ambos aros de Jeff Withey revitalizaron a los anfitriones, que cerraron el primer cuarto sin perder el rebufo de su rival (13-15). Las seis pérdidas y el 1 de 7 en triples ya colocaban palos en las ruedas de los hombres de negro, que no acababan de insuflarle al partido el ritmo y el orden necesarios.

Y las cosas no mejoraron, por lo que Ponsarnau tuvo que parar el partido a 7:23 del descanso con un peligroso 14-21 en el luminoso y los suyos visiblemente desnortados tanto en ataque como a la hora de frenar a los de Duran, que poco a poco iban sintiéndose más cómodos en cancha. Incapaces de generar ventajas, la ofensiva de los bilbainos quedó limitada a una serie de acciones individuales de las que se extrajo muy poco, por lo que la primera desventaja de dobles dígitos (14-24) no tardó en llegar.

Durante cinco minutos, la producción ofensiva de los hombres de negro quedó reducida a tres tiros libres de Denzel Andersson. Mal asunto. Smith dio un paso al frente para auxiliar a los suyos, pero en el bando rival Ante Tomic, soberbio, activó su maestría en las inmediaciones del aro para mantener el orden establecido. Nadie colaboró con el escolta estadounidense, autor de 13 puntos en el segundo cuarto, el Joventut sacó provecho de las pérdidas anfitrionas y de su poderío en el rebote ofensivo y el 29-35 en el ecuador de la contienda podía considerarse incluso un mal menor visto lo visto, con un horrible 1 de 8 desde los 6,75 y 22 puntos encajados ya en la pintura -acabarían siendo 48-.

Derrumbe

Y poco cambiaron las cosas al regreso de vestuarios. De hecho, fueron claramente a peor. Pérdida en situación no forzada, canasta del rival tras dos rebotes en ataque... Alfombra roja para que el Joventut pudiera consolidar primero y aumentar después una brecha muy cómoda para sus intereses. Al Surne Bilbao Basket le seguía costando horrores fabricar situaciones ventajosas en ataque pues su circulación de bola era horrible, mientras que en las filas de los de Duran todo era muchísimo más fluido, ordenado y sencillo porque, además, la retaguardia bilbaina empezó a resquebrajarse por completo. El 39-59 a diez minutos del final era un resumen perfecto de lo acontecido sobre la cancha de Miribilla. Y el parcial de 10-24, un doloroso recordatorio de la diferencia de potencial e intensidad entre ambos bandos.

A partir de ahí, ya no hubo partido. Dos triples seguidos de Francis Alonso y Radicevic para tratar de maquillar el marcador, una clara antideportiva no señalada sobre Alonso tras recibir un empujón por detrás que enfadó muchísimo al público y poquito más. Partido para olvidar, pero también para sacar conclusiones y enseñanzas de cara a los siguientes compromisos, que aún queda mucha liga por delante.

2023-01-29T22:31:02+01:00
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